Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - El diputado Lázaro Barredo
propuso que a la Ley 88 se añadan nuevas figuras delictivas en la
Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder
Popular, cuando por el contrario, se suponía que en su período de
sesiones de julio próximo se ratificara el Pacto de Derechos Civiles y
Políticos, y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de
las Naciones Unidas, suscritos por el gobierno cubano a fines de febrero
pasado.
Es tristemente recordada la Ley 88, conocida como Ley Mordaza, por haber
servido para llevar a prisión con penas de hasta 28 años a los 75
prisioneros de conciencia de la Primavera Negra de 2003. Se supone que
está dirigida a penalizar los delitos contra la seguridad del estado y
la integridad territorial de Cuba, o sea, su objetivo son todas las
personas que emitan opiniones distintas a las que desean escuchar las
autoridades y que resulten acusadas de cooperar y ser "mercenarios" de
Estados Unidos de América.
Cuando el presidente Raúl Castro ha mencionado muchos problemas,
deficiencias y absurdas prohibiciones existentes en el país, anunciado
cambios estructurales y de concepto, y pedido al pueblo que emita sus
opiniones, es más injusto aún que 55 de los 75 permanezcan en terribles
condiciones de prisión, con la salud muy quebrantada, junto a
prisioneros comunes de alta peligrosidad, 27 a cientos de kilómetros de
distancia de sus hogares, y 9 de los que recibieron licencia extrapenal
por motivos de salud puedan ser regresados a las cárceles en cualquier
momento. Pero inverosímil resultaría si no se tratara de un suceso que
ocurre en Cuba.
Indudablemente, el diputado Lázaro Barredo, director del periódico
Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, y periodista de
Mesa Redonda, programa de la televisión cubana, al proponer las
adiciones a la Ley 88 ejecuta las órdenes de los talibanes como uno de
sus voceros que pugnan por encumbrar la preferencia y lesionar todo lo
posible cualquier intento de cambio por muy pequeño que sea. Mucho se
ha lucido en los recientes programas de la Mesa, parte de una campaña
que hace recordar los preparativos de la gran represión de los días 18,
19 y 20 de marzo de 2003.
Desde hace 5 años y dos meses, las esposas, madres, hijas, hermanas y
tías de los 75, pacíficas mujeres conocidas como Damas de Blanco,
demuestran al pueblo cubano que la tenacidad puede hacer una gran
diferencia. Ellas fueron ganando espacio a pesar de la vigilancia, las
amenazas personales, la persecución, las provocaciones de la
Seguridad del Estado y sus agentes infiltrados, así como las campañas
difamatorias, incluidos los mítines de repudio organizados por esa
policía política. Sus niños, ancianos, presos y ellas mismas padecen la
tortura psicológica, los problemas de transporte y las dificultades
económicas.
Algunas han participado a título personal en actividades de carácter
político, pues no podía ser de otro modo, ya que desde el surgimiento
espontáneo del Movimiento, proclamó que no tiene carácter político ni
confesional. La mayoría de las mujeres antes de marzo de 2003 eran amas
de casas, profesionales y trabajadoras. Se unieron por la necesidad de
reclamar justicia y denunciar al mundo lo que estaba ocurriendo y, sobre
todo, alcanzar la libertad inmediata e incondicional de sus seres queridos.
Es el caso, ahora, que el gobierno cubano, como ha realizado con otros
opositores en oportunidades anteriores, ha ligado a través de la Mesa
Redonda hechos realizados por personas ajenas a las Damas y sospechosas
circunstancias con la aceptación de una pequeña ayuda monetaria a
algunas de sus integrantes, quienes aseguran no conocer que procedía de
una institución a cuyo presidente las autoridades consideran un
peligroso adversario terrorista. De ahí que la propuesta del diputado
Barredo a la Ley 88 para penalizar la recepción de dinero procedente del
enemigo, sugiera el peligro de cárcel para las Damas de Blanco.
Aprovechar las vicisitudes y penurias, venga de donde venga, es cruel.
Pero lo es más si las autoridades pretenden aterrorizar a la población
cansada de esperar los cambios que no llegan, a través de la insidia y
la condena a mujeres indefensas. Al parecer no han sido capaces de
comenzar a resolver los problemas internos de Cuba, debido a que no
acaban de acomodar sus posiciones, y paralizan las reformas que en
primera instancia requieren ellos mismos para preservar el poder.
Por el contrario, alzan los precios de los artículos de primera
necesidad en las tiendas de venta en divisas, únicas posibles, no
cumplen las promesas y llevan al pueblo a la desesperanza y, si
continúan por esa vía, a la desesperación. Ahora preparan otra nueva ola
represiva para reimponer el miedo, incluidos entre quienes dentro del
gobierno y el partido saben que tienen el deber de mover esta sociedad
en crisis, para bien de su familia, del pueblo y, fundamentalmente de
nuestra Patria.
No comments:
Post a Comment