Viernes, Marzo 2, 2012 | Por Alberto Méndez Castelló
PUERTO PADRE, Cuba, marzo, www.cubanet.org -Alcohólico, enfermizo,
descrito ya desde su adolescencia por sus profesores como mediocre, por
su bajo rendimiento escolar, adscripto a las Fuerzas Armadas, luego al
Ministerio del Interior. Ascendido y luego degradado, por conducta
impropia. Hoy, nada menos que teniente coronel, cierto oficial
residente en Puerto Padre es un ejemplo de lo que algunos llaman terror
totalitario.
"Yo no sabía que este también era informante tuyo", dijo cierto
directivo de la Empresa de Telecomunicaciones, cuando, hace dos semanas,
llegó a casa del policía y se encontró con otro funcionario
administrativo muy conocido por él.
No era nada raro: convertido en sitio de contactos, el domicilio del
gendarme es centro de peregrinaje de la más extraña fauna de corruptos
que se pueda imaginar.
Funcionarios políticos, administrativos, soplones profesionales,
delincuentes de cuello blanco, maleantes con guantes y antifaz, y hasta
devotos de la iglesia evangélica, se dan cita allí. El Vice Presidente
del Poder Popular Municipal es uno de los más asiduos visitantes de la
improvisada gendarmería. Hace poco acudió al lugar nadie menos que el
Primer Secretario del Partido Comunista en el municipio.
Ante concurrencia tan variopinta, uno se pregunta qué hace esta gente
congregándose en un lugar tan inadecuado.
Según Friedrich y Brzezinski, todas las dictaduras totalitarias poseen
ese rasgo distintivo: un sistema de terror, físico o psíquico, ejercido
a través del partido comunista y de su policía secreta, que si bien
apoya al partido, también supervisa a sus líderes. Por lo que nadie, a
ningún nivel, queda fuera de ese ojo que todo lo ve.
Con todo, el terror totalitario tiene una contrapartida de mayor
magnitud que el mismo patriotismo. Esta es la corrupción. Y en ningún
otro sitio hay tanta corrupción como en el seno de esa policía política
que precisamente está encargada de aplicar el terror totalitario. Cuba
es un buen ejemplo. Lástima que llegada la hora de la democracia,
tengamos que arar con esos bueyes.
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