Por Dalia Acosta. IPS, 28 de diciembre de 2006.
LA HABANA, dic (IPS) - Tras un año de incertidumbre sobre el futuro, la
ciudadanía cubana espera 2007 con una casi certeza: podría convertirse
en momento definitorio para el país y para cada una de las 11,2 millones
de personas que viven bajo el gobierno de Fidel Castro.
¿Regresará o no al poder el mandatario de 80 años? Si vuelve, ¿lo hará
en la plenitud de sus capacidades? ¿Qué pasará ante su ausencia
definitiva? ¿Será Raúl Castro lo que aparenta ser o sorprenderá con
cambios a la población cubana y al mundo? ¿Podrán vivirse esos momentos
cruciales sin caer en la violencia? ¿Qué hará Estados Unidos?
Las preguntas se suceden una y otra vez por las calles de La Habana y de
otras ciudades. No importa si se es intelectual, obrero, trabajador por
cuenta propia o ama de casa, ni las inclinaciones políticas que cada
cual pueda tener. Este fin de año, todo el mundo habla de lo mismo en Cuba.
"Yo me muero si le pasa algo a mi hermana. Sólo quisiera que lo que
venga sea en paz. Debemos tener la capacidad de entendernos entre
nosotros, sin que nadie se meta desde afuera", dijo a IPS una emigrante
cubana de 42 años que regresó a pasar el fin de año con su familia en
esta isla caribeña.
No falta quien comparte el temor a una explosión social con violencia
callejera, cacería de brujas o actos de venganza de la más diversa
índole, éxodos masivos, reclamaciones legales de los sectores más
radicales del exilio e, incluso, el extremo de una invasión militar de
Estados Unidos.
"Que nada perturbe la convivencia social, que mejore para el próximo año
la situación general y crezca el bienestar, de modo que podamos vivir
tranquilos", pidió el arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, en
su mensaje navideño publicado el 23 de diciembre en la página web de la
Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.
Ortega aseguró que en las seis celebraciones católicas realizadas entre
septiembre y diciembre de este año, se escuchó "un clamor unánime de
paz" entre los asistentes, hombre y mujeres de cualquier edad. "¡Cuántas
cosas quiere decir el cubano en este momento especial de nuestra
historia nacional cuando pide paz!", comentó.
A punto de cumplir 25 años como arzobispo de La Habana, el cardenal
llamó a desterrar "las tentaciones de inquietud ante el futuro o de
desesperanza" y reflexionó sobre cómo la violencia puede ser usada e
incluso justificada con "motivaciones aparentemente muy nobles".
La vida pareció empezar a dar un giro de 180 grados el 31 de julio,
cuando Carlos Valenciaga, secretario particular de Fidel Castro, leyó
una "proclama" del comandante en jefe "al pueblo de Cuba".
El texto, firmado por Castro, anunciaba que había sido operado de
urgencia y que, por primera vez desde 1959, se veía obligado al retiro
"provisional" del poder.
Casi cinco meses después de aquel anuncio, por el que prorrumpió en
fiestas el exilio cubano de la ciudad estadounidense de Miami y cayó en
una rara inercia la población de este país, Castro sigue sin aparecer en
público, y desde el 28 de octubre ni siquiera se transmiten nuevos
vídeos con su imagen.
La posibilidad de un cáncer terminal fue desmentida este mes por un
cirujano español.
No padece una enfermedad maligna, sino un "proceso benigno que ha tenido
complicaciones", aseguró el martes 26 el jefe de cirugía del Hospital
Público Gregorio Marañón, José Luis García Sabrido, a su regreso a
Madrid tras una visita a Castro en La Habana. El especialista dijo que
el mandatario mantenía su actividad intelectual intacta.
Esa noticia, que recorrió el mundo, sigue ausente de la prensa nacional
controlada por el Estado, tal como ocurre con otras informaciones más o
menos relevantes: el seguimiento del estado de salud de Castro, la
polémica sobre el futuro de Cuba, las preocupaciones de diferentes
sectores, las tensiones sociales que se reportan de forma aislada y
hasta el mensaje navideño de Ortega.
Las autoridades, los medios de comunicación oficiales y la propaganda
política refuerzan los mensajes patrióticos y el concepto del
continuismo de la revolución más allá de Fidel Castro, e incluso de su
hermano Raúl, ministro de Defensa y presidente en funciones desde la
enfermedad del mandatario.
