2008-09-05.
Pablo Felipe Pérez Goyry*
(www.miscelaneasdecuba.net).- El programa Voces, de Radio Nederland
Wereldomroep, ha realizado un ciclo sobre el racismo en el mundo. En una
de sus emisiones —22-08-08—, el señor Juan Carlos Roque, aborda el tema
en el contextus cubano. Asunto peliagudo, teniendo en cuenta la realidad
sociopolítica y económica del archipiélago.
Argumentar que el tema racial, "ha cobrado auge en los últimos años",
como un descubrimiento y certeza, se aleja sobremanera de la convivencia
y el quehacer cubano durante las últimas cinco décadas, cuando se ha
maquillado con los "valores de la revolución cubana" la ausencia de racismo.
Por centurias, el racismo ha existido y coexiste en Cuba. Y hoy día
aumenta esta verdad, con la moderada "apertura al capital extranjero",
que en mayor o menor grado exacerba el dilema.
En este maravilloso país, donde no faltan los contrastes impensados,
convive la generalidad de la nación cubana, que no ha renunciado a su
estirpe. Un "pueblo" que está aglutinado alrededor de su dilatado
historial saturado de sufrimientos y desesperanzas. Es innegable que es
un país con una prolífera diversidad étnica.
Que tiene una población negra ―que supera el cincuenta por ciento del
total de habitantes― en gran parte descendientes de esclavos traídos de
África Occidental o emigrantes de Jamaica y Haití. Asimismo, están los
mulatos, que son descendientes de la unión entre hispánicos y negros.
Los blancos, que residen en el archipiélago, descienden de europeos,
especialmente españoles. A propósito, de blancos, se habla con cierta
seguridad, de que la mayoría de los naturales, en el exilio, son blancos.
El cubano es sensual y de indiscutible calidez. Pareciera como si los
cubanos perseveraran en salvaguardar el privilegio de la "alegría de
vivir", que con dignidad sobrelleva en nuestros días, a pesar de las
privaciones morbosas y ausencias aletargadas. La música, el bailoteo y
gozo sexual, son propios de su rutina social, que es fuente de
inspiración de rimadores y compositores. Otra característica del isleño,
tiene la aptitud y actitud de rebuscar e inventar para remediar las
necesidades. A esta realidad, hay que sumar el jugar dominó y el diálogo
ameno, que al igual que el béisbol podrían definirse como
irreemplazables entretenimientos nacionales.
Con todo, no son las diferencias del pigmento de la piel, las que me
incitan opinar. Mucho menos conceptos errados de "igualdad marxista" o
"moralidad ortodoxa liberal".
Ha pesar de los pesares ―negros, mulatos, blancos, homosexuales,
santeros, fidelistas, disidentes, hombres, mujeres, niños y niñas―, los
cubanos continúan siendo generosos entre ellos mismos, y con el que
visita el archipiélago: la fraternidad está por sobre todas las cosas.
No falta el nacional que sin el menor complejo lleva a su hogar al
visitante y comparte lo poco o mucho que tenga de comer o beber, donde
no falta el café-chícharo, "colado" con un retal de telilla sobre un
colgador metálico de producción artesanal.
Algunos defendedores de la "Revolución Cubana", afirman, que en el
archipiélago se ha extirpado la discriminación racial. Acaso no lo es el
que, en casi medio siglo de comunismo, los negros y mulatos tienen una
miserable representación en los cargos gubernamentales y partidistas,
así como, en la infraestructura turística y los estratos altos de la
sociedad cubana, aunque se pudiera aceptar un restringido consuelo en
sus perspectivas de empleo.
Esto motiva mi adhesión a lo dicho por el periodista cubano Luís Sexto,
en su artículo 'Todos mezclados', publicado en la edición digital de
'inSurGente', donde declara que la pesadilla racial "subsiste en
manifestaciones de ida y vuelta, porque aún el negro no ha trascendido
totalmente sus tradicionales condiciones de vida". Y afirma, Sexto, "que
aflora, incluso, una subcultura de la inferioridad que tiende a
aglomerarse y defenderse".
Mi opinión, es que más allá de la discriminación, se trata de la manera
de comportarse y accionar, de negros, mulatos y blancos en el seno de la
sociedad cubana. Precisamente, esta diversidad encierra en su médula
evolutiva, típicos privilegios espirituales y síquicos, que es lo que
hace que los cubanos tengan genuina beldad, que es su razón de ser.
Es menester dejar lo pretérito y enfocar las energías en el futuro
cercano. Empero, los cubanos, respetando el color de la piel, deben
aprender a diferenciar entre la sabiduría decente y el fanatismo
sórdido, el entendimiento intuitivo y la emoción pacífica, y ser capaces
de hacer un correcto uso de ellas. A estos conceptos benévolos y
estupendos me adhiero
¿Está lejano el día en que: "Blancos y negros, todos tenemos que
sacarnos el racista y el discriminado que llevamos dentro"? Mientras
esperamos que esto se haga realidad, en la Cuba de hoy, se resisten a
desaparecer los prejuicios de índole racial, y se amalgama en las
hendiduras de un Estado de partido único, que sostiene el discurso
quimérico-socialista: de "igualdad social y económica", para todos los
que viven en el archipel cubano. ¿Ser o no ser, es la cuestión? He aquí
la esencia, causa u origen del asunto que (por sí) mismo habla.
*Pablo Felipe Pérez Goyry.
Analista y Periodista Independiente.
Web Contextus: http://es.geocities.com/libertadeopinion/
Blog Contextus: http://contextuspablofeliperezg.blogspot.com/
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=16957
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