De la necesidad al error
HILDEBRANDO CHAVIANO MONTES | La Habana | 11 de Abril de 2017 - 06:54 CEST.
El día 1 de enero de 1959 se produjo la caída oficial de la dictadura de
Fulgencio Batista. El tirano huyó con un grupo de familiares y cofrades.
Todo el pueblo aplaudió a los barbudos que bajaron de la Sierra Maestra
envueltos en pañolones con vírgenes y adornados con collares y crucifijos.
Precedidos inconcebiblemente por la aureola del fallido ataque al
cuartel Moncada de Santiago de Cuba en julio del año 1953, y con el
fundamento político ideológico de un alegato en contra de la tiranía y
a favor de la instauración de un régimen democrático, la revolución de
la Sierra Maestra tuvo el apoyo de todas las clases del país y de
gobiernos latinoamericanos como el de Rómulo Betancourt en Venezuela y
José Figueres en Costa Rica. Incluso el cónsul de EEUU en Santiago de
Cuba llegó a manifestar a Frank País que si se producía un hecho al
estilo del 30 de noviembre el régimen caería.
El citado hecho previsto por el cónsul norteamericano fue la huelga
general del 9 de abril de 1958 que, aunque fue otro fracaso en lo que
llegaría a ser un rosario de fracasos revolucionarios, en efecto sacudió
lo que quedaba de estabilidad al Gobierno de Batista y dio un brusco
giro a la guerra a partir del descrédito del régimen por los crímenes
cometidos en relación con la huelga y la consiguiente toma de conciencia
de la ciudadanía.
Hasta ahí todo iba bien, pero todos los que cayeron en la lucha
clandestina en las ciudades o combatiendo en las montañas vieron
traicionada su memoria cuando la democracia por la que derramaron la
sangre fue traicionada y en su lugar se instauró un régimen aún más
oprobioso si es que eso era posible.
Se olvidó la Constitución del 40 y las elecciones y en su lugar se
confiscaron bienes a diestra y siniestra, se fusiló por venganza,
pública e indiscriminadamente a esbirros, chivatos, militares sin
crímenes cometidos y personas inocentes sin vínculos con el régimen
anterior pero que por alguna oscura razón cayeron en la mira de los
nuevos esbirros disfrazados de justicieros.
Pero el proceso no se detuvo en el arrebato sangriento de las
revoluciones, la revolución democrática se convirtió de pronto, y a
despecho de lo jurado por su líder, en una revolución comunista con todo
lo que ello implica. Fidel Castro conculcó los derechos a la libertad de
prensa, a la libre expresión, asociación, reunión y demanda, abolió la
propiedad privada y la libre empresa y para lograr semejante control
sobre la sociedad le bastaron los diez primeros años de gobierno.
Si la gestión del Gobierno fidelista se hubiera ajustado al programa del
Moncada, Cuba sería un ejemplo de país próspero y democrático, pero el
comunismo ha demostrado ser un error histórico y los errores se pagan.
El empecinamiento senil en construir algo que no tiene pies ni cabeza
está bastante lejos del "cambiar todo lo que deba ser cambiado". Fidel
Castro primero y sus seguidores detrás, están empantanados en lo que
ellos llaman construcción del socialismo, pero que en realidad no es
nada más que una pesadilla.
La revolución contra la dictadura batistiana era una necesidad y la
huelga del 9 de abril parte del precio que había que pagar, no cabe
duda, pero embarcar a todo el país en una aventura dictatorial hacia lo
que en 1959 podía ser un destino desconocido y que 100 años después de
la revolución bolchevique en Rusia es un reconocido fracaso, es
irresponsable y criminal.
Los únicos que disfrutan los "logros de la revolución" son los generales
y miembros de la elite gobernante. La salud y la educación,
supuestamente gratuitas, no son más que migajas de lo que el Estado
socialista le roba al pueblo trabajador. Después de tanta sangre
derramada está por ver qué rumbo toma la nación cubana en una
encrucijada marcada por la democracia, la economía de mercado y el
desarrollo hacia un lado, y el comunismo, la esclavitud y la miseria del
otro.
Source: De la necesidad al error | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1491841795_30292.html
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