Yosvani Anzardo Hernández
31 de mayo de 2007
Holguín, Cuba – bitacoracubana - Isaac Carrillo y O'Farrill fue el
escritor cubano que fundó el periódico La Revolución, en 1869, del que
sólo dos números vieron la luz, pues fue a dar a prisión, y semanas
después recibió del General Dulce la orden de abandonar el país, y tal
vez por ello escribió:
"De allí fue donde a pedir
un albergue al extranjero
me hizo el déspota venir,
y es allí donde yo quiero
ser libre, amar y morir"
Para los que el exilio es y ha sido, cosa de vida o muerte, entenderán a
Carrillo, no así los que sólo consiguieron vestir y comer mejor y
ganaron el título perdido de señor, al regresar a Cuba, donde aún deben
bajar la cerviz, respetar al poderoso y mascullar su desventura.
Estos de los que hablo tampoco podrían entender al habanero Manuel
Sanguily que a los diecinueve años de edad escribió un artículo
magistral sobre la libertad de los escritores en las tres unidades
–tiempo, lugar y acción– y que además en el 68 se integró a la
revolución alcanzando el grado de coronel, y terminó siendo el inspector
general de las fuerzas armadas en 1913; y quien sobre Martí dijera:
"¡Le veo siempre de pie, sobre el pedestal de su gran tribuna, la
tribuna de la Revolución y de la justicia, inculcando la fe que alienta
y salva, encendiendo los corazones en la esperanza consoladora, juntando
las manos de los suyos en una misma promesa de concordia y redención,
avivando, en fin, en la mente del pueblo cubano, con el horror de su
servidumbre estéril y su ignominia inmerecida, la visión anticipada y
magnifica de su nacionalidad, en la paz honrada y la fecunda libertad de
la república!"
Escojo estos dos hombres al azar en una lista de hombres vencedores del
tiempo, caupolicanes de esa gran cruz que cambió de forma en dos siglos,
pero que pesa igual y duele lo mismo.
Que se nos acaba el tiempo, dicen algunos, y nos vamos sin ver el
triunfo. Nadie se va sin mi permiso, fe en la naturaleza humana es lo
que tengo y con ella encontramos lo perdido. Ministros y generales
también piensan y sus conciencias van camino al alivio. Por ello traigo
a otro. Enrique José Varona dice refiriéndose a la bandera, que por ser
nuestra sufre conmigo:
"Y aquí está ahora, después de tantos años de labor de sangre, empapada
por esta lluvia sutil, como por lágrimas de un pueblo entero; aquí está
triunfante, alzada por el heroísmo silencioso de tantas generaciones que
por ella han sufrido el martirio. Y, en ese rumor profundo, que se eleva
de las oleadas del pueblo, escucho una voz que claramente dice: 'Sube,
sube, bandera de la patria; fulgura como el sol que disipa las sombras
del terror y la ignominia; abre tus pliegues, como alma que cobijen
corazones amasados por el dolor y ensanchados por el triunfo merecido;
tiende tus franjas, como himno perenne de paz y bonanza, sobre esta
tierra manchada por el crimen y purificada por el sacrificio. Sube,
sube, bandera de Cuba, y que ese Girón sangriento, que ostenta como
símbolo de nuestro martirio, restañe para siempre la sangre de las
heridas de la patria'".
Que lo duden los ignorantes, los que el miedo les taconeó los sentidos,
pero esta tierra volverá a dar frutos y los que ya se fueron, también
sabrán de ella aunque tenga que ser a la manera de Federico Uhrbach y
Campuzano cuando dijo:
Y si en el surco, de tu arado el filo
descubre el cráneo de mi pobre hermano,
para que pueda reposar tranquilo,
cuéntale la derrota del tirano
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=4858
No comments:
Post a Comment