Monday, February 27, 2006

Autoritarismo y totalitarismo: dos rostros diferentes

POLITICA
Autoritarismo y totalitarismo: dos rostros diferentes

Raúl Soroa

LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - En el período que va de
los años sesenta a los ochenta el continente americano pasó por la
experiencia de vivir bajo regímenes militares.

América Latina estaba en guerra, intereses ajenos a la región fomentaban
la desestabilización. Guerrillas urbanas y rurales, financiadas por la
URSS y entrenadas por el régimen castrista sembraban el terror en todo
el continente. Casi ningún país escapó a la estrategia comunista, que
perseguía el único fin de sumar a América al conglomerado de naciones
esclavas gobernadas por el totalitarismo marxista.

La respuesta fue dura. Miles de hombres y mujeres perdieron sus vidas o
fueron a dar a campos de concentración en Chile, Uruguay, Brasil,
Argentina. El enfrentamiento fue feroz.

Lo primero que hace una dictadura de derecha es silenciar a la prensa,
acallar a aquellos elementos contrarios a la dictadura, a los que sirven
a los intereses de la izquierda y a los comunistas. Según apunta la SIP,
no menos de 200 periodistas fueron ejecutados durante ese duro período.

En las dictaduras autoritarias las agencias de prensa siguen existiendo,
así como los periódicos, la radio, la TV. El periodismo se convierte en
una cosa banal apartada de los intereses sociales, no antagónica con el
gobierno. La experiencia latinoamericana indica que en los momentos más
represivos los medios informativos, como generalidad, prefirieron hacer
silencio y no buscarse problemas.

La democracia llegó a América Latina. En todo el continente se
fortaleció la libertad de expresión, y con ella la de prensa. Se inició
el desarrollo del periodismo investigativo, que se encargó de poner
sobre el tapete los casos de violaciones de derechos humanos y de
corrupción de los gobiernos.

En los sistemas totalitarios otra es la historia. Los regímenes
totalitarios se caracterizan por el liderazgo único, centralizado y
absoluto, por el ritualismo, el mesianismo y el seudo utopismo. Se
sostienen sobre cuatro pilares básicos: la exaltación de la figura del
líder, el monopolio ideológico, social y económico, el control de todos
los medios de poder y persuasión y un sistema policial y de campos de
concentración.

En el totalitarismo, al igual que en las dictaduras autoritarias, lo
primero que se hace es silenciar a la prensa. Pero en el caso del
totalitarismo -y aquí radica la principal diferencia- la prensa es
transformada en un "arma de la Revolución". No quedan ni visos de
libertad de expresión. Todos los medios de comunicación, todos los
medios informativos pasan a manos del partido, y son absolutamente
ideologizados. Se convierten en cómplices primero y parte después del
gran aparato propagandístico que necesita el totalitarismo para subsistir.

Dominar los sentimientos, controlar la subjetividad de las personas, ésa
es la fórmula esencial de dominio del totalitarismo. La mentira es
esencial para el totalitarismo. Su propaganda se basa en la distorsión
sistemática y permanente de la realidad. Se construyen los hechos en
función, no de los acontecimientos, sino de las líneas que establece el
partido, en un proceso constante de construcción y reconstrucción.

Los regímenes totalitarios han dedicado siempre incontables recursos a
la propaganda. Lenin, Stalin, Hitler y Castro se percataron de la
importancia que juega el periodismo para el logro de sus objetivos.
Comprendieron que en la batalla que iniciaban por la implantación del
comunismo en todo el mundo, la prensa podía brindarles un gran servicio.

El proceso revolucionario cubano fue, desde un principio, un
acontecimiento mediático. La creación de la iconografía revolucionaria
fue una prioridad. La fotografía, el cine, la televisión, la prensa
escrita, la radio, la gráfica jugaron y juegan un papel prioritario en
la manipulación y control de la subjetividad, de la psiquis del cubano.

La lucha por el control de los medios informativos en Cuba comenzó desde
el inicio. Aquéllos que no cedieron, que no se prestaron al juego,
cayeron uno a uno. Con la clausura del Diario de la Marina se perdió el
último reducto de libertad informativa, el 13 de mayo de 1960.

En Cuba no está autorizado el ejercicio de otro periodismo que el
oficial, el del Partido Comunista, el de Fidel Castro. Quien viole ese
precepto está condenado al desempleo, al hambre, a la cárcel más
terrible o a la muerte. Es muy difícil para quienes no han vivido una
experiencia totalitaria como la cubana comprenderla exactamente, en
todos sus matices. Incluso los que la vivimos no la entendemos a cabalidad.

Ningún sistema autoritario ejerce mayor control sobre todas las esferas
de la vida social e individual que un sistema totalitario. En Cuba el
individuo es cero. Se le reprime a través de la economía, manteniéndole
intencionalmente en un estado de supervivencia que le hace dependiente
del Estado. Se le manipula mediante la ideología. Se le engaña, se
controla su psiquis.

La manipulación de la información no tiene límites. La falsificación de
lo real alcanza a los periódicos, libros, folletos, es decir, a toda
clase de documento o literatura o medio que pueda tener un significado
político o ideológico.

Es imposible ver la realidad sino a través de los ojos del Partido. La
verdad es sólo una, la verdad proclamada desde arriba. Es lícito alterar
la verdad, reescribir la historia, distorsionar las noticias. La
propaganda sustituye a la información. Todo se vale.

No quiere decir que no se mate. Sí se asesina, y la cifra de muertos en
Cuba a causa del totalitarismo castrista es grande, ya sobrepasa los
nueve mil, según cifras conservadoras. Es muy posible que sobrepase esa
cantidad. Pudiéramos decirle a los incrédulos, a los deslumbrados, a los
fascinados por el embrujo de Hugo Chávez o de Castro: recuerden,
pregunten, investiguen que pasó en la URSS, qué era el GULAG, qué
sucedió en Kampuchea, en China, qué pasa en Corea del Norte, qué cosa es
la Cuba castrista.

No hay comparación posible entre una dictadura autoritaria y un sistema
totalitario. Semejanzas hay, por supuesto, pero el totalitarismo supera
con creces al autoritarismo. Ningún sistema convierte al hombre en
esclavo-autómata con tanta eficacia y rapidez.

Ejercer el periodismo independiente en Cuba, apartándose de la línea
trazada por el máximo líder, es un reto imposible de tolerar por el
sistema. Por eso reprime con tanta brutalidad cualquier intento de
vulnerar el monopolio informativo que ejerce el partido.

Reitero mi invitación a los ilusos, a los ignorantes, a los engañados de
todo el mundo. Vengan, vengan y miren. A los asalariados sólo les
recuerdo que el totalitarismo carece de toda ética, no diferencia entre
víctimas y victimarios. Su único fin es el poder absoluto. Quizás un día
se vean, sin saber cómo ni cuándo, del otro lado de la cerca, aquí donde
estamos nosotros.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/27a6.htm

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