Cuba: ambiguas expectativas, dura realidad
JUAN BENEMELIS
Especial para El Nuevo Herald
El punto crucial del viraje económico se ha identificado en lograr la
motivación de la fuerza de trabajo, ajustar los salarios y los precios a
las realidades, buscar ofertas reales de consumo para la demanda,
tratando de que desaparezca una oferta inalcanzable, virtual y confusa
(el CUC y el peso desvalorizado) y una demanda que sólo permanece
potencial. La entrada en el escenario de formas de propiedad alternativa
(vivienda, agricultura) encuentra oposición entre los viejos adictos al
centralismo de otrora.
El modelo raulista que comienza a implementarse en el agro, conlleva una
profunda descentralización administrativa, que desmonta la concepción
centralizada que ha primado durante casi cinco décadas. Mientras
programa la fusión de organismos centrales del aparato estatal en busca
de efectividad, descentraliza al Ministerio de la Agricultura a nivel
municipal, creando delegaciones para otorgar tierras y producir más
viandas y vegetales.
Otra de las medidas es la mejora a los precios de acopio en las viandas
y vegetales; por ejemplo, a cada productor de leche por cada litro que
entrega ya se le están dando dos centavos de peso convertible que los
puede utilizar en las tiendas para campesinos.
Paralelamente ha autorizado la concesión de créditos y tierras a las
cooperativas más productivas. Ha comenzado la entrega directa e
indirecta de medios e instrumentos de trabajo a los campesinos y
cooperativas; se han abierto, nuevamente, las otrora Tiendas del Pueblo
para los campesinos, las cuales ofertan a crédito (respaldados por la
eventual futura producción y nominados en pesos cubanos) herramientas,
herbicidas, utensilios, ropa, botas y otros suministros.
A partir de su ascenso como presidente, Raúl Castro ha desechado la
noción de que la solución estribaba en el ''perfeccionamiento
empresarial'', en los arcaicos modelos de Carlos Lage de esfuerzo y
ahorro, y en la vieja idea de que las empresas estatales respaldadas por
el Partido Comunista serían capaces de acometer la tarea.
En la prensa ya se relatan historias de campesinos a quienes se otorgan
tierras por encima de las cinco caballerías limitadas por la Segunda Ley
de Reforma Agraria, a los que se les permiten empleados asalariados,
accesos a créditos bancarios e inversiones básicas. Según el
representante de la firma española Reductores Cuñat se están instalando
con premura máquinas de riego en todas las provincias.
La prensa destaca como ejemplo a un campesino privado productor lechero
de San Antonio de los Baños, dueño de 48 vacas y toros, que va a recibir
dos caballerías adicionales de tierra, que ya cuenta con dos empleados,
y el banco le va a conceder un préstamo de 100,000 pesos cubanos,
pagadero en cinco años, para comprar más ganado. Se relata también el
éxito de un productor de ajo en Lajas, el cual en 2.5 hectáreas cosechó
2,000 ristras de ajo que le representan 600 mil pesos cubanos.
El que la producción sea un objetivo estratégico explica que se
favorezcan con premura inversiones extranjeras en todas y cada una de
las producciones agropecuarias. La titular de Inversiones Extranjeras,
Martha Lomas, reconoce que están en estudio inversiones en la producción
de arroz y la ganadería, y que se está buscando financiamiento para el
sector agrícola. Asimismo destaca la reciente visita a la Isla de la
delegación holandesa del Grupo Rabobank, el principal banco financiero
cooperativo de Holanda, especializado en el sector agroalimenticio.
Esas reformas y la medida de descongelar prohibiciones como el acceso de
los cubanos a los hoteles, equipos electrodomésticos, computadoras,
teléfonos móviles, sin dudas tienen dos aspectos: un golpe político
efectista de ''descompresión sicológica'' en la población, para llevar
la idea de que existe un compromiso por elevar el consumo y nivel de
vida, así como la búsqueda inmediata de más dinero fuerte desde el
exterior para la compra urgente de alimentos.
El plan estriba en suplantar la importación de alimentos ($1,800
millones) e ir reinvirtiendo ese dinero en la producción agropecuaria,
para alcanzar incluso cotas exportables, y destinarlo a la urgente
financiación del transporte y la construcción de viviendas.
