¿Trabajo social o sensacionalista?
Leonel Alberto Pérez Belette
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Reinaldo Ramón Rodríguez
Plaza es un jubilado que dedicó su vida a la formación de jóvenes
músicos. Hoy es un caso social, considerado así por tener un nivel de
vida muy cercano a la pobreza extrema. Vive de su pequeña pensión en un
espacio reducido. No es un opositor al régimen, pero sí una de sus
tantas víctimas.
Su mayor odisea por estos días es que los trabajadores sociales y
quienes los dirigen no le quisieron cambiar el refrigerador por puro
burocratismo. Su caso se torna más ilustrativo de las incoherencias y
las diferencias sociales en la Isla. Sobre todo porque reside en el
barrio Nuevo Vedado, a escasas cuadras de donde comienzan las lujosas
residencias de la cúpula gobernante.
A Reinaldo se le rompió la nevera días antes de que pasara la inspección
de los trabajadores sociales. Debido a una disposición gubernamental no
le pueden cambiar su viejo refrigerador ruso por uno nuevo de
procedencia china. El colmo es que el gobierno orientó que estos
vetustos aparatos rusos ya no pueden ser reparados. Lo que conlleva que
el anciano se encuentre entre la espada y la pared, sudando y sin poder
beber agua fría.
El régimen está llevando adelante un proyecto para vender a particulares
nuevos refrigeradores, a cambio de sus antiguos aparatos. El plan tiene
como propósito el ahorro de energía eléctrica, pero trae aparejados
varios inconvenientes para los más desfavorecidos. En gran medida,
porque conlleva a contraer deudas, en ocasiones impagables, entre otros
inconvenientes.
Decenas de entrevistados opinan que se trata de un fenómeno tan ridículo
que sólo podría ocurrir en Cuba. El estado determina las necesidades del
pueblo y cómo y cuándo resolverlas. Emplean el erario público para
comprar un producto en el mercado internacional que luego te hacen pagar.
A Reinaldo le dijeron los del Poder Popular que más tarde lo atenderían
como caso social que es y lo remitieron al delegado de la zona, pues
contaba ya con una solución para casos similares. Mentiras y más
mentiras. El delegado le confesó a Reinaldo que él no cuenta con ninguna
reserva para atender los casos como el suyo. Incluso se pensaba
distribuir los aparatos hasta donde alcanzasen, como ocurrió con los
televisores marca Panda, de manufactura china, y por los que no pocas
personalidades de renombre se entraron a golpes en las asambleas de los CDR.
Los vecinos comentaron que es una vergüenza que los trabajadores
sociales se ocupen dogmáticamente de cumplir y hacer cumplir las labores
políticas designadas por el régimen y pasen por alto casos similares de
verdadera injusticia social. Nunca se ha visto a uno de estos muchachos
cuidando pacientes cubanos en los hospitales, con la necesidad que hay
de estos menesteres.
Por otro lado, los ciudadanos no han olvidado que muchos de estos
trabajadores sociales, en la práctica, eran vagos a los cuales el
gobierno adoptó y los puso a estudiar con salarios superiores a los de
los obreros.
Estos trabajadores sociales se han visto involucrados en bochornosos
incidentes de corrupción. Algunos casos reseñados por la prensa
oficialista. Un vecino me mostró el reloj Seiko que un trabajador social
le había vendido en 20 pesos convertibles. Relojes que les fueran
obsequiados por el máximo líder, y cuyo precio en el mercado
internacional suele rondar los 100 dólares.
Un vecino terminó por sugerir que algunos de los refrigeradores que se
están desechando no están en mal estado, ni suelen ser grandes
consumidores de corriente eléctrica. Por lo que en vez de ser destruidos
podrían aprovecharse para solucionar los no pocos casos críticos que
existen. Casos como el de Reinaldo, que todavía no tienen ninguno, ni la
posibilidad de adquirirlo.
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