2008-07-12.
León Padrón Azcuy, Presidente del Partido Liberal Nacional Cubano
Desde hace 49 años y 6 meses, los cubanos hemos sido sometidos a
engañosas y burdas tácticas populistas que proyectaron promocionar un
sistema, donde la justicia, la equidad y el "hombre nuevo" de cara a la
humildad, fuera nuestro eterno compromiso. Intentaron hacernos creer
que, un hombre con designios iluminados, resolvería todos los acuciantes
problemas de Cuba de una manera justa, organizada y coherente. A su vez,
seriamos garante de tan encomiable ejemplo.
Este supuesto paraíso se ha presentado al mundo durante esta larga
travesía. Desde luego, nada de inspecciones, cero comentarios fuera del
conglomerado estatal, y sobre todo una sola opinión, la oficial. El
incumpliendo de esto último es punible; el que lo dude ahí están los más
de doscientos presos políticos para corroborarlo, y los miles que han
sufrido las cárceles por las mismas razones, entre otros sadismos.
Al fin y al cabo esta absurda ideología ha sido una utopía engalanada de
una gran falacia, que solo logró convertir al pueblo de Cuba en una isla
esclava, carente de los más elementales derechos, y que ha obligado a
sus pobladores a disminuir su autoestima y su voluntad. Tales desmanes,
han sido posible por el férreo control totalitario que somete a cada uno
de los ciudadanos, secundado por un aparato opresor, siempre disponible.
Otras insoslayables premisas para mantener en lo más profundo de los
ostracismos a este pueblo, se sostienen en un poderoso plan de
desinformación y un constante adoctrinamiento. Los "inteligentes"
dirigentes comunistas, durante casi medio siglo, se han embotado
intentando hacernos creer que la "Revolución" es la salvación de la
nación, asimismo han sostenido que es irreversible. Mas los cubanos
sabemos por experiencia, que resultó ser un experimento mezclado con una
hipótesis importada de ultramar, y que irremediablemente es un total
fracaso que ya desborda la paciencia de este laborioso y noble pueblo.
Hoy Cuba, casi medio siglo después, país que en su tiempo fuera puntero
en la región y un poco más allá, "la llave del golfo," exhibe una
gemebunda sociedad secuestrada, y anquilosada en el tiempo.
Varias generaciones han perdido su juventud creyéndose que el futuro
luminoso estaba al doblar del tiempo. Ellos y otros, cursaron sus
estudios, llenos de sueños, y comprobaron que no les sirvió para nada
jornadas fatigosas, esteriotipando hasta la saciedad: "pioneros por el
comunismo, seremos como el Che".
Hoy lo ven, como un tiempo perdido. Muchos de ellos están en el exilio,
otros han largado los dientes en el surco, en las fábricas, o en sus
maltrechos hogares, esperando aún por el sueño revolucionario. Todas sus
creencias cayeron en un saco sin fondo que yerra hasta los días de hoy.
La creencia de que con el sudor de su frente y trabajando para el estado
comunista y paternalista, obtendrían remuneración para mantenerse
dignamente y a su vez ayudar a la familia, fue una tomadura de pelo que
resultó ser una quimera. Les impusieron su ideología, sus reglas y los
amordazaron.
El régimen le conculcó el derecho a la libre sindicalización, suprimió
el derecho a la huelga. La realidad fue otra. Cercenaron todo tipo de
gestión creadora que vaya más allá de las redes que sobre la ciudadanía
imponen a su antojo, creando con ello un peligroso caldo de cultivo para
la corrupción. Los cubanos, al verse desamparados y quebrados,
obligatoriamente buscan a toda costa modos muy peculiares de
subsistencia, llámese de cualquier manera.
Para comprender mejor "las verdaderas páginas revolucionarias",
remontémonos al fatídico día que se propició la ruptura del orden
constitucional de la República de Cuba. El 10 de marzo de 1952, fecha en
que se violó flagrantemente la Constitución de 1940, documento que
exhibía un inmenso avance para la época y que tanto apoyó el mismo que
la afrentó.
Este lamentable hecho en la historia de Cuba, fue el anuncio pernicioso
que nos codujo hacia la tenebrosa senda, guiados por un supuesto "mecía"
barbudo que acabo de sepultar las tradiciones democráticas de nuestra
Isla. Para granjearse el apoyo popular, presentaron reformas para los
males que aquejaban a la sociedad cubana, (léase el Programa del
Moncada) y terminaron emponzoñando el país.