Asimismo, los directores de las grandes empresas han solicitado mayor
autonomía para poder ser rentables. La centralización financiera y
operativa en ministerios e institutos es una camisa de fuerza que les
impide ser rentables. El gobierno revista también el tema de las
licencias de particulares, que legalice a los trabajos semiclandestinos
y se especula la introducción de un proceso de privatización de la
pequeña y mediana empresa.
La nueva política raulista en el ámbito cultural evitó que este sector
se convirtiera en un punto conflictivo, algo que parecía en ciernes a
partir de la ''guerra de los email'' surgida tras la reaparición de los
''comisarios'' en la televisión nacional. Todo indica que los
intelectuales le están brindando apoyo. Llama la atención la elección de
Miguel Barnet al frente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
(UNEAC), un creador otrora calificado de ``problemático''.
La propuesta de Eusebio Leal en la asamblea de la UNEAC, que en
definitiva era una nueva definición de lo ''cubano'', hay que
contraponerla a la excluyente y discriminatoria que trató de precisar
por su parte el canciller Felipe Pérez Roque.
En el congreso de la UNEAC los intelectuales arremetieron contra la
pobre programación televisiva, pusieron el dedo en la llaga de la
educación, pidieron el cambio de las normas de propiedad intelectual
para percibir el resultado de sus creaciones, y la eliminación de las
burocráticas agencias estatales intermediarias, que para controlarlos
aparentan que los representan, y que se quedan con el margen mayor de
los derechos autorales. De hecho, aunque sin mencionarlo, fue un
cuestionamiento total de las políticas de Fidel Castro en estos sectores.
Las relaciones internacionales
El que ya no se proyecta a Cuba como un actor internacional, sino sumida
en sus problemas isleños, marca una diferencia con su hermano mayor,
algo que se percibe en toda la Isla, y que introduce expectativas. Sobre
todo, cuando la presencia de Fidel es cada vez más remota y abstracta.
El distanciamiento del gobierno cubano en el affaire
Colombia-Venezuela-Ecuador no pudo ser más evidente, manteniendo
solamente una escurridiza posición de ''apoyo'' formal, y nunca
''quemando naves'' a favor del presidente Hugo Chávez.
Raúl sigue una estrategia que no cierra totalmente las puertas a una
negociación con Washington, aunque no hace descansar sus planes de
gobierno en esta posibilidad. Si bien hasta ahora nada ha hecho para
agraviar públicamente a Estados Unidos (y es notoria la disminución de
las manifestaciones y la retórica antinorteamericana), nunca va a dar el
primer paso, en espera de que lo dé su contrario. Irónicamente, es la
misma actitud que prevalece en Washington. Ambos esperan a que el otro
asuma el primer paso.
Se han anunciado extraoficialmente reformas migratorias como la
eliminación del permiso de salida, mayores facilidades a los que
regresan, permitir la salida de menores, prórroga del tiempo que un
nacional puede estar fuera del país. La aspiración mínima de Raúl con
Estados Unidos sería un retorno a las políticas migratorias y de remesas
anteriores a las establecidas cuando se acercaban las elecciones
presidenciales del 2004, a la que se agregarían el turismo de sus
nacionales y mayores flexibilidades para el comercio, fundamentalmente
en cuanto a las modalidades de pagos y financiamiento de las compras,
así como a las inversiones petroleras en la cuenca del Golfo de México.
Pedro Alvarez, director de Alimport, declaró recientemente que si el
embargo norteamericano fuera eliminado, el comercio de bienes y
servicios entre los dos países pudiera ascender a un monto de $21,000
millones en cinco años, creando infinidad de puestos de trabajo en ambas
orillas del conflicto.
Los sectores de la disidencia, del exilio y de la administración
norteamericana, tanto demócratas como republicanos, están divididos. Una
parte pregona que nada ha sucedido ni va a suceder; otro sector mantiene
la certeza del comienzo de algunas reformas económicas y de aplicación
gradual. La disyuntiva norteamericana sigue siendo continuar presionando
por la democracia como condición previa para normalizar las relaciones o
eximir a Cuba basándose en la idea de que ya es diferente.
Muchos factores políticos del exilio cubano (representados en el
Secretario de comercio, senador y congresistas, y organizaciones
políticas) siguen apoyando una posición de mantener la cero negociación
o relación, convencidos del rápido e inevitable desplome de toda la
estructura totalitaria a manos del pueblo, la disidencia y la presión
internacional, y la incapacidad y no deseo por parte del nuevo equipo en
La Habana de introducir reformas que promuevan la democracia.
