Un hacker en aprietos
El gobierno dice que la informática está al alcance de todos, pero la
gente de a pie apenas puede acceder a una impresora.
Luis Felipe Rojas, Holguín
viernes 23 de noviembre de 2007 6:00:00
Llegó con el pelo largo, un jeans ajustado y una novia peruana. Parecía
un habanero de 20 años, con el desenfado propio de cualquier joven
universitario. Pero todos nos habíamos equivocado. Es de un montecito de
San Germán, fanático a Marco Antonio Solís, Los Bukis y los poemas de
José Ángel Buesa. Sin embargo, fue quien nos trajo hace una década los
discos de Habana Abierta y Pedro Luis Ferrer, una música que él no
entendía mucho pero le agradaba que nos simpatizara.
Hay quienes le dicen 'El Loco', aunque se haya cortado el pelo, no haya
vuelto a la universidad, ni sepa ya de la peruana aquella que le rompió
el pecho de un abrazo y un beso.
Le dicen 'El Hacker', porque se mete en la computadora y es capaz de
arreglarla o dejarla en piezas por unos meses, o sencillamente no
volver. A internet no entra hace dos años, desde que lo expulsaron del
trabajo, pero para todos sigue siendo El Hacker.
La policía de tráfico y la política, que son una y la misma, le han
quitado dos trastos electrónicos que podrían ser una computadora, aunque
no son más que los rastrojos que la boyante economía de la Isla se da el
lujo de botar como desperdicio y él se toma el trabajo de comprar en el
mercado negro a especialistas y estudiantes que andan en las pillerías
de la informática a la criolla. El Hacker arma las máquinas, las usa y
después las vende "para no perder la costumbre".
Las universidades de la Isla exhiben sus flamantes especialidades
informáticas, pero en cualquier oficina de pueblo o ciudad es imposible
imprimir un documento sin que la persona tenga que desgastarse buscando
una cinta nueva, un disquete o un simple permiso para hacerlo, no sin
antes ser requisado minuciosamente.
Roberto González Pérez, a quien deberían apodar El Crack y no El Hacker,
se las arregla para componer, cambiar sistemas operativos, o echar a
andar las PC traídas de Venezuela, Centroamérica u otros destinos a
donde el gobierno envía a "colaboradores" cubanos.
Una maquinita de medio palo
Ahora es un hacker, pero en aprietos. La semana pasada le ocuparon otro
traste, tenía sólo cuatro gigas de capacidad, pero en el barrio de la
loma, donde vive, era la única computadora. Los niños jugaban a
Spiderman, veían los Power Rangers, y hasta editaban fotos digitales
para que luego el fotógrafo de la zona las llevará a copiar a la ciudad.
Vino el jefe de sector, un policía con cara de malo, y le pidió los
papeles de la computadora, de la casa, y le inquirió sobre quiénes le
habían alquilado o vendido la vivienda, por qué no había ido a votar a
las elecciones y por qué no trabajaba. Se lo comió literalmente a
preguntas. Lo encerraron un día entero en los horrorosos calabozos de la
policía municipal. Y cuando le hicieron las primeras interrogantes,
mencionó un código civil que imprimieron y repartieron en el año 1997,
pero nadie en la Isla conoce. Exigió derechos que le han negado y lo
único que ha conseguido es una fianza de 500 pesos. Se puso en huelga de
hambre por cuatro días, pero tuvo que abandonarla para buscarle comida a
los niños y a su mujer.
Ahora anda con los zapatos rotos, unos instaladores para Photoshop y una
memoria flash que quiere reparar.
"Soy un hacker", se dice sin creerlo mucho. Se pasa la mano por la
cabeza mientras acaricia con la otra un aparatito metálico y comenta:
"con otro como este, armo una maquinita de medio palo. La persistencia
también tiene hombre criollo".
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/un-hacker-en-aprietos/(gnews)/1195794000
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