Thursday, February 23, 2017

Entre la intolerancia y la ingenuidad

Entre la intolerancia y la ingenuidad
Que acaben de abrir los ojos quienes creyeron que el diálogo y las
concesiones cambiarían la esencia despótica del castrismo
Jueves, febrero 23, 2017 | Roberto Jesús Quiñones Haces

GUANTÁNAMO, Cuba.- La negativa del castrismo a que Luis Almagro,
secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA),
Felipe Calderón, expresidente de México y otras personalidades políticas
visitaran La Habana para recibir el premio que otorga el Movimiento
Cristiano Liberación, creado por Oswaldo Payá Sardiñas y liderado
actualmente por su hija Rosa María, no causa asombro en quienes
conocemos que la intolerancia es una de las características del castrismo.

La decisión ha provocado un rechazo hemisférico inmediato. Queda por ver
si de ahí no pasa el asunto pues vivimos en una coyuntura donde importan
más los dividendos políticos y económicos que la suerte de la democracia.

Después que Luis Almagro, Felipe Calderón y otras personalidades
políticas publicaron sus declaraciones al respecto llegó la retórica del
castrismo intentando justificar lo injustificable. Seguramente ya el
Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) y el Ministerio de
Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX) han orientado a las asociaciones
de amistad y solidaridad con Cuba —léase con el castrismo— y a las
comunidades de residentes cubanos en el exterior a que se pronuncien. Ya
lo hizo la denominada Asociación de Amigos de Cuba en Nicaragua.

Es bueno que esto ocurra para que los políticos que alguna vez han
respaldado incondicionalmente al castrismo y han callado ante las
reiteradas y masivas violaciones de los derechos humanos que este comete
contra sus ciudadanos, acaben de percatarse que su complicidad con tales
abusos no les garantiza siquiera un trato decente. Los que creyeron que
el diálogo y las concesiones cambiarían la esencia despótica del
castrismo que acaben de abrir los ojos.

Si alguien tiene dudas añado que coincidiendo con estos sucesos, ayer
miércoles la prestigiosa organización Amnistía Internacional (AI) dio a
conocer su informe anual sobre el estado de los derechos humanos en el
mundo durante el 2016. Al respecto AI afirma que en Cuba continúan las
restricciones a elementales libertades civiles y políticas reconocidas
internacionalmente y que ha habido un aumento de las detenciones y el
acoso a los opositores pacíficos.

Según el informe, entre octubre del 2015 y julio del 2016 más de 46 000
cubanos entraron en EE.UU, una cifra algo mayor que en el 2015 y que
dobla la registrada durante el 2014 —afirmación del Centro de
Investigación Pew citado por AI— algo que demuestra la desesperanza que
permea a la sociedad cubana, sobre todo a su juventud ante la carencia
de expectativas en un país escaso de posibilidades de progreso y de
derechos para todos.

El informe detalla que el gobierno cubano no ha ratificado el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos ni el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que había firmado en el
2008.Tampoco ha ratificado el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional, ni le ha reconocido competencia al Comité contra la
Tortura ni al Comité contra la Desaparición Forzada, ambos
pertenecientes a la ONU, para recibir y examinar comunicaciones
presentadas por víctimas u otros Estados Partes, algo que resulta
extraño si nos atenemos a que el castrismo ha reiterado que aquí no se
maltrata, tortura ni desaparece a nadie.

Entre otras referencias al ejercicio de las libertades civiles y
políticas universalmente reconocidas excepto en Cuba y otros miembros de
la comparsa represiva internacional, destaca la complicidad del sistema
judicial cubano con tales violaciones, el escaso acceso a Internet de la
población y el control que ejerce el castrismo sobre el libre flujo de
la información al censurar contenidos de la redes, así como la
entronización de la práctica de detenciones y reclusiones arbitrarias,
al extremo de que la Comisión Cubana de Derechos Humanos y
Reconciliación Nacional (CCDHRN) documentó una media de 862 de ellas
entre enero y noviembre del 2016.

Esa realidad fue obviada por Luis Almagro cuando fue canciller del
gobierno de Mujica y por Felipe Calderón cuando fue presidente de
México. Ninguno se pronunció entonces en los foros internacionales sobre
estas flagrantes violaciones de los derechos humanos que se cometen en
Cuba desde 1959. Todo lo contrario, hicieron como los monos sabios.

Si pensaron que el régimen les permitiría ejercer actos legítimos en
cualquier otra parte del mundo, como ir a un país a recibir un premio
otorgado por una organización civil, mucho más teniendo en cuenta que
son políticos de relevancia continental, se equivocaron. El castrismo es
otra cosa y es necesario que los políticos democráticos acaben de
entenderlo. La dictadura aún es fuerte, lo seguirá siendo mientras más
apoyo internacional reciba, mientras pueda contar con un Mecenas que
sufrague sus gastos en fracasos y delirios y hasta que la oposición
pacífica no se una en un efectivo frente común.

Ojalá este suceso ponga a pensar a muchos políticos de este hemisferio y
de Europa y, mejor aún, permita que en lo adelante asuman posiciones
verdaderamente dignas ante la única dictadura del hemisferio occidental.
La ingenuidad tiene límites y el castrismo los puso hace mucho tiempo.
Que esos políticos no quieran percatarse ya es harina de otro costal.

Source: Entre la intolerancia y la ingenuidad CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/castro-y-almagro-entre-la-intolerancia-y-la-ingenuidad/

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