Monday, September 26, 2011

Cuba, una salud a duras penas

Cuba, una salud a duras penas

En Cuba, cuando alguien necesita servicios médicos lo primero que hace
es buscarse un amigo que trabaje en salud pública.

Rolando Cartaya, especial para martinoticias.com 26 de septiembre de 2011

El sistema de salud pública de Cuba debe ser una de las siete maravillas
del mundo moderno. O al menos eso es lo que deben creer quienes lo
conozcan por un video promocional de la clínica "Cira García" colgado en
Youtube. La instalación del reparto Kohly es una de las mecas del
turismo de salud, para extranjeros con divisas.

Dice la locutora que la clínica brinda servicios especializados con las
comodidades y el confort de las instituciones médicas modernas de su
tipo: habitaciones y suites privadas, con cama electrónica, óxigeno
directo, cama para acompañante, baño con agua fría y caliente,
televisión por satélite, caja de valores, intercomunicación con la
enfermería y comunicación internacional. Para el transporte de los
pacientes dispone de ambulancias para cuidados normales e intensivos,
microbuses y autos.

También ayudan a esa percepción celestial de la salud en Cuba artículos
publicados en sitios web de la Izquierda y la ultraizquierda, como
Kaosenlared o Rebelión. De este último saqué estos párrafos de un
artículo que firma Sarah Van Gelder, "¿Por qué Cuba está exportando su
salud pública a los pobres del mundo?":

"Todas las personas tienen acceso a médicos, enfermeras, especialistas y
medicinas".

"Cuando los problemas de salud se escapan de la capacidad del médico de
familia, los policlínicos proporcionan especialistas, operaciones
ambulatorias, fisioterapia, rehabilitación, y servicios de laboratorio.
Los que necesitan ser hospitalizados pueden ir a los hospitales".

En teoría, así debería ser, se supone que en el socialismo cubano la
atención a la salud es un derecho del pueblo, pero que los compre quien
no los conozca.

¿Cómo funciona, ahora mismo, en la vida real?

En una crónica titulada "El sistema en que vivimos", dice Amarilis
Cortina Rey en el último número del semanario Primavera Digital que en
Cuba, cuando alguien necesita servicios médicos lo primero que hace es
buscarse un amigo que trabaje en salud pública. Si es un médico, mejor,
pero igual sirve una enfermera, un radiólogo, o el que limpia el piso,
siempre que lo limpie en el hospital donde se supone que deben prestar
la atención sin cobrar un centavo, porque la medicina es "gratis".

Por eso fue --explica Amarylis-- que su vecina Ibis recurrió a un médico
amigo para "resolver" un turno de ultrasonido. Quería comprobar si
estaba embarazada, pero si hubiera esperado su turno normal, el trabajo
de parto la habría sorprendido sin haberse hecho el examen.

Ibis llegó al lugar donde se hacen las ecografías y después de saludar
a las presentes empujó la puerta y se dirigió a la técnica de
ultrasonido, que estaba trabajando con una paciente: "Seño, yo vengo de
parte del doctor Martínez".

La técnica le preguntó si tenía la vejiga llena, y luego le dijo:
"Quédate por ahí, cerca de la puerta, que yo te llamo".

Mientras se abría un espacio afuera, entre las mujeres que se
aglomeraban cerca de la puerta esperando su turno, Ibis se encontró con
las miradas desafiantes de quienes no estaban dispuestas a cederle ni un
minuto para que ella resolviera su problema.

"Yo estoy aquí desde las seis de la mañana, y por delante de mí, no pasa
nadie", exclamó en tono vulgar una joven negra.

Las demás la secundaron: "¡Tu no ves que uno está aquí orinándose, para
tener que esperar más de lo que ya nos toca!".

Ibis le contó a Amarylis que se sentía en ascuas, pero que no dijo nada
mientras aquellas mujeres defendían su turno, posiblemente asignado
varios meses atrás.

"Yo no quería colarme; sólo quería poder atenderme ese día. Pero estaban
tan alteradas que si llego a abrir la boca, me tragan", recuerda.

En medio de aquel ambiente de hostilidad, llegó un señor muy pálido, de
la mano de su esposa. Los dos también se recostaron a la pared próxima a
la puerta. Cuando la mujer fue a tratar de hablar con la técnica, una de
las que esperaba saltó:

-"Mira, yo no sé con qué intenciones vienes tú, pero ahora, me toca a mí".

-"El viene remitido de urgencia, y tiene un dolor"- respondió la señora.
Otra de las que esperaba le contestó: -"Bueno, pues si tiene un dolor
¡que pase!, y nosotras seguimos aguantando".

Cuenta Ibis que al escuchar tanta algarabía salió la técnica a pedir un
poco de orden, momento que aprovechó el hombre para decirle:- "Mire, lo
mío es una urgencia, tengo un dolor muy fuerte, y me mandaron para acá".

-"Ah, sí, pero yo con un dolor no lo puedo ver", le contestó ella, "En
el cuerpo de guardia, se lo tienen que calmar, y después, mandarlo aquí".

Mientras la discusión se dilataba, las mujeres que esperaban también
empezaron a protestar. Entonces los familiares de una anciana que daba
gritos de dolor sobre una camilla pretendíeron pasar con ella por el
estrecho pasillo escenario de aquel conflicto.

-"Bueno, pues si no hay ambulancia, me la tengo que llevar en un taxi,
pero así aquí no se puede quedar"- expresó un joven que guiaba, con
mucho trabajo, la camilla de su abuela entre el grupo de mujeres, que a
duras penas le dieron paso.

" A pesar de todo el barullo decidí quedarme", repone Ibis. "Tuve que
esperar varias horas, pero al fin pude saber que tenía seis semanas. A
la técnica le dejé un chavito, un pesito convertible, para que se
comprara un refresco. Y así ella quedó contenta y agradecida, y yo,
también".

Termina diciendo Amarylis Cortina en Primavera Digital que esta
historia, que se desarrolló en un pueblo del sur de la Habana, no es un
hecho aislado: es la cotidianidad del sistema de salud en Cuba.

http://www.martinoticias.com/noticias/Cuba-una-salud-a-duras-penas-130556483.html

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