POLITICA
Que decidan las víctimas
Adrián Leiva
LA HABANA, Cuba Noviembre (www.cubanet.org) - Todos los años la zona del
Caribe, la mayor parte de Centro América y el sur de los Estados Unidos
se ven afectados por fenómenos climatológicos que en algunos casos
causan daños apreciables, al producir por lo general pérdidas cuantiosas
en recursos y a veces en vidas. Los ciclones no hacen distinciones.
Ellos afectan tanto a países con economías sólidas como a los más
empobrecidos. Lo cierto es que cuando llegan los meses de verano
comienzan las preocupaciones y es que con el paso del tiempo los
huracanes se van haciendo más poderosos y destructivos.
Las aterradoras imágenes transmitidas por las distintas cadenas de
televisión sobre los desastres ocasionados por el huracán Wilma en
Veracruz primero y después en la Florida, han recorrido el mundo entero.
Todavía no puede tenerse una idea definitiva sobre las pérdidas
materiales que ha dejado este meteoro, que también afectó a Cuba,
fundamentalmente a La Habana y Pinar del Río.
Las noticias en la isla coinciden en señalar las críticas a las
organizaciones norteamericanas que están dedicadas a resolver
situaciones de crisis en desastres como éste. Basándose en las críticas
publicadas en la prensa norteña, los medios de prensa cubanos, todos
oficialistas, se preguntan cómo es posible que la nación más poderosa
del mundo presente tantas fallas para auxiliar a la población en casos
de desastre natural. Se aduce una aparente lentitud en accionar por
parte de todas las estructuras gubernamentales de Estados Unidos y la
falta de un plan de medidas antes, durante y después del paso de este u
otro fenómeno.
Pero por otra parte en Cuba donde estamos acostumbrados al paso cada año
de estos fenómenos tropicales no ha estado la opinión pública ajena al
dolor por la tragedia ocurrida en el sur de Estados Unidos. Este hecho
nos deja claro que cuando la madre naturaleza hace estas trastadas no
hay país por poderoso que sea que pueda evitar los males y son los seres
humanos quienes sufren sus consecuencias. Precisamente por ello son las
personas las primeras que se deben tener presente cuando estos casos se
producen.
Crear un programa regional entre todos los estados que son proclive a
recibir los impactos de los huracanes donde además del fondo económico
con la ayuda se disponga de un plan de trabajo, apoyo logístico en
medios, medicinas, alimentos, así como el personal de la defensa civil,
seria una iniciativa loable y seria afín de ayudar a los seres humanos
que sufren estas tragedias. Razones sobran para la creación de un
organismo regional de acción y ayuda mutua ante desastres naturales
donde prime el carácter humano y no las rivalidades políticas, donde
ningún gobernante obstruya la ayuda a los necesitados, que al final son
las verdaderas victimas del fenómeno natural y del error político de los
gobiernos. Con la creación de este organismo regional con carácter
netamente solidario, donde incluso puedan participar distintos grupos
religiosos, las diferencias políticas entre gobiernos quedarían al
margen, lo cual seria un paso de avance en este sentido para todas las
naciones que conforman región.
Hace apenas un lustro Cuba se vio azotada por un fuerte huracán que
causó daños en varias provincias del país. En aquella ocasión el
gobierno norteamericano levantó las restricciones para la venta de
alimentos y otros productos a la Isla y ofreció el envío gratuito de
módulos de viviendas para los damnificados. El gobierno cubano aceptó
comprar alimentos, pero rechazó las viviendas quedando en suspenso un
cuestionamiento. Si las viviendas son para los damnificados con qué
derecho sus gobernantes, que poco o nada pueden hacer por ellos,
rechazan por cuenta propia la posibilidad de esta ayuda. En caso extremo
tendrían que ser las victimas del huracán las únicas autorizadas a
aceptar o no la ayuda proveniente del gobierno estadounidense.
Igualmente, cuando Katrina dejó su tétrica huella marcada en los estados
sureños de Louisiana y Mississippi y entonces fue el gobierno cubano el
que brindó 1,500 médicos cubanos para que ayudaran en la zona de la
catástrofe. El gobierno norteamericano respondió primeramente con el
silencio y posteriormente algunos congresistas dijeron con cortesía que
era preferible que los facultativos de la Isla dirigieran sus esfuerzos
a la población carente de médicos.
En ambos casos la motivación política entre ambos gobiernos cierra las
puertas para que las personas necesitadas reciban la ayuda. Cualquier
persona sensata sabe que detrás de estas ofertas existe un trasfondo de
carácter político pero con la misma sensatez con que se atisba esta
verdad consabida debe entenderse que las formas de actuar, negando las
ayudas ofrecidas por ambas partes sólo responde a una despiadada actitud
propia de un medio enfermizo de quienes en lo personal no carecen de
nada material y para colmo tienen el poder de decidir sobre la necesidad
de los demás.
El eslogan que debe primar en situaciones en que el enfrentamiento
político se sobrepone a las necesidades de la gente debe ser QUE DECIDAN
LAS VICTIMAS Y NO LOS GOBERNANTES. Veremos si ahora con el paso de Wilma
este lema podrá ponerse en práctica de una vez.
http://www.cubanet.org/CNews/y05/nov05/01a9.htm
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