Monday, June 02, 2008

Suministro de vegetales recae en la agricultura urbana

Publicado el lunes 02 de junio del 2008

Suministro de vegetales recae en la agricultura urbana
NIKO PRICE / AP
LA HABANA

La crisis alimentaria mundial afectó a Miladis Bouza hace dos décadas.
Hoy, sus esfuerzos por superarla podrían servir de modelo a quienes se
esfuerzan en todo el mundo por alimentar a sus familias.

Bouza era una investigadora en biología cuando el desplome de la Unión
Soviética redujo a tres dólares su salario pagado por el gobierno
cubano. De pronto, hasta el viaje al almacén de comestibles quedaba
fuera de su alcance.

Por eso dejó su trabajo y, amparada en un programa promovido por el
entonces ministro de Defensa Raúl Castro, solicitó al gobierno el
derecho a cultivar un lote de un cuarto de hectárea (medio acre) cerca
de su hogar en La Habana. Ahora su marido cultiva tomates, boniatos y
espinacas, mientras que Bouza, de 48 años, vende los productos en un
puesto instalado en una calle transitada.

Los vecinos están encantados de poder comprar vegetales frescos baratos.
A Bouza nunca le faltan productos y gana entre 2,000 y 5,000 pesos ($100
a $250) por mes, suma muy superior al salario promedio del gobierno de
408 pesos ($19).

En el programa cubano de cultivos urbanos, , las granjas, muchas de
ellas en lotes diminutos como el de Bouza, suministran gran parte de los
vegetales en Cuba. También proveen 350,000 empleos a nivel nacional con
una paga relativamente alta y han transformado los hábitos alimentarios
en una nación acostumbrada a una dieta --no precisamente ideal-- de
arroz y frijoles además de productos enlatados procedentes de Europa
Oriental.

Entre 1989 y 1993, los cubanos pasaron de comer un promedio de 3,004
calorías diarias a sólo 2,323, según la Organización para la
Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO), a medida que
las estanterías de los almacenes se vaciaban de los productos soviéticos
que componían dos tercios de los alimentos en Cuba. Hoy comen 3,547
calorías diarias.

''Es un modelo interesante para ver lo que es posible en una nación 80
por ciento urbana'', dijo Catherine Murphy, socióloga de California que
pasó una década estudiando granjas en La Habana. ``Demuestra que las
ciudades pueden producir grandes cantidades de sus propios alimentos, y
uno recoge todo tipo de beneficios sociales y ecológicos''.

Por supuesto, parte del éxito de las granjas se debe a una profunda
falta de competencia. La productividad es escasa en Cuba en las fincas
rurales de gran escala y operadas por el Estado en las que los
trabajadores carecen de incentivos.

Las raciones suministradas por el gobierno --en gran parte importadas de
Estados Unidos-- abastecen a los cubanos de productos de primera
necesidad como arroz, frijoles y aceite, pero no verduras frescas
producidas en los jardines urbanos. Los importadores traen solamente lo
que los planificadores centrales les dicen traer, de modo que el mercado
no se corrige a sí mismo. Y la mayor parte de la tierra es propiedad del
Estado, de modo que los aspirantes a agricultores urbanos no enfrentan
la competencia de promotores inmobiliarios privados por los lotes vacantes.

Pero los expertos dicen que la idea básica tiene gran promesa.

''Son tierras que de otro modo estarían inactivas. Requiere poco o
ningún traslado del producto al mercado'', dijo Bill Messina, economista
agrícola en la Universidad de la Florida en Gainesville. ``Es bueno de
cualquier modo que se mire''.

Y en momentos en que los precios de los combustibles y la escasez de
alimentos causan inquietud y hambre en el mundo, muchos opinan que el
modelo cubano debería difundirse.

''Hay algunos temas donde creemos que Cuba tiene mucho que aportar y
enseñar al mundo. Y la agricultura urbana es uno de ellos'', dijo Beat
Schmid, coordinador de programas en Cuba para la organización caritativa
Oxfam International.

Otros países han experimentado con los cultivos urbanos: los pasos
iniciales de Cuba siguieron el modelo de los suburbios de Shangai. Pero
en ningún sitio se han utilizado en forma tan extensa para transformar
el modo en que un país se alimenta a sí mismo.

''A medida que la crisis alimentaria mundial recibe atención, esto es
algo que necesitamos contemplar. La Habana suministra un modelo
practicable real que otras ciudades pueden usar'', dijo Murphy. ``La
Habana es un modelo improbable, realmente exitoso, del que nadie
esperaba que viniera''.

Ahora que Raúl Castro es presidente, muchos esperan que expanda el
programa que él comenzó como un experimento a principios de los años 90.

Uno de los primeros lotes que abrió fue el ''organopónico'' en la Quinta
Avenida y Calle 44 en el lujoso vecindario de Miramar. La granja de
media cuadra --propiedad de una agencia del gobierno-- está rodeada de
edificios de departamentos y casas, como también oficinas de empresas
extranjeras, un banco español y la embajada sudafricana.

Se ven espaciosas artesas llenas de espinaca, radicheta y albahaca, y se
desperdicia poco del terreno de 1,850 metros cuadrados (20,000 pies
cuadrados).

Un técnico arroja abono que sirve como fertilizante natural, mientras
otro se encarga de la protección natural de las pestes, envolviendo los
delicados brotes de espinaca con apio oloroso para alejar a los
insectos. Esas medidas tienen beneficios ecológicos pero nacieron de la
necesidad: no hay fertilizantes comerciales ni herbicidas disponibles.

Tres trabajadores atienden los cultivos y otros tres los venden desde un
puesto pintado de colores brillantes.

Para la operación es clave algo otrora insólito en Cuba: el 80 por
ciento de las ganancias van directamente a los bolsillos de los
trabajadores, suministrándoles un promedio de 1,500 pesos (71 dólares)
mensuales.

''Esos salarios están por encima de los médicos, los abogados'', dijo
Roberto Pérez, el agrónomo de 58 años que maneja la granja. ``Más rinde,
más va a ganar. Esto es fundamental para tener altos rendimientos''.

Los clientes dicen que la finca no sólo les han dado acceso a alimentos
asequibles sino también a un cambio radical en su dieta.

''Antes nadie comía vegetales'', dijo David León, de 50 años, que
compraba dos libras de espinaca suiza. ``Ha mejorado mucho la
alimentación de la población. Es mucho más sano. A la gente le gusta''.

http://www.elnuevoherald.com/noticias/america_latina/cuba/story/218761.html

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