Al mismo tiempo, el gobierno ha economizado las convocatorias a
manifestaciones masivas, la televisión nacional evita la retransmisión
innecesaria de actos políticos en horarios estelares, y sobre todo en el
sagrado espacio de las telenovelas, y ha aumentado la programación de
películas en la noche y la madrugada.
Observadores locales estiman que esos cambios indican comprensión de las
autoridades para evitar mayores tensiones o situaciones de descontento
en la ciudadanía y para aumentar, por el contrario, las opciones de
entretenimiento sin necesidad de salir de casa en las noches.
Fuentes de la oposición política se dividen a la hora de apreciar el
actual clima cubano. Unos aseguran que la represión ha bajado y que el
ejército puede ser una garantía de estabilidad y apertura en un momento
de cambios, otros afirman que las detenciones aumentaron y que un futuro
con Raúl Castro sólo traerá "mano dura".
Lejos del liderazgo absoluto de su hermano Fidel y con una personalidad
diferente, el ministro de Defensa ha hecho énfasis en la necesidad de
una dirección colectiva, mientras asegura haberse concentrado en los
últimos meses en exigir que cada cual cumpla con lo que le toca en la
dirección del país.
"Fidel es insustituible, salvo que lo sustituyamos entre todos, cada uno
en el lugar que le corresponde", dijo el mandatario interino el día 20,
en un discurso de media hora en un congreso de la Federación de
Estudiantes Universitarios. "Queramos o no, ya nosotros estamos
concluyendo el cumplimiento de nuestro deber", agregó.
Mostrando una cara diferente, criticó duramente las insuficiencias de
los sectores agrícolas y del transporte durante la sesión ordinaria del
parlamento, el 23 de diciembre. "De justificaciones estamos cansados en
esta revolución", dijo al analizar la situación de la agricultura.
Algunos analistas aseguran que "las aguas podrían mantener su nivel" si
el gobierno cubano, bajo la conducción de Raúl Castro, logra aumentar la
eficiencia económica, frenar la inflación, renovar el transporte urbano,
flexibilizar algunas regulaciones económicas y mantener o ampliar los
espacios actuales para la iniciativa privada.
Otros apuntan que las transformaciones se imponen también en la esfera
política, en materia de determinados derechos individuales como la
libertad de expresión o de asociación política y en la apertura de
mayores espacios para la acción de los más diversos actores de la
sociedad civil cubana.
"Creemos que la construcción de un socialismo participativo es deseable
y posible, aun cuando existe una falta de diálogo y de participación.
Unidos. No queremos deshacer lo que se ha hecho en cuarenta y tantos
años, sino que se mejore. Pero eso requiere de diálogo y participación",
dijo a IPS el pastor bautista Raymundo García.
Director del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, situado a unos 140
kilómetros de La Habana, García confía en que Raúl Castro sepa asumir la
responsabilidad que le toca con inteligencia, si bien reconoce que
"todas las personas no piensan igual".
"¿Por qué no puede participar la sociedad civil de estos temas?, ¿por
qué no nos podemos poner de acuerdo? y ¿por qué conservar el
verticalismo partidista y estatal, uno de los mayores fallos de la
extinta Unión Soviética, cuando nosotros no somos enemigos, ni estamos a
favor de Estados Unidos?", se preguntó.
Cualquier cambio profundo, sin embargo, dependerá en buena medida de
Washington y de la vigencia de su política hacia este país caribeño. El
plan del presidente George W. Bush para una transición política en Cuba,
aprobado en 2004, es visto como una "constante amenaza" de intromisión
externa y matiza todos los procesos internos.
Algunos sectores de la disidencia cubana han rechazado, además, los
programas de ayuda estadounidense por considerar que refuerzan la
postura del gobierno, que vincula cualquier movimiento opositor interno
a la organización y financiamiento de Estados Unidos para derrocar a
Fidel Castro.
"Cuba y Estados Unidos deben tener la capacidad de poner fin a su guerra
fría en la mesa de negociaciones", dijo a IPS Manuel Cuesta Morúa,
portavoz de la coalición opositora de tendencia moderada Arco Progresista.
La posibilidad de un diálogo es vista por ahora como algo lejano por el
también opositor Eloy Gutiérrez Menoyo. Partidario de que los problemas
nacionales deben resolverse "entre cubanos", el disidente está
convencido de que "bajo el gobierno de Bush, la confrontación
continuará". Y esa vía "no contribuye a la democratización de Cuba",
opinó.(FIN/2006)
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