Thursday, September 25, 2008

Volverán a desaparecer los gatos?

¿Volverán a desaparecer los gatos?

Leafar Pérez

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El paso de los huracanes
Gustav e Ike por territorio cubano fue devastador. La prensa oficial, la
extranjera acreditada en la isla y los periodistas independientes han
informado ampliamente sobre todo lo sucedido durante los días en los que
las tormentas se dedicaron, especialmente el huracán Ike, a realizar un
nuevo bojeo a la isla.

Su impacto en la vida en los cubanos no puede ser más devastador. En una
nación donde millones de personas intentan cada día sobrevivir en medio
de carencias de todo tipo, perder la vivienda, las escasas pertenencias,
amén del trauma psicológico para los que tuvieron la mala suerte de
interponerse directamente en el camino de los ciclones, es más que
suficiente para desesperarse. Tómese en cuenta que para los
especialistas, las consecuencias han hecho retroceder al país diez años.

Pero de todo lo malo que han dejado a su paso los huracanes, la falta de
alimentos, después de los destrozos ocasionados en las casas, es el
principal escollo que hay que saltar, sobre todo porque el gobierno
anuncia que mermarán las posibilidades de conseguir suministros para
aumentar lo poco que se recibe por la cartilla de racionamiento. Lo que
se consume la mayoría de las veces es el resultado de la suma mágica de
poco dinero para comprar algo de proteína en los mercados liberados,
donde los precios son más altos.

El tema de la comida está tan complicado que me hizo recordar los años
más negros del Período Especial, no muy lejanos en el tiempo, cuando los
cubanos "aprendimos" a comer picadillo de cáscara de plátano, bistec de
frazada de piso y otros tantos engendros de los que prefiero no acordarme.

En el año 1993 fui llamado a filas por el Servicio Militar General, que
poco tiene de general y sí mucho de obligatorio. El curso de
sobrevivencia natural que pasé no tiene nada que envidiar a los
impartidos por los rangers norteamericanos, las tropas especiales
cubanas o cualquier otro cuerpo de élite.

Aprendí que el boniato crudo sabe a coco, que la remolacha con fango es
apetitosa y que la calabaza hervida en un casco del ejército no tiene
desperdicio aún sin sal, sobre todo porque la hervíamos mis colegas y
yo, con cáscara y semillas, ya que nada se podía botar. La proteína
estaba en cuanto gato pudiéramos cazar. Los felinos parecían conocer
nuestras intenciones y acercarse a ellos era una proeza. Aunque fueron
años en que los gatos escaseaban en Cuba, tanto que por poco hay que
ponerlos en la lista de animales en peligro de extinción, recuerdo que
muchos dueños de esas mascotas las sacaban a pasear amarrados con
cadenas o sogas, porque el hambre de la gente no diferenciaba entre
gatos satos y de fino pedigree.
Por el bien de todos, espero que no volvamos a esa época. Por si acaso,
ya empecé a entrenar a mis dos hijos en el difícil arte de la
sobrevivencia. Les pedí que realicen un censo para averiguar cuántos
vecinos poseen gatos en sus casas. En Cuba, mientras el gobierno sea
ineficiente para sacar de la crisis al pueblo, y mientras esperamos
otros ciclones que pueden hacernos la vida aún más desesperanzadora, los
gatos siempre estarán en peligro de extinción.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/sept08/24_C_1.html

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