Saliendo del Abismo
2006-12-02 Diario las Américas
Maritza Beato
Viernes, Diciembre 1, 2006.
El tema de la transición en una Cuba post-castrista está en su apogeo.
Es raro el día en que periódicos locales, nacionales e internacionales
no conjeturen sobre los varios escenarios posibles en la isla después de
la desaparición física del tirano.
Cuando en el pasado mes de julio la administración del Presidente Bush
dió a conocer el Segundo Informe de la Comisión para una Cuba Libre, que
detalla la ayuda que podemos esperar del gobierno norteamericano para
llevar a cabo una transición exitosa, los consabidos capítulos sobre
asistencia económica, política y logística tenían un espacio prominente
en el informe.
Sin embargo, fué ignorado el aspecto más importante: la rehabilitación
moral y espiritual del cubano. Decía el filósofo griego Platón en "La
República", que sólo saliendo a través del tiempo del abismo cívico y
espiritual puede un estado regenerarse y alcanzar su potencialidad
humanística. Casi tres generaciones de cubanos han nacido y vivido bajo
el régimen totalitario castrista, en una pesadilla surrealista de casi
medio siglo que ha dejado y dejará profundas huellas en los valores, el
carácter, la idiosincracia y la cultura de nuestros hermanos.
Los podridos esquemas represivos y totalitarios del castrocomunismo han
dejado un terrible legado de bancarrota moral que tomará no poco tiempo
en ser saneando o eliminado. Desgraciadamente, el fallido intento del
régimen por más de cuatro décadas de engendrar al "hombre nuevo",
divorciado de valores espirituales y altruístas y apocalípticamente
amoral, ha impactado negativamente la psiquis del cubano y lo ha
despojado de su patrimonio ético.
Uno de mis lectores, un cubano exiliado que vive en el Canadá y visitó
la isla recientemente, ha expresado su profundo temor por esta
situación: "Mi preocupación es el hueco moral que va a quedar en la isla
tras la muerte del culpable. Estoy aterrado: existe mucho odio, muchos
deseos de venganza, mucha simulación, muchos robos, mucha doble moral
como una práctica escapatoria de supervivencia". Como esta vida es la
única que conocen, y no han tenido contacto con los valores humanistas
del mundo occidental por tantas décadas, no se percatan de su
mediocridad moral y de sus severas limitaciones éticas, aceptando su
abyecta realidad como algo normal y aceptable.
El informe del gobierno norteamericano predice que al cabo de unos pocos
años después del restablecimiento de la democracia, se restaurará un
orden constitucional y democrático en la isla. La patética economía se
disparará; el agudo problema de la vivienda se resolverá con un auge
imparable de la construcción; la educación superará los altos niveles
que tenía antes de 1959; los supermercados volverán a estar llenos de
víveres y comestibles; el turismo alcanzará niveles nunca antes visto.
Pero omiten lo más importante.
Porque, ¿cómo se puede rehabilitar la desintegrada moral del cubano?
¿Cómo se pueden borrar la mentira y la simulación? ¿Cómo se enseña a no
robar lo que es ajeno? ¿Cómo se aprende que no hay que prostituirse para
sobrevivir? ¿Cómo se evitan la doble moral, el dividir a la familia, el
ceder al turista libidinoso la hija adolescente para poner comida en la
mesa? ¿Cómo diluir las mil maromas oportunistas necesarias para lograr
el "resolver" cotidiano? ¿Cómo eliminar al delator infiltrado que bajo
la hipocresía de la simulación y la traición arribista delata al hermano
y al disidente, y espía al vecino? ¿Cómo se detiene el odio? ¿Cómo se
mata la sed de venganza arropada por tanto dolor y sufrimiento? ¿Cómo se
cree en Dios?
Estos aspectos de la realidad cubana son totalmente ignorados en el
informe, pero son los que más desesperadamente urgentes hay que resolver
una vez que la isla deje de ser el latifundio del tirano. Va a ser una
batalla dura y difícil que tomará muchísimo tiempo, quizás toda una
generación. No se puede disipar en pocos años el veneno que se engendró
durante casi medio siglo, viciando y distorsionando hasta el tuétano
nuestros valores y nuestra visión de la vida.
Las secuelas de esta desintegración ética nos acompañarán aún un tiempo
más durante la reconstrucción de la nación. Pero se pueden impartir
enérgicos proyectos de enseñanza cívica que nutran la toma de conciencia
moral y espiritual de la nación cubana, su renacimiento a los altos
valores que históricamente la forjaron y la engrandecieron. Entonces, y
sólo entonces, habremos dejado atrás el abismo.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=7984
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