Los "visionarios" de aquel entonces, hoy con cincuenta años en el poder
omnímodo e inconsulto, le prometieron a los cubanos una isla próspera y
verde como las palmas, llena de justicia plena, encaminada hacia el
progreso. Anunciaron elecciones libres, democráticas y llenaron de
esperanza a más de un corazón: por supuesto que todo esto se tradujo en
lo contrario. De esta manera han amordazado la isla tal como si fuera un
campamento o una finca particular.
Hace apenas 24 meses el Gran líder entregó el poder, enfermo y con más
de ochenta años a sus espaldas. Terminaba así, un periodo de agitación
política y desenfrenada. Los primeros días de su ausencia nadie lloró,
nadie se suicidó; todo lo contrario. Los cubanos cansados de letanía,
sacrificios y frustraciones, 50 años después, veían -algunos, una vez
más- la caída de un tirano, esta vez no hubo armas, ni Ejército Rebelde,
solo la mano de Dios. El sustituto encargado y designado desde siempre
-una praxis-, pero miembro de la dinastía que ha sometido a Cuba a sus
designios, tal como su propiedad privada.
No obstante, otra vez, los cubanos se llenaron de optimismo; el
pragmatismo del nuevo rey sería un elemento a tener en cuenta. De esta
manera, se pronunciaron, y no pocos políticos, analistas, especialistas,
dando una vez más el beneficio de la duda, en esta ocasión al General
Raúl Castro Rúz.
La televisión estatal, propiedad oficialista de la casta gobernante,
intentaba dar una imagen diferente del sustituto, hasta algunos medios
de prensa internacional. Finalmente fue erigido General Presidente, un
término que es paradigmático para definir a las "democracias
tuteladas".O Presidente o General. Se es una cosa o la otra y cuando
prevalece una, la otra pierde su valor taxativo.
Muy pronto el nuevo monarca aprendió la lección de decir y no cumplir.
Prometió cambios estructurales y de concepto, llamó a hablar sin
hipocresías y con transparencia y hasta firmó los dos grandes Pactos
Internacionales de Derechos Humanos, levantó prohibiciones que nunca
debieron existir.
Parecía que el país se dirigía, bajo la égida del nuevo Rey, hacia
grandes transformaciones, que por demás, son trascendentales para salir
del callejón que ellos mismos, y de sus manos han conducido al país.
Pero a medida que avanzaban los días y meses se fue haciendo patente lo
que los más escépticos y desconfiados, con fundadas razones,
sospechaban: no existe voluntad real de impulsar, fomentar y fortalecer
los profundos cambios que el país necesita.
La intromisión del antiguo Jefe de Estado desde su posición de
convaleciente y con prerrogativas dadas para consultársele los destino
de la nación ha sido una de las colijas que muchos piensan que ha sido
la razón del atraso de las transformaciones; otros dicen que todo es una
estrategia para ganar un poco de mas tiempo.
Lo cierto es que, tiempo es lo que la Patria en las actuales condiciones
sociales, económicas y políticas no tiene y que la pone al borde de un
despeñadero del que nadie sabe sus consecuencias, pero que se sospechan
y por tanto todo el que quiere a Cuba no desea.
Los cambios que Cuba y los cubanos todos necesitan y quieren, no pueden
descansar en la venta de DVDs, computadoras y celulares o en el "acceso"
a los centros turísticos de moneda dura. Quien piense que los cubanos y
cubanas valemos eso, no nos conoce, pero además nos está faltando
gravemente el respeto. Es cierto que nos alegramos con algunas de estas
medidas, pero esto no quiere decir que sean estas las que verdaderamente
necesite el país.
La libertad y los derechos fundamentales de todos los cubanos,
violentados, pisoteados y desconocidos por casi cincuenta años, son el
centro medular de todos los demás cambios, que serían consecuencias de
estos primeros antes mencionados.
Sin el reconocimiento de los primeros, los segundos solo serían
maquillaje, engañifa y manipulación, cayendo de nuevo en el mismo
círculo vicioso de los últimos cincuenta años. Para evitar el desastre
la nueva nomenklatura tiene en sus manos todos los recursos, tangibles e
intangibles, con que cuenta el país. Ahora solo falta ver si tienen corazón.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=16180
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