Monday, April 25, 2011 | Por Gladys Linares
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) – Es frecuente escuchar que uno
de los grandes logros de la revolución cubana es la educación gratuita.
Hace unos días conversaba con Agustín, mi vecino arquitecto, que tiene
sus criterios sobre esta propaganda del gobierno; muy interesantes, por
cierto.
Estudió en una escuela pública en su ciudad natal, Matanzas. Agustín
recuerda el desayuno escolar de todas las mañanas: un jarro de chocolate
con un paquetico de galletas de soda o dos queques con guayaba.
-Hace años que no tomo un chocolate como aquel.
De sus maestros recuerda hasta los nombres. "Aquellos eran maestros de
verdad" –me dice. ¿Será por los tropiezos que han tenido sus nietos con
los maestros emergentes?
Agustín está cumpliendo una encomienda de su hija Tania: buscar algo
barato para la merienda de sus nietos, una tarea difícil desde que se
perdieron los refrescos de paquete y escasean las barras de guayaba.
Hace años que en las escuelas la merienda no es gratis, y últimamente ni
se vende.
Dice Agustín que es verdad que hoy la educación no se paga con dinero,
pero eso sí, los niños tienen que pertenecer a la organización de
pioneros, usar pañoleta y decir el lema todos los días: "Pioneros por el
comunismo, seremos como el Ché", y asistir a las actividades políticas
para que no les manchen el expediente académico desde la infancia, como
les sucede a los Testigos de Jehová, que se niegan a hacerlo.
Tania tiene dos hijos en edad escolar. El mayor, de trece años, cursa el
octavo grado. La merienda la lleva de la casa. También en invierno le
prepara un envase con el almuerzo, porque el pan con mortadela y el
yogurt que le dan de almuerzo no se los come. En verano, siempre
inventaba alguna excusa para salir del trabajo a llevarle el almuerzo.
Ahora, lo que tiene que inventar Tania es de dónde sacarlo, porque se
quedó sin empleo.
Tania está preocupada, y no es para menos. No sabe cómo se las arreglará
cuando su hijo matricule en el tecnológico y tenga que ir a trabajar a
la escuela al campo. Sabe que debe esforzarse para que el niño pueda
continuar sus estudios y no le manchen el expediente, porque si no
cumple este requisito no podrá graduarse, a pesar de que en nuestro país
la educación es "gratuita".
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