2008-04-27.
Osvaldo Alfonso Valdés, Ex Prisionero de Conciencia de la Causa de los
75 y Analista Político de Misceláneas de Cuba
Las imágenes de la represión injustificada y brutal contra Las Damas de
Blanco el pasado lunes en La Habana, fueron ampliamente difundidas en
los principales medios informativos internacionales. 10 indefensas
mujeres, quienes pretendían entregar una carta al Gobierno pidiendo por
la libertad de sus familiares injustamente encarcelados, fueron
arrastradas e insultadas por fuerzas policiales y turbas organizadas por
la Policía Política.
En la Cuba gobernada por Raúl Castro, luego de varias semanas en que se
publicitaban medidas aparentemente aperturistas en el terreno de ciertos
derechos nada fundamentales, se producía este acto represivo. La noticia
en ello no está en que se haya reprimido -esto lo viene haciendo la
dictadura comunista durante medio siglo-, sino que esta vez, se trataba
de mujeres pacíficas contra las que se empleaba la fuerza y ante las
cámaras de cadenas televisivas mundiales.
No estaría demás hacer la siguiente pregunta: ¿Ha sido esto sorpresa
para algunos? Sin dudas, puede que sí; no podemos creer que no existen
incautos que realmente creyeron que por tener el derecho, que no es lo
mismo que la posibilidad, de tener celulares e ir a un hotel, la vida de
los cubanos y las cosas en Cuba realmente están mejorando.
Quienes hemos afirmado lo contrario, y más aún, hemos asegurado que en
Cuba no serán emprendidas por el régimen ninguna reforma que ponga en
peligro el poder en el terreno económico, y menos aún en el político. Si
bien ver las imágenes de estas valientes cubanas siendo maltratadas nos
ha causado mucha indignación, no hemos sido sorprendidos en lo absoluto.
Estamos seguros, que ante la creciente perdida del miedo y hasta del
respeto que cada vez más cubanos sienten, ya cansados, ante el Gobierno
y sus aparatos represivos, Raúl Castro, sabiéndose, como lo sabe, que
cuenta ante la población, e incluso, entre esos que se llaman
revolucionarios, con menos respeto y autoridad que la de su hermano el
tirano Fidel Castro, actuará ante situaciones como esta de modo incluso
más represivo y violento.
Eso es lo que ha ocurrido con las Damas de Blanco. Si las cosas en el
poder hoy en Cuba funcionan y se deciden como siempre han sido, es
imposible que este acto de la Seguridad del Estado pudiera haberse
llevado a cabo sin la orden expresa del General Raúl Castro. Lo
contrario, que algunos especulan es así, sería que el ministro del
Interior, o la Policía Política propiamente, lo haya decidido sin
consultar, sabiendo el costo político adverso en cuanto a imagen
internacional que traería el incidente.
Si ha ocurrido lo primero, lo cual considero más probable, demuestra que
el nuevo dictador quiere enviar el mensaje tanto interno como externo de
que nadie se llame a engaño, y que nada de lo que se haga, ni ninguna
medida, podrán interpretarse en el sentido de que la naturaleza del
sistema cubano estaría cambiando y que el poder que ellos ostentan,
puede ser puesto en juego ni tolerada ninguna actividad que pueda
mínimamente amenazarlo.
De ocurrir lo segundo, significaría de cualquier manera que el poder
están en manos del aparato represivo y de aquellos que no están
dispuesto a ceder en lo más mínimo en el terreno de permitir el
ejercicio de las libertades ciudadanas, como puede serlo el de la libre
manifestación pública, ni aún en dimensiones tan pequeñas y controlables
como es el hecho de que 10 valientes pero indefensas mujeres estén en
una plaza en La Habana.
Resulta por otro lado realmente bochornoso, que haya sido solo el
Gobierno de los Estados Unidos, quien haya emitido una nota de protesta
por este hecho. Nada se ha producido por parte, por ejemplo, de la Unión
Europea a pesar de que las Damas de Blanco fueron galardonadas con el
premio más alto que otorga el Parlamento de la Unión Europea por la
lucha en defensa de los derecho humanos. Nada ha comentado, digamos, el
Gobierno español, que tanto promueve el reblandecimiento de la postura
de Europa hacia el régimen, estimulando el acercamientos con La Habana
para de ese modo, según sus bizantinos argumentos, propiciar mejor la
apertura.
Digámoslo claramente: si el régimen de Raúl Castro no puede tolerar que
10 mujeres estén de manera pacífica presentando una carta al Gobierno y
manifestándose públicamente, entonces; ¿qué cambios y mejorías en el
respeto a los derechos fundamentales y que cambios políticos en
dirección a la apertura democrática podemos esperar de este nuevo
gobernante de la dictadura cubana?
Es el momento de decir, que quienes pretenden acercamiento y
mejoramiento de relaciones con la dictadura, solo están apuntalando
políticamente a ese régimen y asumiendo el papel de cómplices en la
prolongación de los sufrimientos del pueblo cubano. Están además
contribuyendo con ello, a que junto al descontento popular cada vez más
creciente, a pesar de las llamadas "medidas", la posibilidad de que en
Cuba se cree una situación explosiva que genere en violencia sean mayores.
Este es el momento de ser más abiertamente solidarios, desde todos los
ángulos, tanto gubernamentales como sociales y políticos, con la causa
de la democratización de nuestro país, si es que realmente se quiere
mostrar solidaridad hacia nuestra isla. Es el momento de condenar del
modo más enérgico estos actos del la tiranía por parte de los gobiernos
democráticos del mundo y las instituciones internacionales.
El camino a la democracia no empieza por permitir libremente la venta de
celulares ni microondas, ni aún permitiendo que todo el que quiera
abandonar la tierra en que nació para escapar de la miseria y la
represión lo pueda hacer. De una dictadura a la democracia solo se
empieza a transitar, cuando los ciudadanos tengan el derecho, sin
represalias, a decir lo que piensan; cuando quienes han luchado por esa
democracia y están en las cárceles salgan de ellas; cuando quienes
gobiernan, comiencen a considerar a quienes se le oponen, como seres
humanos con derechos, que merecen además respeto y el derecho de aspirar
en elecciones libres, a alcanzar el gobierno del país para servir a los
electores.
Cuando en Chile la dictadura de Augusto Pinochet decidió convocar a un
referendo para que el pueblo decidiera si quería continuar con el
régimen o quería la democracia, permitió también que quienes se le
oponían tuvieran, al menos, el derecho a 15 minutos diarios en la
televisión para promover el NO. Los cubanos que aspiran y luchan por la
libertad y un porvenir más próspero para nuestro país, no tienen, no
tenemos aún, ni siquiera nuestros 15 minutos. Tenemos, lo de siempre:
represión.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=15086
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