Wednesday, February 22, 2017

Soñando en Cuba?

¿Soñando en Cuba?
Los diseñadores del voluble look revolucionario fingen afanarse en
estimular un nuevo pensamiento descolonizador
Martes, febrero 21, 2017 | Víctor Manuel Domínguez

LA HABANA, Cuba.- Mientras los espacios y programas artísticos cubanos
se llenan de un arte farandulero light lucido entre improvisadas
pasarelas militantes y un glamour chulesco de arrabal, que sirven tanto
de tribuna para adoctrinar, como de mercado para vender, los diseñadores
del voluble look revolucionario fingen afanarse en estimular un nuevo
pensamiento descolonizador.

El rasguño en la piedra, concurso periodístico convocado para
"contrarrestar" los procesos e impactos de la globalización cultural en
Cuba, fue premiado en la Feria del libro de La Habana por sus
patrocinadores de la asociación Hermanos Saiz, el programa televisivo La
pupila asombrada, el periódico Juventud Rebelde y la organización
alemana Cuba Sí.

No obstante a la alharaca promocional y al supuesto interés por
controlar los efectos y alcances subliminales de la globalización
cultural, los promotores de estos y otros eventos cubanos con similar
intención, sucumben ante la fuerza mediática y la calidad de muchos
productos extranjeros considerados banales por los pudibundos guardianes
de la identidad nacional, y sobre todo, por la imposibilidad de hacer
creíble u original lo que se hace aquí.

De ahí que toda esta parafernalia que trata de frenar los diversos
modos de asumir o disfrutar la cultura artística cubana con estilos
foráneos, se vea desbordada en su intención de contener un fenómeno que
no deja resquicios de la creación autóctona nacional sin contaminar, a
causa del interés de la población, la mayor posibilidad de acceder a la
información internacional, y a los limitados recursos financieros y
técnicos del país.

Paradójicamente, ninguno de los premiados por este rasguño en defensa de
la identidad cubana, escribió una línea sobre el glamuroso y exclusivo
desfile de Chanel en el Prado habanero, logró acallar con sordinas
revolucionarias el estruendo "globalizador" de los Rolling Stones en
Cuba, cubrió con un manto fidelista las aclamadas curvas y contoneos de
Beyoncé, Paris Hilton o Rihanna en las calles de la capital, o logró
ralentizar con el poder de la palabra cubanía el despliegue de Rápido y
Furioso entre las ruinas del cine nacional.

Además, ¿de qué pensamiento descolonizador pueden hablar quienes para
mantener el control ideológico sobre la sociedad, prohíben filmes,
censuran obras teatrales y literarias cubanas de interés para la
población, y aplauden ridículos remedos de programas extranjerizantes
como La Voz y Fama, según el despliegue escenográfico y musical mostrado
por faranduleros y famoseos de moda, en la nueva onda del espectáculo en
Cuba?

Sonando en Cuba

Sonando en Cuba, el programa televisivo que durante varios domingos
atrajo a la teleaudiencia nacional, a pesar del sabor de la buena música
cubana y la calidad vocal e interpretativa de figuras desconocidas que
aportarían a la cancionista del país, dejó la imagen de un pastiche
donde convergen elementos del colonizado y del colonizador.

Sus realizadores, a contrapelo de quienes lucran o alcanzan espacios de
poder por mostrarse defensores a ultranza de un arte orgánico y apto
para contrarrestar con ideas y formas todo lo que se aparte de un
espectáculo patriótico enmarcado en la apología del proyecto social
cubano, se adentran sin miramientos en una espectacularidad cercana a
lo peor de un reality show, por la mezcla de cursilería y realidad
obtusa que muestran al espectador.

Concursantes sacados de un solar en La Habana o Bejucal, o traídos desde
los más recónditos lugares del país; compiten por la posibilidad de
ganar y producir un disco, integrar una orquesta nacional o volver al
terruño con el oropel de una puesta en escena que si bien copió en parte
el despliegue de lentejuelas y artilugios afines a la banalización
cultural, mostró un rostro diferente a lo que se realiza en Cuba de
forma habitual.

Con una escenografía funcional pese al falso glamour, un guion cargado
de insulsez conceptual, una presentacion que no pudo estar peor, y unos
mentores y jurados que como Paulo FG, Mayito y Haila Mompié insistieron
tanto en dar una imagen de humildad que desbordaron de autosuficiencia
el plató; Sonando en Cuba, aún con su frivolidad, marcó distancia del
espectáculo de campaña diseñado por los guardianes de la revolución.

Lo bueno del programa es que se puede hacer mejor, con mayor
autenticidad, sin huir de lo útil que nos puede aportar la globalización
cultural, ese monstruo presente en cada mente informada y en todos los
espacio del país, más allá de los gritos, consignas y banderolas
nacionalistas lanzados y esgrimidas por quienes sudan divisas y nos
racionalizan y politizan la recreación.

Soñar en Cuba no cuesta nada, pero materializar los sueños es difícil
por el férreo control político, las babosadas ideológicas, y el
desmesurado afán de imponer una cultura de masas anodina y servil, muy
lejos de lo soñado por los creadores, e indeseable para una población
necesitada de un cambio urgente de imagen y contenido en la concepción
artística nacional.

Al parecer, contrarrestar con parecidas armas de fastuosidad banal la
colonización estética que se quiere imponer, es lo único a mano y la
fórmula ideada para maquillar una impronta cultural desbordada de gris
a causa de la censura, el intrusismo, la falta recursos y de
imaginación, de un arte obligado a estar sometido a la política
cultural de la revolución.

vicmadomingues55@gmail.com

Source: ¿Soñando en Cuba? CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/cultura/sonando-en-cuba/

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