Monday, April 25, 2011 | Por Francisco Chaviano González
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) – Al cumplirse otro aniversario
de la contienda de Playa Girón y de la declaración del carácter
socialista de la dictadura, por boca de Fidel Castro, el gobierno cubano
no escatimó recursos para el desfile y la parada militar que realizó
para conmemorar la fecha.
En el inicio de la marcha, Maidel Gómez, presidenta de la Federación
Estudiantil Universitaria (FEU), dijo: "Los jóvenes cubanos no son
reprimidos por reclamar sus derechos como ocurre en otras partes del
mundo". Pero las quejas de muchos estudiantes, que fueron obligados a
participar en el desfile, me recordaron el acto de repudio realizado
por los estudiantes contra el profesor Félix Bonne, luego de ser
expulsado de la universidad. Los mismos alumnos que lo abuchearon luego
reconocieron que lo hicieron por temor a ser ellos expulsados y perder
el derecho a continuar estudiando sus carreras.
La joven de la FEU también expresó: "Defendemos la revolución porque la
línea es certera, el socialismo hace al hombre y el capitalismo lo
encadena". Sin embargo, el gobierno, como norma general, paga menos de
un dólar el día a los trabajadores, que se encuentran entre los peor
remunerados y más explotados del hemisferio.
El socialismo, instaurado hace 50 años, redujo casi a la nada la
producción de azúcar, acabó con la ganadería, la agricultura, la
producción industrial, los servicios, y convirtió al país en uno de
los más pobres del continente. Tal realidad pretenden ocultarla con
propaganda y represión, y haciendo, mediante el total control de los
medios, que los cubanos sepamos del mundo solo lo que conviene a los
gobernantes.
Al igual que en lo económico, hemos tocado fondo en lo social: la
prostitución campea por su respeto, los trabajadores sólo piensan en
malversar, como medio de compensar sus miserables salarios que no dan
para sobrevivir. El delito forma parte intrínseca de la existencia del
cubano.
Pronto, según disposición del régimen, quedarán sin empleo más de un
millón y medio de trabajadores y, con el propósito, según dicen, de
ponerle freno a la crisis, se ha propuesto permitir la creación de
pequeñas y medianas empresas privadas. Pero las leyes que estipulan la
medida están viciadas, principalmente por los desmedidos impuestos que
gravitan sobre los posibles nuevos negocios, asfixiándolos hasta
hacerlos inviables.
Todo indica que el régimen, luego del VI Congreso, continuará con la
retórica acostumbrada. Es el ocaso del socialismo.
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