Friday, April 07, 2017

Castro no se atreve a un plebiscito

Castro no se atreve a un plebiscito
Aunque parece que algo se mueve. Desde hace meses se aplican encuestas
sobre el sistema electoral y el unipartidismo
Jueves, abril 6, 2017 | Roberto Jesús Quiñones Haces

GUANTÁNAMO, Cuba.- El General de Ejército Raúl Castro anunció
públicamente al inicio de la actual legislatura que esta tendría que
trabajar duro en la elaboración de numerosos instrumentos jurídicos
centrados en los cambios que necesita el país. Pero a un año de nuevas
elecciones nada se ha hecho.

Aunque parece que algo se mueve. Desde hace meses se están aplicando
encuestas a trabajadores y estudiantes en las que se les pregunta sobre
el sistema electoral, el unipartidismo y los cambios que consideran
necesita el país. Resulta obvio que la dictadura no se arriesgará a
convocar a un plebiscito sabiendo que puede dejarla muy mal parada ante
la opinión pública internacional, si es que se realiza con transparencia
y bajo control de organismos internacionales, únicas garantías de la
credibilidad de su resultado.

En la cúpula gobernante es poco probable que existan muchos que deseen
cambios democráticos que pueden privarlos de sus privilegios, amén del
peso abrumador de un pasado marcado por la sangre y las injusticias.
Quienes no forman parte de la generación histórica de la dictadura pero
ocupan posiciones decisivas en ella tampoco renunciarán fácilmente a las
"mieles del poder".

Tampoco creo que favorezcan los cambios los dirigentes intermedios,
quienes disfrutan de un nivel de vida que no podrían justificar jamás
con sus salarios. Las acciones que estos sujetos realizan en beneficio
propio, o de sus familiares y amigos a costa del erario público
desangran a nuestra economía. Eso, en un país donde el salario promedio
mensual no sobrepasa los quinientos pesos, es escandaloso. ¡Qué decir de
lo que le cuestan al país las vacas sagradas con sus terneritos y
privilegios!

De los burócratas del partido, una fuerza conservadora por naturaleza,
tampoco debe esperarse nada.

Por supuesto que no apoyarán los cambios los altos oficiales de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ministerio del Interior
(MININT), ni muchos de los policías, segurosos y chivatos del MININT,
porque una sociedad democrática y fuertemente institucionalizada no les
permitirá las transgresiones constantes que hoy hacen a la ley.

Tampoco los apoyarán los intelectuales aupados por los medios y que se
han hecho cómplices de las masivas y reiteradas violaciones a los
derechos humanos que se cometen en Cuba desde 1959.

Es poco probable que los cambios interesen a los campesinos más
pudientes, quienes llevan muchísimos años recibiendo grandes beneficios
económicos por su contubernio con funcionarios corruptos o por la
incapacidad del estado para alimentar al pueblo, lo que favorece los
altísimos precios de sus productos. Son ellos, junto con los
transportistas privados, quienes más se han empoderado económicamente
después de los mandantes. Ya hay decenas de miles con abultadas cuentas
en el banco y con fincas que ni siquiera trabajan, pues tienen dinero
suficiente para pagar a jornaleros y mantener un sólido parque de
maquinaria agrícola. Muchos tienen varios autos, casas en el campo, la
ciudad y la playa, viajan al extranjero y se hospedan en los mejores
hoteles cubanos, mientras sus "hermanos proletarios" dependen de un
mísero salario que muchas veces no les permite comprar sus productos
debido a sus precios.

Rechazará los cambios quien asiste diariamente al trabajo sin más
motivación que perder el tiempo a cambio de un salario simbólico, pero
que en la mayoría de los casos devenga sin esfuerzo alguno. No olvidemos
que las zonas de confort son el principal obstáculo a la liberación de
nuestras potencialidades.

Tampoco querrán los cambios quienes conforman las hordas vulgares
afiliadas al reguetón y las conductas antisociales, esos que se pasan el
día tratando de imponer su incultura a cómo sea. Dinero no les falta y a
la policía no les preocupa de dónde lo sacan. ¿En qué otro lugar del
mundo se les permitiría bloquear una acera con una mesa para jugar
dominó, beber ron, escuchar pésima música a todo volumen, permanecer con
el torso desnudo y gritar obscenidades en plena vía pública?

Particulares con negocios como el transporte privado, la construcción,
los alquileres, restaurantes, cafeterías, bares y servicios de
reparación de telefonía y computadoras reciben muchos beneficios. De
ellos quizás sólo apoyen los cambios quienes tienen familias sólidamente
establecidas en el extranjero, por lo que significaría tener más capital
para expandir sus negocios. Pero todavía hay limitaciones jurídicas
aquí, donde los lineamientos económicos del partido único expresan que
no se permitirá la concentración de la riqueza en manos privadas.
También existen regulaciones jurídicas en EE.UU. que impiden la
inversión en Cuba y allí está el grueso de la emigración cubana. Los que
no cuenten con tal posibilidad quizás no apoyen la entrada al país de
inversionistas sagaces que se convertirían en fuertes competidores. No
hay que olvidar que muchos de estos aprendices de capitalista fueron
altos oficiales de las FAR y el MININT.

Quienes se autocalifican como revolucionarios y mantienen el poder desde
1959 han jugado el rol más conservador que recuerde nuestra historia. Y
apena, porque tanta demora en "cambiar todo lo que debe ser cambiado" no
es prudencia sino contumacia.

¿Entonces, quienes quieren los cambios en Cuba? Pues la mayoría del
pueblo, la masa que se levanta sin posibilidad de desayuno ni transporte
cómodo para ir al trabajo o viajar a otra provincia, que malvive con un
salario miserable y más de quince días al mes se acuesta con apenas una
mala comida diaria. La que ve como las prostitutas, los ladrones y los
nuevos ricos gastan decenas de dólares en cerveza mientras ella no puede
comprar una bolsa de leche para sus hijos mayores de siete años. La que
se hacina en inmuebles deteriorados con varias generaciones de
familiares y rumia allí su frustración pero no se atreve a romper la
práctica pavloviana en que la ha sumido la dictadura. Es una fuerza
dormida, pero de incalculable poder.

Source: Castro no se atreve a un plebiscito CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/castro-no-se-atreve-un-plebiscito/

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