La corrupción viaja en triciclos
Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Los coco taxis aparecieron
en las calles habaneras hace unos dos años. El uso de los coco taxis fue
una de las soluciones para paliar las dificultades del servicio de
transportes públicos en la capital cubana, según las autoridades del
ramo pronosticaron.
Pero como una cosa dice el cliente y otra el cocinero, ya comienzan las
variables del asunto. Primero, los coco taxis tenían una piquera fija
adonde regresaban por obligación después de cada trayecto. Sin embargo,
el tiempo es el viento, y en Cuba todo lo indispone la desidia del
tiempo, porque al cabo del primer año y medio, los vehículos salvadores
del peatón fatigado por tanto caminar comenzaron a perderse de las
piqueras, y por último desaparecieron los carteles que identificaban los
sitios donde se encontraban.
Resulta que una cosa hace el mono y otra la cadena, según indica un
"coco taxista". Este medio de transporte consiste en triciclos
motorizados con una superestructura en forma de coco. Fabricados en
los talleres de transporte carecen de piezas de repuesto. En
consecuencia, los conductores para trabajar son quienes costean las
piezas que arreglan en los talleres mediante pago a los torneros. Por lo
que el precio de la tarifa se encarece.
El-cocotaxi-ya-cobra-en-cualquier-moneda
La tarifa con la que los coco taxis salieron a las calles era de tres
pesos MN el primer kilómetro y, a partir de esa distancia, cobrarían 45
centavos el kilómetro recorrido. Pues, por aquí el entró el varo al
coco, es decir, el dinero.
Sucede que al avistar cualquier coco taxi y hacerle seña al conductor
para que se detenga, ellos pasan raudos frente a uno arrojándonos un
amargo aire de desprecio al rostro. También he acudido a los coco taxis
que parquean frente al Capitolio en medio de la calle Prado, un lugar
repleto de turistas y los precios que demandan por moverse del lugar son
un escándalo.
Hace unos días observé y pude escuchar las frases que una señora con una
niña de la mano le dirigió a un indolente conductor que veía el tiempo
correr sin moverse. La mujer indignada lo calificó de "robo taxi" por lo
alto del precio que pedía.
Así me ocurrió cuando le pedí, por pecado de ingenuidad, que me llevara
del sitio mencionado hasta la calle Carlos III. La respuesta fue.
-Son tres pesos convertibles.
Lo que equivale a 72 pesos MN. Me quedé de una pieza y ni siquiera le
contesté.
Aparte de la necesidad de costear las piezas que se rompen, no es para
tanto. Por otra parte, el precio no se corresponda con la tarifa
oficial. Sucede que ya el coco se pudrió. Y ahora ¿qué?
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