Saturday, May 26, 2007

Las ventas de la florista

ECONOMIA INFORMAL
Las ventas de la florista

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - Aquí en mi barrio, cerca de
la Calzada, hay un pequeño estanquillo al que a diario acuden numerosos
clientes. Es el estanquillo de la florista. Un pequeño stand de metal
pintado de blanco abierto todas las mañanas, incluso los domingos. No sé
cómo ella se llama, pero sí sé que los girasoles que vende a dos pesos
cada uno parecen ciertamente soles apretujados en la boca del búcaro
donde los pongo.

La gente del barrio se agolpa temprano junto al mostrador para llevarse
las blancas azucenas, los príncipes negros de un tono casi púrpura, los
gladiolos rosados o naranjas, los crisantemos como la porcelana
asiática, las rosas de pétalos con tono pastel, los delicados nardos,
las níveas mariposas, las llamadas terciopelo de vivo color rojo, los
radiantes girasoles, a precios que van desde un peso hasta dos con
cincuenta.

Hace unos días compré una docena de girasoles. Ellos iluminaron durante
casi una semana mi cocina con el amarillo de sus pétalos. Dieron alegría
a mi espíritu con su color. Cada día, al regresar cansado y dirigir mi
vista hacia el irradiante bouquet, una sensación de alivio inundaba mi
vista ante tal hermosura.

Agradecido, fui a comprar flores cerca de la calzada, y a transmitir a
la vendedora lo que pensé sería un halago:

-Escuche, amiga, los girasoles que me vendió los tuve en un búcaro cinco
días.

La respuesta de la florista no tardó un segundo:

-Pues no lo digas en voz alta porque los clientes se van a llevar mis
flores porque duran mucho y no volverán en muchos días. Mi asunto es
vender y mientras más pronto se marchiten, venderé más.

-Pero los clientes no te faltarán porque las flores se marchiten pronto
o no, sino por la calidad de la mercancía que adquieran. La calidad es
la que atrae al cliente.

La respuesta, para mí inesperada de la vendedora de flores, me hizo
reflexionar sobre el desconocimiento del mercado de los que se dedican a
vender por cuenta propia. La falta de experiencia es evidente. En Cuba,
realmente, no hay comercio.

Ahogados por una ideología que los condena, amenazados por la inminencia
de un cierre imprevisto por cualquier cambio de humor gubernamental, los
vendedores por cuenta propia solamente se interesan por obtener rápidas
ganancias sin importarle la satisfacción del cliente, ni el prestigio de
su gestión.

La población adquiere lo que desea comprar con una moneda que es un
simple vale de cambio, pero que no tiene valor salvo en el territorio
nacional. Compra artículos a precios desproporcionados en relación a la
utilidad y la calidad de lo que adquiere.

La emergencia de la gestión está marcada por la necesidad del que vende
y no por una demanda real del artículo o del servicio. Así, sucede con
muchos chóferes de taxis privados, a los que no les interesa recoger un
pasajero más y siguen de largo.

Creo que la solución para tal fenómeno pueda ser la proliferación de
vendedores con una oferta variada. Ello aseguraría que el cliente
tuviera donde escoger el mejor servicio y la mejor oferta.

Si usted me ha seguido hasta este punto, quizás piense como yo, que en
Cuba hace falta aprender a distinguir y proponer las vías apropiadas
para satisfacer las necesidades de la población, y contribuir a cambiar
la mentalidad que el socialismo tropical ha deformado. Solamente de tal
forma, estimo, podremos obtener el cambio que anhelamos.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/may07/25a8.htm

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