Un día triste para los derechos humanos
No hubo mucho que festejar en el Día Internacional de los Derechos
Humanos que se celebró esta semana: hay cada vez más evidencias que el
Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que fue creado hace
dos años para denunciar los abusos a los derechos humanos en todo el
mundo, ha resultado ser un fiasco.
Tanto es así que, tal como me enteré en una entrevista telefónica con el
líder de la mayoría demócrata en el Senado de los Estados Unidos, Harry
Reid, tanto demócratas como republicanos en el Congreso --que hoy día no
se ponen de acuerdo en casi nada-- están apoyando un proyecto de ley
para retener unos $3 millones de las contribuciones anuales de Estados
Unidos a las Naciones Unidas como protesta por la actuación del Consejo.
''No tendría que haber violadores de derechos humanos en un comité de
derechos humanos, y eso es lo que tenemos ahora con países como Angola y
Cuba'', me dijo Reid. Añadió que ''hay una probabilidad mayor del 50 por
ciento'' de que se apruebe el proyecto de ley que retendría los fondos
destinados al Consejo.
El Consejo, de 47 miembros, fue creado en el 2006 después de varios años
de discusiones para reemplazar a la desacreditada Comisión de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, que se había convertido en un club de
protección mutua de gobiernos totalitarios. Sin embargo, el Consejo no
ha resultado ser muy diferente.
Desde su creación, ha dedicado prácticamente todas sus energías a
condenar a Israel, mientras que no ha condenado a docenas de otros
países como Corea del Norte y Zimbabue. Lo que es más, el Consejo ha
decidido cerrar sus veedurías especiales para monitorear los abusos de
Cuba y Belorusia.
El Consejo ha emitido 13 condenas, de las cuales 12 han sido en contra
de Israel, y una en contra de Birmania. La mayoría de grupos defensores
de derechos humanos coinciden en que aunque Israel debe ser monitoreado
de cerca, el Consejo se ha convertido en un organismo monotemático. Y
sus condenas a Israel son totalmente sesgadas, porque no incluyen
denuncias a los actos de terrorismo de los Palestinos en contra de
civiles israelíes.
''Estamos muy decepcionados'', dice Peggy Hicks, del grupo Human Rights
Watch, una organización que denuncia abusos en todo el mundo, incluido
Estados Unidos. ``El Consejo se ha centrado en una agenda muy limitada,
y no se ha ocupado de muchos temas de los que debería ocuparse''.
Hay al menos 26 países que merecen ser monitoreados por el Consejo,
según Human Rights Watch. Entre ellos están Afganistán, Belorusia,
China, Colombia, Costa de Marfil, Cuba, República Democrática del Congo,
Egipto, Etiopía, Haití, Irán, Irak, Corea del Norte, Rusia, Arabia
Saudita, Sri Lanka, Sudán, Turkmenistán, Uganda, Estados Unidos,
Uzbekistán y Zimbabue.
''El Consejo es mucho peor de lo que era la (ahora difunta) Comisión de
Derechos Humanos'', me dijo Hillel Neuer, director de U.N. Watch, un
grupo con sede en Ginebra afiliado al Comité Judío Americano. ``La
Comisión, a pesar de sus muchos defectos, por lo menos hacía algo por
las víctimas de los derechos humanos en Corea del Norte, Cuba, y otros
países''.
La mayoría de los grupos defensores de los derechos humanos no llegan a
decir que el Consejo es peor que la comisión que lo antecedió, porque el
nuevo organismo incluye más democracias. Pero señalan que el Consejo
conserva docenas de miembros con dudosas credenciales en materia de
derechos humanos --como China, Cuba y Arabia Saudita-- que canjean sus
bancas en otras agencias de las Naciones Unidas por asientos en el
Consejo, para luego defenderse mutuamente.
Estados Unidos no es un miembro del Consejo, porque la Casa Blanca
decidió no presentar su nominación para una banca. Funcionarios de
Estados Unidos dicen que la Casa Blanca no quiso legitimizar el Consejo,
pero los críticos del gobierno señalan que Estados Unidos no hubiera
logrado los votos que necesitaba para ganar una banca después de los
escándalos de Abu Ghraib y Guantánamo.
A pesar de sus críticas al Consejo, Human Rights Watch y otros grupos de
derechos humanos todavía albergan alguna esperanza de que el organismo
obtenga alguna credibilidad cuando inicie su mecanismo de ''revisión
periódica universal'' de todos los países en el 2008. Bajo el nuevo
sistema, todos los países miembros de las Naciones Unidas serán objeto
de escrutinio por el Consejo cada cuatro años.
Mi opinión: si el Consejo no empieza a denunciar los abusos de derechos
humanos en China, Cuba, Corea del Norte --y también, por ciento, en la
base de Estados Unidos en Guantánamo y los campos de detención en Irak--
cuando inicie su revisión periódica el año próximo, los grupos de
derechos humanos de todo el mundo deberían unirse para condenarlo. Hasta
ahora, ha sido una farsa.
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