Autolesiones cubanas
Por OSCAR PEÑA
Históricamente en Cuba todas las dificultades y problemas del país se
han justificado siempre echándole la culpa ''al bloqueo de los Estados
Unidos'' y a las acciones de la CIA. Incluso a los cubanos que han
tenido una discrepancia, una opinión diferente, una propuesta contraria
a las del alto nivel del régimen nos han puesto a ''engrosar las filas
de agentes de la CIA''. La realidad es otra. Todavía está pendiente un
valiente reconocimiento público por las nuevas autoridades del gobierno
de Cuba, o de un próximo Congreso del PCC, admitiendo que los problemas
del país en todos estos largos años han sido por deficiencias,
caprichos, estupideces, empecinamiento, voluntarismo y enferma egolatría
de Fidel Castro.
Meditemos. Si la CIA se hubiera propuesto hacerle verdadero daño a la
revolución de Fidel Castro no tenía necesidad de hacer nada. La propia
revolución siempre se ha autolesionado. En una oportunidad un amigo mío
que era viceministro me contó que, formando parte de una delegación
oficial de Cuba presidida por el ''comandante de la revolución''
Guillermo García Frías a España, a uno de los guatacones del grupo se le
ocurrió proponer que de noche debía organizarse en la puerta de la
habitación del hotel del comandante una guardia entre ellos, y que en
las 2 horas que él se pasó parado aquella madrugada en aquella puerta,
pensaba que la acción era innecesaria porque ''la CIA para dañar al
régimen cubano pagaría por cuidar y mantener con vida a esas torpes
personalidades de la revolución''. Con vida y salud ellos mismos matan
el proyecto revolucionario.
Nos reímos mucho de su ocurrencia pero no deja de ser verdad. Ahora
mismo con el desarrollo de la tecnología, los satélites, etc., en Cuba
--de una forma u otra-- están entrando los canales del exterior y el
pueblo cubano está disfrutando de programas sin consignas ni contenidos
políticos. Resulta que en estos momentos quien ha provocado luto social
y disgustos en la población cubana no es la CIA, sino el ''comandante de
la revolución'' Ramiro Valdés, que ha determinado que los combates no
son ahora con enemigos en Playa Girón, en el Escambray, en Etiopía o en
Angola. No, hoy son penosos ''combates'' barrio por barrio, manzana por
manzana, cuadra por cuadra, armados con pinzas de cortar para asaltar
los techos del pueblo cubano y evitarles la posibilidad de ver otro
mundo. Hoy el comandante Ramiro Valdés le teme hasta a las imágenes de
un tal Juan Querendón de Univisión.
Acaba de darse el flagelo a las Damas de Blanco en La Habana y no voy a
ocultar mi opinión y sentimientos al respecto. No soy un adversario por
hobby o de los que están sólo con una lupa buscando manchas en el
contrario para ''poner piedras en el camino'' de la apertura cubana.
Trato que mi comportamiento y acciones sean constructivas porque no se
trata de un evento o competencia deportiva, se trata del destino de un
país. Es por todo ello que lamenté que el proceso de reformas graduales
que está llevando el sucesor Raúl Castro se haya opacado con esta burda
acción contra mujeres indefensas. El único reclamo que hacen es que sus
esposos injustamente encarcelados sean liberados. Me encantaría saber
que el coronel que decidió y efectuó este torpe operativo fue citado a
las oficinas de Raúl Castro y acusado de ''agente de la CIA'' y
saboteador de la nueva imagen del régimen y de los pactos que se acaban
de firmar en la ONU.
La acción contra las Damas de Blanco fue otra tremenda autolesión del
régimen, como lo fue el hundimiento del remolcador 13 de Marzo lleno de
niños, el derrumbe de las avionetas civiles, el fusilamiento de unos
jóvenes que no hirieron ni mataron a nadie y fueron sacrificados para
dar un escarmiento, y otras muchas manchas. Nadie se podía imaginar una
mejor divulgación internacional gratuita que las que proporcionaron las
propias autoridades cubanas con sus torpes acciones. No son mentiras las
denuncias de la disidencia. A esa presencia de las Damas de Blanco por
las calles de La Habana se le pone fin ''tirando las rejas'' de sus
inocentes familiares. Cuando la dictadura de Fulgencio Batista, los
padres, hermanos y esposas de los asaltantes al Cuartel Moncada
organizaron un comité de apoyo por la libertad de los asaltantes.
Visitaron emisoras de radio, TV, periódicos, revistas, etc. Y no fueron
maltratados como estas mujeres cubanas. Y aquel dictador firmó una amnistía.
La nación cubana esta atrapada y atrasada entre las autolesiones del
régimen y las propias de una parte de su oposición sin cultura política
moderna y compuesta por muchos ex alumnos egresados de la escuela
terrorista del 26 de Julio. No quisiera autolesionarme como adversario,
pero no sería honesto este análisis si no expresamos que tampoco el
régimen de La Habana tendría que hacer mucho contra una oposición que un
día mató a dos alfabetizadores (Conrado Benítez y Manuel Ascunce
Domenech); que ametralló desde unas lanchas en el mar poblados civiles,
hiriendo a niños y ancianos; que en Miami mató por la espalda a un
simpatizante del diálogo con el régimen; que puso bombas en el carro de
un locutor cubano y le arrancó sus dos piernas porque estaba en contra
del terrorismo; que secuestraron a pescadores en alta mar; que perdió
una batalla política obstaculizando la entrega de un hijo a su padre, y
que un sector --afortunadamente no la mayoría-- cataloga de héroes a
hombres que tumban aviones civiles y pagan a mercenarios extranjeros
para que pongan bombas en hoteles de La Habana.
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