Wenceslao Cruz Blanco
Embargo norteamericano
A los Estados Unidos siempre se le ha criticado el mantener una política de embargo económico a Cuba, un embargo que siempre ha sido concebido con la intención de no favorecer al régimen dictatorial que ya somete a Cuba por 46 años. Este hecho, el dictador lo ha "rentabilizado" en su propaganda, tanto para consumo interno como para externo, pese a que numerosas entidades gubernamentales norteamericanas, y en repetidas ocasiones, han estado en la mayor disposición de ayudar a la población cubana con donaciones de diverso tipo, alimentos, medicinas, etc., siempre, claro está, se encarguen de distribuirla organizaciones no gubernamentales.
Castro nunca ha aceptado ayudas de Estados Unidos, no por orgullo, como estimarían algunos, sino por la necesidad de dar alguna justificación creíble por otros, a su despotismo y deseo de permanencia en el poder. Consideraba -y aún lo considera pese a su senilidad- que es necesario venderse como el redentor de "algo"; para Chávez, de Latinoamérica frente a las transnacionales del "imperio"; para Evo Morales, de los indígenas masacrados por los "crueles" y "salvajes" españoles y del "saqueo" de sus recursos nacionales por grandes empresas europeas y americanas; y así para cuanto nuevo "líder" que quiera justificar o desviar la atención de la incompetencia y corrupción de sus políticos nacionales y de ellos mismos.
Para los que ven el embargo norteamericano, a excepción de unos pocos países cómo Israel y escasos más, una medida inhumana, falta de ética y alguna barrabasada más, parece que no cuentan con suficiente información o probablemente sólo esconden una profunda hipocresía. Podríamos asegurar que la postura del actual gobierno español no se basa en un desconocimiento o ignorancia de la realidad cubana; todo lo contrario, la ventaja de no tener competencia empresarial de la primera economía mundial, es una oportunidad que justifica ese optimismo del presidente Rodríguez Zapatero, pues como dijera Churchill: "Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad", aunque en este caso bien podríamos cambiar lo de optimista por oportunista.
La postura gubernamental española frente al embargo norteamericano no sólo se ha limitado a criticarlo y condenarlo; el aceptar, como se hizo en la pasada Cumbre Iberoamericana, sustituir -según los deseos del ilustre semántico Castro- la palabra "embargo" por "bloqueo", nos deja ante la duda de si ahora, que ha llamado "nazis" a los israelíes, Zapatero podría seguirse creyendo todas las definiciones castristas y concluir de que Israel es seguramente un estado fascista. Para los cubanos está claro que siempre el dictador cubano confunde, a propósito, víctimas con victimarios.
Embargo español y similares
Recientemente tuvimos un claro ejemplo del tipo de "embargo" que si aprueba, o al menos consiente el gobierno español. Lo que hicieron los responsables de Sol Meliá en La Habana al no permitir, a los representantes diplomáticos checos, el hacer una recepción para festejar su fiesta nacional, porque entre sus invitados habían representantes de la sociedad civil cubana y opositores democráticos, no ha tenido la menor atención ni condena por parte de la ejecutiva española. Los artífices y promotores de la flexibilización de las medidas de presión por parte de Europa hacia la dictadura cubana, han hecho oídos sordos a la disidencia dentro de Cuba, aún cuando insisten en decir que la apoyan y están con ellos.
La carta de Marta Beatriz Roque, en nombre de tres relevantes grupos de la oposición democrática cubana, agradeciendo la presentación en España de una denuncia ante el Defensor del Pueblo (ombudsman) español, por parte del escritor y periodista Carlos Alberto Montaner, es una clara muestra de que se busca fuera de la ejecutiva española la comprensión y el entendimiento de ese "embargo" que Fidel Castro no propaga pero ejecuta ferozmente, y que callan los medios profusamente críticos con la política estadounidense.
Ese embargo, que va directamente contra el ciudadano cubano y al que cada compañía extranjera en Cuba se adhiere, se ve nítidamente en las cadenas hoteleras que tienen las empresas españolas en la isla, donde no le está permitida la entrada a los nacionales del país, aún cuando tengan divisas o moneda extranjera proporcionadas por sus familiares en el exterior, o sean invitados como en este caso, a una recepción por una representación diplomática.
Y aunque es cierto que las autoridades cubanas, junto con los responsables de la cadena hotelera, tomaron la decisión de impedir la recepción de la embajada checa, también es relevante que haya trascendido la molestia del propio responsable de la corporación mixta cubano-española. El ejecutivo de más alto rango, o sea, el General Manager de la sociedad mixta CUBACAN (empresas Sol Meliá y la cubana CUBANACAN) Rodolfo Dávalos Fernández, contertuliano frecuente de la Mesa Redonda y profesor de derecho de la Universidad de la Habana, así como Presidente del Bufete Internacional, no le ha gustado, al parecer, el episodio con los checos, la razón quizás es porque ya se ve como un alto ejecutivo en el sector turístico y no le interesa mucho estos "contratiempos", pues considerará necesario calcular bien los pasos y la estrategia para cuando cambien las cosas y la democracia llegue al país. O sea, que imitador fiel de la estrategia oportunista llevada a cabo por la parte española de la corporación que representa, tiene que aparecer, al menos a ojos de los empresarios extranjeros, como disgustado por el imprevisto ocasionado.
Es necesario delimitar bien, a quien perjudica y a quien beneficia cada uno de los "embargos" que se hacen a Cuba, hay que estar conscientes y comprender que el más perjudicial de los embargos que puede tener un pueblo es cuando sus derechos son amputados. Y quien ayuda a amputar y perpetuar ese estado de carencia de libertades no puede ir diciendo por Europa que es el médico que solucionará las dificultades del pueblo cubano, cuando sólo es el curandero pérfido que se aprovecha del enfermo y de la ingenuidad de quien lo escucha para obtener un beneficio que no merece. Ni merecerá.
Madrid 19-11-2005
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