Friday, June 09, 2006

Una coalicion internacional en apoyo a la disidencia de Cuba: estrategia acertada

Elías Amor Bravo
Una coalición internacional en apoyo a la disidencia de Cuba: estrategia
acertada

Elías Amor Bravo

Fuerte apoyo internacional. Este es uno de los retos principales de las
organizaciones disidentes de Cuba para abrirse paso en un régimen hostil
y represor. Cuanto más intensa sea la colaboración, el estímulo y la
defensa exterior de la lucha a favor de las libertades, derechos humanos
y pluralismo en la Cuba, mas difícil será para Castro mantener la
política de represión iniciada en la primavera de hace dos años.

Iniciativas no han faltado. Desde la apuesta por la unidad de las
organizaciones del exilio, iniciada a comienzos de los años 90 cuando el
derrumbe del telón de acero hacía presagiar para el castrismo un final
inmediato, hasta el reciente apoyo conseguido en Washington con la firma
de un acuerdo de diversos representantes de países del Este de Europa,
la causa por las libertades en Cuba merece todo el apoyo y el estímulo
de quiénes creen en la democracia y los derechos humanos.

La razón es obvia. El adversario es especialmente agresivo y no atiende
a razones. Otros regímenes políticos de talante opresor se han visto
abochornados a nivel internacional y han tenido que abandonar,
provocando intensas transformaciones en sus estructuras institucionales.
No es éste el caso de la Cuba de Castro. Durante más de 4 décadas la
transformación sufrida por la sociedad cubana ha sido de tal magnitud
que cualquier parecido con evidencias en otros países es inexistente.

Lo hemos destacado en varias colaboraciones anteriores. El régimen ha
conseguido reafirmarse en todos estos años gracias a una hábil
combinación de elementos institucionales y políticos. En primer lugar,
empujando a Cuba fuera del sistema de valores, creencias y actitudes que
se comparten en la sociedad occidental. Esto impide realizar un
contraste directo entre el funcionamiento adverso de las instituciones
políticas en la Isla y en otros países con gobiernos y sistemas
represivos similares, llegando incluso a la manipulación de indicadores
estadísticos para ofrecer una imagen distorsionada de la realidad
cubana. Todavía existen sectores relativamente amplios en la izquierda
europea, por ejemplo, que consideran que Cuba es un modelo a seguir. Ahí
se encuentra una de las primeras estrategias de éxito.

En segundo lugar, justificando una pésima gestión de la economía cubana
con el argumento del bloqueo, del embargo y una serie de presiones
internacionales cuyas evidencias son insostenibles. Los males de la
economía cubana, su baja productividad, su incapacidad exportadora, su
indefinición en la economía mundial, son persistentes, causan un grave
daño a los habitantes de la Isla, y en absoluto se pueden resolver con
la opción totalitaria e intervencionista del gobierno de Castro. Los
escasos procesos de apertura y liberalización han terminado en giros de
180º hacia la ortodoxia estalinista en asuntos económicos, cuando se
obtienen nuevos recursos financieros en el exterior, llámese petróleo de
Venezuela, por ejemplo.

En tercer lugar, el aislamiento y acoso a la disidencia, la persecución
y el encarcelamiento de aquellos grupos que empiezan a abrir espacios en
la escasa sociedad civil que existe en la Isla. Sin comunicaciones ni
plataformas legales para la difusión de las ideas, con unos medios de
comunicación al servicio de la propaganda del régimen, con espías y
delatores integrados en las estructuras de las organizaciones y todo
tipo de mecanismos de persuasión y chantaje para frenar y reprimir la
disidencia, las organizaciones opositoras en Cuba han sido blanco de los
ataques del régimen y uno de los principales baluartes a destruir. Por
ello, cuando las organizaciones del exilio plantearon la necesidad de
dar apoyo continuo a esos grupos, muchas veces minoritarios y casi
personales, se acertó plenamente en la estrategia. Son ellos los que han
conseguido ir acumulando anomalías en el paradigma político del
castrismo, y en definitiva, son ellos quiénes van a recibir el poder
legítimo de las urnas democráticas cuando esta etapa "revolucionaria"
toque a su fin.

Por este motivo, estar al lado de estas organizaciones disidentes,
estimular su actividad, apoyarlas económicamente, divulgar sus
actuaciones y dar a conocer al mundo sus dirigentes y estructuras,
siempre con el cuidado de que al hacerlo así no se ponga en peligro
dentro de la Isla a sus miembros, es una misión que nos corresponde a
todos, cada uno en su ámbito. Felicitar la iniciativa y a quiénes han
estado detrás. Y desde luego, cuestionar el papel de gobiernos como el
socialista español, que han perdido una oportunidad de entrar a formar
parte de la gran coalición internacional en apoyo de la disidencia
cubana que se ha visto en la embajada de la República Checa en Bruselas.
Las declaraciones del ministro de exteriores español Moratinos en La
Vanguardia este fin de semana son el ejemplo "Ni Cuba, ni Bolivia, ni
Venezuela son nuestra prioridad en América Latina".

http://www.eldiarioexterior.com/noticia.asp?idarticulo=10101

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