Jueves, Diciembre 8, 2011 | Por Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -El periodista Luis Báez
arriba a sus 75 cumpleaños. Se trata del autor de varios libros
dedicados a Fidel Castro, entre ellos Absuelto por la historia, El
mérito es estar vivo, y Así es Fidel. Pero también de otros textos de
entrevistas como Los que se fueron, Los que se quedaron, y Secretos de
generales. Por cierto, estos dos últimos, tal vez más que ningún otro,
develan facetas del accionar poco escrupuloso de los gobernantes cubanos.
En Los que se quedaron, por ejemplo, hallamos la represión contra los
que se suponían desafectos políticos a raíz de los sucesos de Playa
Girón en 1961. Hasta un intelectual que después devino un castrista
consumado, como Enrique Núñez Rodríguez, en ese momento fue a parar a la
cárcel. Secretos de generales, por su parte, nos muestra la activa
participación de militares cubanos en movimientos guerrilleros de otros
países.
Pero sucede que Luis Báez no ha sido un periodista cualquiera, sino un
hombre que se vanagloria en afirmar que su gran valor no son los libros
que ha escrito, sino su lealtad a la revolución y a Fidel Castro. Esta
autocensura que se impone jubilosamente el señor Báez, no solo es
criticable desde el punto de vista de los que amamos la objetividad y la
libertad de expresión. Lo es también desde la propia posición
oficialista que trata de aparentar cierta apertura.
En momentos en que el Proyecto de Documento Base para la Primera
Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba aboga por que los
medios de comunicación masiva "sean una plataforma eficaz de expresión
para la cultura y el debate, ofrezcan caminos al análisis y el ejercicio
permanente de la opinión, desarrollen un periodismo objetivo y de
investigación que destierre la autocensura, y suprima las nocivas
manifestaciones del secretismo", el señor Luis Báez se aparece con
criterios enmarcados en un periodismo de abyección que nos traslada al
culto a la personalidad de Stalin, Mao y la dinastía Kim en Corea del Norte.
Veamos pues esas opiniones que publica el periódico Juventud Rebelde (en
su edición del sábado 26 de noviembre), en una entrevista a propósito
del referido cumpleaños. Con respecto a la objetividad, Báez expresa lo
siguiente: "Todo lo que perjudica a la Revolución, yo no lo hago, no lo
publico. Lo que beneficia a la Revolución es lo que publico. No creo que
el periodista tiene que ser objetivo e independiente; aquí el periodista
tiene que ser revolucionario, porque tenemos a 90 millas a Estados
Unidos, y tenemos un bloqueo".
Cuando le preguntaron por el reto que enfrenta el actual periodismo
cubano, Báez declara que "Primero que todo, para ser periodista hay que
ser revolucionario. Si tú no eres revolucionario, no puedes ser
periodista, ese es el principal reto".
Y al referirse a la censura, el entrevistado aprovecha para ofrecer la
respuesta que más debe de haberle agradado: "No existe la palabra
censura en mi trabajo, me censuro yo. Soy consecuente con mi trabajo,
nada que pueda herir a Fidel, tú lo verás en mis libros. Yo soy
fidelista por encima de todas las cosas, yo soy castrista de Fidel y de
Raúl".
No dudo de que estemos en presencia de una especie de pieza museable que
despierte la curiosidad de quienes se acerquen a ella, pero que, sobre
todo, denota su anacronismo.
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