Aunque moralmente es acertada y justa esta posición, los resultados
prácticos no se han podido materializar. Las posiciones que en los
últimos tiempos se han expresado respecto a la relación insular con el
exilio ''no-intransigente'', reflejan la convicción de Raúl de que un
cambio de política, una apertura del diapasón hacia los exiliados no
causaría problemas políticos.
Ante la frialdad de Washington, Raúl ha desarrollado una ofensiva para
la búsqueda de aliados económicos, de tecnología, de inversiones y de
mercado. Punto a destacar es el acercamiento a países productores de
petróleo, que han sido aliados geopolíticos anteriormente, como Angola,
Azerbaiyán, Ucrania, Rusia, Guinea Ecuatorial y Mauritania.
A pesar de que la relación de Venezuela con Cuba no tiene el tono de
hace un par de años, Raúl no se ha desmarcado en materia económica;
prueba de ello es la enorme inversión venezolana en la refinería de
Cienfuegos y los tanques-depósitos de petróleo en Nuevitas.
Las últimas negociaciones con Rusia fueron voluminosas y se prestó
atención especial a las necesidades cubanas en el sector del transporte,
otro de los temas estratégicamente sensibles en la población. Asimismo,
la visita al nuevo ''tigre asiático'' hindú del apparatchik Fernando
Remírez de Estenoz culminó con acuerdos económicos intergubernamentales
que elevan sustancialmente el intercambio entre ambos países.
Las expectativas
El poeta Raúl Rivero dijo en una ocasión que los cubanos, siempre
hiperbólicos, cuando no hay moral dicen que hay doble moral. Lo mismo
sucede en la economía: cuando no hay monedas, se dice que hay doble
moneda. Pero no existe la doble moneda, pues ninguna de los dos alcanza
para vivir decentemente. Lo que evita la doble moneda es equilibrar la
ecuación trabajo-salario, un sistema justo de impuestos y
contribuciones. Mientras el Estado siga apropiándose forzosamente del
excedente monetario, se mantendrá la corrupción, la bolsa negra, la
malversación y el desvío de recursos.
Repartidas de forma ''masiva'' las tierras ociosas, se esperan
significativos crecimientos productivos, eliminándose de paso los
mecanismos estatales de acopio y distribución, y permitiéndose a
intermediarios privados. Tras el despegue agrícola, está planteada una
reforma financiera que incremente la capacidad de compra del salario en
pesos, con reducción de precios en los productos en divisas. Algo por el
estilo se diseña en la órbita turística, tras la eliminación del
``apartheid''.
Se espera que la comercialización libre de los productos agrícolas en
los mercados campesinos (oferta y demanda), elimine el sistema de dos
mercados: el ''racionado'' y el ''liberado''; es decir, eliminar la
cartilla de racionamiento y su falso concepto de ''igualdad''. La
subvención de la canasta básica supone un desembolso anual de más de
$1,000 millones. Se ha diseñado una compensación de 190 pesos, para las
personas de bajos recursos, por el subsidio de los productos de la
``libreta''.
Incluso, algunos disidentes insulares consideran positivas tales
medidas. Es por tal que el recién proyecto Agenda lanzado por conocidos
disidentes, incluye la posibilidad de un diálogo futuro con el nuevo
gobierno, marcando un ajuste táctico importante, e inaugurando un
escenario desconocido. La oposición necesita realizar un profundo
análisis para diseñar políticas realistas y efectivas que, sin renunciar
a los valores democráticos, logren articularse con las aspiraciones de
todos los cubanos dentro de la isla.
Raúl necesita reformar el sistema, porque de lo contrario arriesga una
explosión social, y lo quiere hacer en un delicado equilibrio, donde
puedan ofrecer resultados económicos sin hacer peligrar los resortes del
poder político. Raúl conoce que el error de Mijail Gorbachev fue iniciar
la reforma con una apertura política controlando la economía, y que el
acierto de Deng Xiaoping fue iniciar la reforma con una apertura
económica controlando la política.
El entendimiento de facto que se busca con la población es el de un
régimen que no cuestione mejorar las condiciones de vida, a cambio de
que se permita al raulismo una ventana de tiempo biológico suficiente
para reordenar la sociedad y traspasar el liderazgo a nuevas generaciones.
http://www.elnuevoherald.com/noticias/septimo_dia/story/196759.html
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