Las dictaduras no se dan por vencidas
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Las dictaduras no se dan por
vencidas fácilmente. Son como esas frutas duras de pelar, pese a estar
ya podridas. Mucho menos sus personeros más obedientes, sumisos y
comprometidos.
Como a río revuelto ganancia de pescadores, en medio de la propaganda
sobre el congreso de los escritores y artistas, tres funcionarios de la
Seguridad del Estado, del Ministerio de Cultura y de la Unión Nacional
de Escritores y Artistas de Cuba visitaron por segunda vez la humilde
casita del escritor guantanamero residente en La Habana, Frank Correa,
situada en calle 228 entre Tercera y Tercera A, en el poblado habanero
de Jaimanitas.
A diferencia de lo ocurrido durante la primera visita, no le hablaron de
la Ley 88, un invento de la dictadura castrista para amordazar a
aquellos que quieren hablar libremente. Esta vez lo amenazaron nada
menos que con la aplicación de la "ley de peligrosidad, otro engendro
dirigido especialmente a aquellas personas que no quieren vínculos
laborales con el estado o se declaran disidentes o periodistas
independientes. También lo amenazaron con la posibilidad de ser
expulsado de la UNEAC si continúa escribiendo para CubaNet; como si ser
miembro de esa organización representara un trabajo y un salario.
¡Cuánta bajeza, cobardía e irracionalidad! ¡Cuánto desprecio al género
humano, a la dignidad de un hombre, a su calidad humana, a sus
principios y criterios! Pero nada extraña la conducta de estos tres
personajes, si tenemos en cuenta que esa es la única forma que conocen
de defender una dictadura: amenazando, intimidando, invadiendo la
privacidad de un hogar porque la misma dictadura les otorgó el derecho
de irrumpir en nuestras vidas con esos propósitos.
No me canso de repetir lo que le digo a mis amigos: ni siquiera la
emisora Radio Martí refleja en toda su dimensión y profundidad la
problemática que vive Cuba. Hay que vivir bajo este cielo, sentir los
horrores del castrismo día a día en carne propia, penetrar la mirada de
un hombre amenazado para darse cuenta de cuánto sufre el cubano bajo la
dictadura castrista.
No dudo que Frank Correa continúe escribiendo libremente para CubaNet,
siguiendo los impulsos de su corazón, sin miedo alguno. No lo dudo
porque los policías políticos del régimen se equivocan una vez más,
utilizando un método que al cabo de casi medio siglo no les ha dado
resultado. Fuera de Cuba hay más de dos millones de cubanos. En las
cárceles cubanas más de cien mil. El Movimiento de Derechos Humanos
cuenta con más de 25 mil miembros y tenemos los suficientes periodistas
independientes como para que el mundo conozca de la tormenta política
que sigue azotando a Cuba.
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