Wednesday, April 23, 2008

El humo de la fiesta

23 de abril de 2008

El humo de la fiesta

Armando Añel

El humo de las rectificaciones raulistas continúa dificultando las
predicciones sobre el futuro de Cuba. Una neblina a través de la cual
los estudiosos de la realidad cubana intentan orientarse
infructuosamente, porque su densidad sólo puede atravesarse a golpe de
matavacas. Puede uno sumergirse en ella y bracear, y bracear otra vez, y
bracear interminablemente, pero uno no está en condiciones de alcanzar
la otra orilla. En cierto sentido, las rectificaciones de marras están
diseñadas para eternizar el momento: para dilatar en el tiempo una
transición que merezca ese nombre y/o permitir que descanse en paz, sin
sobresaltos de última hora, la vieja guardia conservadora.

La cuestión, en cualquier caso, no son las rectificaciones en sí mismas,
todas ellas coyunturales y acomodaticias, sino la cola que puedan traer.
O para mejor decirlo: la cuestión a dilucidar es si las actuales
medidas, encaminadas a aliviar la precariedad material de la sociedad
cubana para mejor controlarla –no ya para liberarla, que es lo que
realmente precisa-, desembocarán, por acumulación de hendiduras o
frustración de sus destinatarios, en una apertura a corto o mediano plazo.

A corto o mediano plazo porque una apertura a la larga, por supuesto, no
se cuestiona. A largo plazo el excluyente e inoperante totalitarismo a
la cubana no puede sino venirse abajo por su propio peso, sin que todas
las rectificaciones y medidas cosméticas del mundo sean capaces de
revertir su desmerengamiento.

Entretanto, mientras el hervor no alcanza la superficie, en la olla
raulista se cocina la ya celebre apatía que caracteriza a la nación. Ya
se sabe: medio siglo de totalitarismo ha engendrado una sociedad
descreída, fundamentalmente escéptica, que no cree en la política y que
por tanto no aspira a transformarla. Una sociedad de mínimos en el
sentido de su capacidad para ir, o ver, más allá. Con estos ingredientes
el raulismo espera confeccionar la receta de la continuidad:
paulatinamente, y en la estela del entusiasmo con que la comunidad
internacional acoge las tímidas rectificaciones del posfidelismo, se
redecora el sistema, con el objetivo último de alcanzar una suerte de
hibrido a medio camino entre el modelo chino y la piñata chavista.

Los generales se posesionan. La nomenklatura se posesiona. Incluso su
entorno se posesiona. Sobre el cuerpo exangüe de la nación la dirigencia
ensaya pasitos de baile. Pareciera que la fiesta está a punto de
finalizar, quiere dar a entender la vieja guardia, cuando en realidad
apenas empieza.

Hay rectificaciones aperitivas, como la de la autorización de los
teléfonos móviles, que podrían contribuir a fomentar un clima de
apertura en el seno de la anquilosada sociedad cubana. Pero todo depende
del grado de resignación, o de rechazo, con el que ésta asuma la
tragicomedia continuista. Está visto que las reformas, las profundas y
conceptuales, no llegarán desde arriba. Arriba montan su propia
coreografía. Y su fiesta tiene los invitados contados.

letrademolde@letrademolde.com

http://www.cubanet.org/CNews/y08/abril08/23nter4.html

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