Thursday, July 05, 2007

País sin juguetes

SOCIEDAD
País sin juguetes

Tania Díaz Castro

LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Cuando el gobierno cubano prohibió
el trabajo privado en la década de los años sesenta, desaparecieron los
gremios artesanales que producían juguetes, y también las pequeñas
industrias especializadas.

Durante los primeros años, aunque en manos estatales, la antigua fábrica
de muñecas Lilí no detuvo su producción. Era un producto prácticamente
obsoleto. Predominaban en el mundo la muñeca parlante y con un aspecto
más natural. Después de los años, ni siquiera aquellas muñecas,
construida con un tipo de plástico muy duro, han vuelto a producirse.

En las tiendas "dolarizadas" las muñecas, todas de importación, no
cuestan menos de diez dólares, lo que equivale al salario promedio
mensual de un trabajador.

¿Quienes dirigen la economía del país están concientes de que los
juguetes son productos que benefician, según los psicólogos, el
desarrollo emocional, social, mental y físico de los niños? ¿O es que,
por el contrario, opinan que se trata de productos propios de la
burguesía, innecesarios, propios de sociedades de consumo y relacionados
con la vieja historia de los Reyes Magos? La realidad es que los niños,
en Cuba, no tienen juguetes. Utilizan palos y piedras en la calle para
jugar porque no tienen otra cosa.

Hace unos días visité la tienda por departamentos La Época, situada en
Galiano y Neptuno, una de las más surtidas de la capital, donde se vende
en divisas. Y es para sorprenderse. El pequeño cubículo donde se venden
juguetes está prácticamente vacío. Los de los varones, juego de soldados
romanos o de carros de carrera no bajan de veinte dólares. Los hay de a
dólar, pero los niños no los prefieren.

Si en Cuba hubiera libertad económica, los niños podrían disfrutar de un
sin fin de juguetes producidos artesanalmente, porque la imaginación del
ser humano es rica si no se frena con leyes absurdas propias del socialismo.

Habría pelotas, juguete universal, muñecas de madera, papel engomado o
trapo. Pelotas se venden, pero de importación y a dos dólares, el
salario de una semana de cualquier trabajador. También hay muñecas se
trapo, pero en tiendas exclusivas para extranjeros.

A pesar de que ya en el siglo XIX el mercado de los juguetes estaba muy
extendido, durante décadas el gobierno cubano obligó a los padres a
adquirir, fuera de la fecha tradicional del 6 de enero, y en los
establecimientos comerciales que fijara, solamente tres juguetes al año
para cada niño. Caros, de pésima calidad y por medio de sorteos, como lo
determinaba el Ministerio de Comercio Interior. Para comprar los mejores
juguetes los niños tenían que ganarse los primeros números.

Luego estaba el juguete no básico, menos caro; y por último, el
adicional o la pacotilla. Se trataba de un sistema diabólico jamás
conocido en el mundo, que hacía llorar a los niños cuando sólo podían
adquirir esa pacotilla que quedaba, inservible, en los estantes de las
tiendas.

Los niños cubanos están obligados en las escuelas del estado a decir
cada día que serán como el Ché. Además, esa inolvidable ilusión por los
Reyes Magos, conservada durante siglos en sociedades libres y
democráticas, fue suprimida de un plumazo por el régimen. A esto se
referían los primeros visionarios que partieron de Cuba con sus hijos,
cuando presintieron la pérdida de la patria potestad con el nuevo
gobierno. No estaban equivocados. Dejaban atrás un país sin juguetes.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/jul07/05a5.htm

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