Ya se logró el consenso
Luis Cino
LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - Durante cuatro décadas,
el gobierno cubano, en su concepto oficial y oficioso de la democracia
más limpia del universo, se esforzó en lograr el consenso.
Lo buscó con afán, adoctrinando, coaccionando, desinformando, creando un
estado benévolo, paternal y represivo. Se valió de decretos, reuniones,
manos alzadas, firmas, discursos maratónicos, votaciones, amenazas de
invasión que no se concretaban y marchas del pueblo combatiente.
Sin lograr un consenso real, pasó del totalitarismo al autoritarismo,
del marxismo-leninismo al nacionalismo, de la fase jacobina al vientre
del Leviatán y luego al vómito. Todo fue insuficiente.
Pero el que persevera, triunfa. He aquí que en Cuba ya se logró el tan
anhelado consenso. Consenso en que hay hambre, los salarios no alcanzan
para vivir, el transporte público es una tortura, las viviendas son
insuficientes y los presos políticos demasiados. Consenso en que el
dinero de los turistas e inversionistas extranjeros no vale más que el
de los ciudadanos cubanos.
Consenso en que necesitamos más libertad.
Hoy, entre los cubanos hay el consenso de que es necesario cambiar las
circunstancias del país. En eso están de acuerdo desde los disidentes
hasta los oficiales de la Seguridad del Estado que los reprimen, pasando
casi por todos y cada uno de los hijos de vecino de esta desafortunada
isla. Digo casi porque los suicidas son tristemente inevitables entre
los seres humanos.
La diferencia está en los métodos y el carácter de las medidas
necesarias para lograr el cambio. Se dice fácil, pero esa diferencia es
la que nos mantiene al borde del abismo como nación.
Quizás la dirigencia sucesora sobrevalore en demasía la capacidad de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Partido Comunista para enderezar un
país que no es de ellos solos ni les pertenece en exclusiva.
Casi 20 años después de las victorias africanas, las fuerzas armadas
cubanas, a rastras con su pasado heroico y su obsoleto armamento
soviético, tienen la ingrata y muy compleja misión de legitimar y hacer
eficiente un régimen político anquilosado y débil.
Las experiencias económicas de las empresas militares, aunque hayan
tenido un discreto y relativo éxito, no indican que haya mucho que
aprender de los militares. Las FAR son también un reflejo de la sociedad
distorsionada que las produjo. Una cosa es la guerra y otra bien
distinta dirigir la gestión de un país, aunque para ambas se emplee el
mismo lenguaje bélico.
El Partido, declarado por el general Raúl Castro "el único digno
heredero de Fidel", sigue proclamando las virtudes revolucionarias como
verdades teologales. A la zaga del ejército en la nueva dirección
colegiada. Con su VI congreso indefinidamente aplazado.
Los cubanos esperan la nueva contramarcha. Mayor constitucionalidad.
Desideologización. Reformas económicas. Aflojamiento del control
estatal. O viceversa. Todo puede suceder con un régimen militar.
Si algo deben saber Raúl Castro y sus generales es que para ganar
credibilidad, tienen que hacer reformas, gústenle o no. El problema que
estas reformas crearán expectativas entre la población a favor de nuevas
reformas. Primero querrá queso, después agua, luego más queso…
En mayo de 1997, el nombre del proyecto a discutir en el retrasado por
un año V Congreso del Partido Comunista, parecía una burla cruel: "El
Partido de la Unidad, la Democracia y los Derechos Humanos que defendemos".
Dicen que el Ministro de las FAR y Segundo Secretario Raúl Castro tuvo
mucho que ver con la redacción del documento. Ojalá retome ahora la idea
que tal vez entonces fuera profética. Sin metáforas ni ilusionismo.
Pensando en unas cuantas cosas más que en los frijoles. ¿Acaso Cuba no
se merece un milagro?
luicino2004@yahoo.com
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