Saturday, April 23, 2016

Eutanasia pasiva

Eutanasia pasiva
FRANCISCO ALMAGRO DOMÍNGUEZ | Miami | 23 Abr 2016 - 9:47 am.

El VII Congreso del PCC acaba de dar un frenazo en seco a todas las
impostergables reformas que les hubieran garantizado a los comunistas un
futuro en la Cuba democrática e inclusiva que por necesidad histórica
deberá suceder. Las huellas dejadas en el pavimento nacional e
internacional son muy visibles: "conceptualizar" un modelo económico que
con más de medio siglo de práctica no se sabe qué cosa es; hacer
proyecciones de desarrollo hasta el 2030, o sea, cuando la mayoría de
los que leemos estas líneas o no estemos sobre sobre la tierra, o ya no
podamos ni leer; y hacer cambios a la Constitución en los próximos años,
tan cercanos como el próximo Congreso, si eso es posible. El freno y la
marcha atrás internacional han tenido que ver con el efecto Obama; no se
puede ser afroamericano, padre, esposo y yerno ejemplar, presidente de
Estados Unidos dos veces y hablar tan bonito de paz y amistad en medio
de La Habana.

La aplicación de la palanca de emergencia por parte del liderazgo
histórico es comprensible. Buscan salvar el pellejo. O mirándolo desde
una duda razonable: se responsabilizan hasta el final con el desastre.
Pero no es una movida dadivosa, ni siquiera compasiva. Las llantas que
les dejan a quienes deban conducir los destinos de la Isla en solo dos o
tres años están a punto de reventar. A la escasez crónica de cosas
materiales, como escribió un articulista en estas páginas, se le suma
ahora la incapacidad de vender ilusiones. Y añadiría que ni seguridades
presentes, esto último, muy grave.

Al no flexibilizarse el régimen lo suficiente para capear el temporal,
habrá de suceder la parábola del viejo sauce y el roble; la tempestad
arranca de cuajo al roble mientras el sauce se mueve al ritmo de los
vientos y permanece. Es precisamente esa borrasca que ya se ve en el
horizonte, la que muchos temen con razón; están dadas todas las
condiciones para que se desate la tormenta perfecta.

Como si se hubieran puesto de acuerdo, el deshielo norteamericano ha
hecho visible como nunca el peligro de un final catastrófico dentro de
Cuba. Al salirse del atrapamiento víctima-victimario, y dejar al
contrario sin argumentos plausibles, la actual administración desbrozó
el camino para derogar la Ley de Ajuste, el embargo y toda medida
punitiva, "condenando" a los cubanos a la desobediencia y la
insurrección interna. Quien ocupe la Casa Blanca, demócrata o
republicano, tendrá que seguir los pasos ambiguos, y por eso mismo
letales, que ha andado ya el presidente Obama.

"Esto es un problema de los cubanos", parecen decir los vecinos del
Norte, y aunque parezca mendaz, egoísta, es una verdad en toda regla.
Pertenece solo a los cubanos arreglar sus asuntos. Quienes hemos vivido
por acá sabemos muy bien cómo desde niños los norteamericanos son
criados en la autosuficiencia —en el sentido real del termino— y la
responsabilidad individual; cada cual a lo suyo para que prevalezca el
respeto y la madurez social. Como latinos, a veces nos puede chocar
cierta falta de solidaridad, de protección a lo ajeno. El norteamericano
medio, es bueno que se sepa de una vez, no hace nada por los otros que
no sea capaz de hacer por él mismo. Deberíamos volver a leer a José
Martí en sus Escenas norteamericanas para comprender cuán alejados
estamos de la idiosincrasia anglo.

Dadas la inflexibilidades de un lado, y el "dejar hacer" de la otra
orilla, los próximos años pueden ser muy duros para los cubanos. En la
Isla la crisis económica y social irá in crescendo pues no hay
soluciones ni a corto ni a mediano plazos. Los amigos del socialismo del
siglo XXI sufren toda suerte de percances. Y del lado de acá, el
gobierno norteamericano acaba de decretar el caso cubano listo para para
hospicio, como le dicen por aquí a la situación en que colocan al
incurable cuando ya la vida está a punto de terminar.

La metáfora de la eutanasia puede ser muy conveniente en este asunto.
Llamamos eutanasia a ponerle fin a la vida para evitar sufrimientos
excesivos, innecesarios. La eutanasia activa consiste en aplicar
medicamentos o venenos que terminarían con la vida sufriente de manera
abrupta. Como sabemos, es un proceder muy discutido desde el punto de
vista legal, ético y religioso. Ese parece fue el camino que varias
administraciones norteamericanas ensayaron durante más de medio siglo, y
el moribundo, testarudo como Rasputín, de los venenos surgía con más fuerza.

La eutanasia pasiva consiste en retirar los soportes artificiales,
activos, al enfermo irrecuperable. Solo darle lo esencial para que no
sufra en exceso, como calmantes, agua, alguna comida frugal si la desea.
De alguna manera, es un procedimiento que cabe dentro de lo legal, y no
se enfrenta a dilemas éticos o religiosos pues la enfermedad terminal
sigue su curso hacia la muerte. La eutanasia pasiva evita sufrimientos
adicionales porque el moribundo deja de recibir pinchazos, operaciones y
venenos que, como en la medicina homeopática, podrían ser vivificadores.
Para los dolientes puede ser un proceso largo. Pero los exime de culpas.
Para los facultativos es un alivio; nada pueden hacer ya por la vida,
pero tampoco harán nada por la muerte. Al final, todos salen aliviados y
sin culpas. La muerte, lo saben, es un proceso natural y hay que dejarla
hacer.

Source: Eutanasia pasiva | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1461364837_21875.html

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