Tuesday, July 22, 2008

Por un nuevo anticastrismo

Publicado el lunes 21 de julio del 2008

Por un nuevo anticastrismo
ALEJANDRO ARMENGOL

No es que el exilio ha dejado de ser anticastrista, sino que el
anticastrismo ha cambiado de forma. Ha dejado de ser vocinglero y
pueril. No le interesa perseguir músicos y tampoco se regodea en la
nostalgia de una Cuba anterior a 1959. Incorpora los valores culturales
de esa época y tira por la borda la exaltación pueblerina de un país
plagado de pobreza, corrupción y asesinatos. Condena a la dictadura de
Batista con igual fuerza que al régimen de Castro. Entiende lo ocurrido
en la isla en casi medio siglo como un proceso con razones y causas, no
como un destino espurio.

Durante décadas se le ha otorgado validez histórica y política a los
planteamientos de un grupo que no sólo carece de representación respecto
a la situación cubana actual, sino incluso cuando se habla del ``exilio
histórico''.

La imagen de ese mal llamado ''exilio histórico'' ha sido secuestrada,
en buena medida, por una serie de arribistas, con la conveniencia
alojada en sus bolsillos, que buscan determinar, en cualquier esquina,
si la actitud de otros frente al régimen de La Habana es buena o mala
para el bienestar de los que viven en una nación que les resulta cercana
y lejana al mismo tiempo. Un país que ellos cada vez conocen menos.

Aliados en diferentes momentos con asesinos, estafadores y dictadores de
Latinoamérica, admiradores de terroristas, seguidores del peor
gobernante norteamericano de los últimos tiempos y partidarios de un
totalitarismo de derecha para el futuro de Cuba se refugian en un pasado
culpable.

Se trata de un nuevo intento --llamarlo desesperado suena melodramático,
considerarlo inútil es ser demasiado generoso-- de imponer a la isla un
pasado muerto en todas partes, salvo en la mente de algunos tomadores de
café de la Calle Ocho: batistianos por McCain.

No es el caso ahora de acudir a barreras generacionales, ni tampoco de
estampar cuños de entrada a Estados Unidos. La falsa división entre el
''yo estaba aquí y tú acabas de llegar'' sólo sirve para tergiversar el
problema. La existencia de organizaciones, líderes exiliados y puntos de
vista que no responden al estereotipo de una comunidad intransigente e
ignorante, fácil de manipular por demagogos del micrófono, es una prueba
diaria de que el exilio no se reduce a un par de titiriteros que buscan
captar la atención de una cámara. Sirvan de ejemplo el Cuban Study
Group, la Fundación Nacional Cubano Americana, el grupo Democracia, La
Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, el Comité Cubano Pro
Derechos Humanos y otros. Tampoco es hacer un inventario de afinidades,
sino señalar algunos, no los únicos, que no se limitan a un enfoque de
complacencia e intereses estrechos al abordar el problema cubano.

El nuevo anticastrismo admite el diálogo con Cuba, que no es sinónimo de
complicidad con La Habana. Reniega de farsantes y está en contra de
legisladores que en realidad no los representan en Washington. No quiere
agitadores en el Congreso, sino hombres y mujeres capaces, que se
preocupen por los problemas de sus distritos. Rechaza la demagogia
porque la conoce demasiado. Está a favor de la cordura y la simpatía.
Huye de los discursos altisonantes de cualquier orilla. No quiere una
vuelta al pasado. Apuesta por el futuro.

Las preguntas se repiten y la respuesta es una sola y no cambia con los
años: ¿Qué ha logrado Unidad Cubana en su supuesta labor en favor de la
libertad y la democracia en Cuba? ¿Cuáles son los méritos de Vigilia
Mambisa en apoyo de la libertad cubana? ¿Ha tenido efectividad alguna,
dentro de la isla, la campaña ''Yo no coopero'', organizada por el
Directorio Democrático Cubano, MAR por Cuba y otros grupos similares?
¿Qué función cumplen, respecto al objetivo de llevar la democracia a la
isla, los Municipios de Cuba en el Exilio? ¿Dónde están los resultados
alcanzados por el Consejo por la Libertad de Cuba, en la lucha por un
mejor futuro para los ciudadanos cubanos? Al buscar los logros de
organizaciones tan diversas, según los objetivos que éstas proclaman, no
se encuentran en parte alguna. Son cero, nulos. Puro cuento y gritería.
Falta total de resultados y una propaganda incesante de su labor. No en
la isla sino en Miami.

No resulta nuevo ni sorprendente la ausencia de resultados positivos.
Ese empecinamiento en estrategias caducas, que se niegan a cambiar,
responde a un interés en primer lugar político y fundamentalmente económico.

Antes que enfrentar una nueva realidad y ponerse a tono con la situación
mundial imperante, prefieren la política del avestruz. Son incapaces de
llevar a cabo lo que hace cualquier grupo enfrentado a un enemigo
poderoso y que no da muestras de debilitamiento: adaptarse a las
circunstancias.

Esta aparente falta de preocupación, que los lleva a no modificar sus
estrategias, para ser más eficaces en sus objetivos, obedece a un fin
muy preciso.

En última instancia, la estrategia de estas organizaciones ha sido un
éxito total a través de los años, porque su objetivo nunca ha sido
llevar la democracia a Cuba, como se empeñan en repetir quienes la
dirigen, sino imponer sus criterios en el exilio. Si todas se aferran a
la política absurda del embargo, no es porque vean en éste la forma más
adecuada de presionar al gobierno de La Habana, sino porque es una
bandera fácil con la cual proclamar que sus criterios se escuchan, son
poderosas, su voz se oye en Washington.

Si el fin de todo grupo político es obtener el poder o influir sobre una
situación, las organizaciones más retrógradas del exilio de Miami han
logrado un triunfo parcial, al contribuir a perpetuar un estado de
opinión en que se define a los cubanos que viven en esta ciudad como un
conjunto de vocingleros, intransigentes y abanderados de ideas
obsoletas. Nada mejor para ello que apropiarse del anticastrismo en
beneficio propio. Porque a fin de cuentas, éste es su verdadero y único
objetivo.

aarmengol@herald.com

http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/247066.html

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