Odiado o amado, pero siempre en el centro de atención. Así ha sido la
relación del líder cubano con la región
JOSÉ VALES . CORRESPONSAL
El Universal
Viernes 29 de diciembre de 2006
BUENOS AIRES.- Fidel Castro ha sido un político controvertido pero, a la
vez, el más popular en Sudamérica. En sus 47 años de historia, la
revolución cubana ha tenido altas y bajas en su relación con América
Latina. Al menos con sus gobiernos, ya que siempre ha gozado de
considerable popularidad entre los ciudadanos de a pie.
Después de la expulsión de Cuba de la OEA, en 1962, cuando el gobierno
de Castro se opusiera a la "Iniciativa para las Américas" (Punta del
Este 1961), esa relación entró en crisis. El bloqueo a la isla
implementado desde Washington fue apoyado por varios países
sudamericanos, como Argentina.
Eran los días álgidos de la guerra fría, cuando el factor disuasivo de
Cuba en la región jugó un papel crucial en términos geopolíticos. Entre
los 60 y los 80 la relación comercial con la región fue escasa, la
provisión llegaba exclusivamente de los países del este y de China. La
curva en las relaciones con Cuba pasaba exclusivamente por el ámbito
político. Eso hasta la caída del bloque soviético, en el 89. Desde
entonces, la relación comercial de Cuba -país prioritariamente de
servicios- con el resto de los países, salvo con Venezuela desde el 99,
y desde hace algunos meses con Bolivia, es de una sola vía.
En 1971, con Salvador Allende en el gobierno chileno, Castro visitó ese
país, en un viaje donde contó como jefe de su custodia con un personaje
que luego sería nefasto: el general Augusto Pinochet. La amistad con el
gobierno de la Unidad Popular fue apoyada abiertamente por La Habana.
Como también fue apoyado, en sus últimos meses, el gobierno argentino de
Juan Perón (1973-1974), que en una de sus primeras medidas de gobierno
abrió una línea de créditos para Cuba por más de mil millones de dólares.
Cuba dependió económicamente del bloque soviético hasta su caída, por lo
que muchos aspectos de su política exterior estuvieron atados a las
decisiones de Moscú. De ahí que nunca rompiera relaciones con la
dictadura argentina, por ejemplo. Durante la guerra de las Malvinas, en
1982, Cuba apoyó a Argentina ante "la agresión del imperialismo".
Fue la administración de Raúl Alfonsín la que con su abstención en 1986
evitó en la ONU la primera condena y visita a Cuba de la Comisión de
Derechos Humanos, mientras Colombia rompía sus relaciones con la isla
por el apoyo a grupos insurgentes como el ELN y las FARC.
En los 90, la presión histórica de EU se extendió a la Unión Europea y
por ende a los países de la región, con el fin de que Cuba avanzara
"hacia la democracia". Fidel lo sintió en carne propia en la Cuarta
Cumbre Iberoamericana (1994) en Colombia, cuando desde Gonzalo Sánchez
de Lozada (Bolivia) a Carlos Menem, casi todos (con excepción de Carlos
Salinas de Gortari), cuestionaron a Cuba por su "falta de democracia y
la violación de libertades", hasta hacer explotar a Fidel, quien al
terminar su discurso amagó con levantarse e irse.
En los años posteriores, siempre hubo un país que se encargó en la ONU
de condenar a Cuba en el tema derechos humanos, desde Argentina hasta
Uruguay y Perú. Fidel llamó incluso al argentino Fernando de la Rúa
"felpudo de los yanquis". Con el gobierno uruguayo de Jorge Batlle,
rompió relaciones en 2002, las que se reestablecieron en 2005 con la
llegada al poder de Tabaré Vázquez.
En los últimos años, Cuba encontró en el presidente venezolano Hugo
Chávez a su principal aliado, que ayudó incluso a solucionar los
problemas energéticos en la isla. No en vano este 2006 ha sido "el año
de la revolución energética en Cuba". Caracas motorizó el reciente
acuerdo comercial con el Mercosur, luego de haber puesto la piedra
fundacional a la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), que
Castro, Chávez y Evo Morales firmaron en abril y programas de asistencia
social como el "Milagro" para favorecer a la población de menos recursos.
Recientemente, las relaciones entre Cuba y el resto de América Latina
han mostrado mejorías en varias aspectos aunque siempre han sido
llevadas "con guante de seda", según lo que se desprende de las charlas
con cancilleres y diplomáticos cubanos y de otros países. No han faltado
los encontronazos con Argentina, pero presidentes como el brasileño Luiz
Inacio Lula da Silva consideran a Castro como "uno de los grandes
líderes de la historia". El boliviano Evo Morales suele llamarlo
"nuestro abuelo sabio".
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