Borchmeyer retrata agonía de Cuba a través de ruinas habitadas de La Habana
Con su cinta 'Habana-Arte nuevo de hacer ruinas', el alemán Florian
Borchmeyer ofrece un crítico y profundo retrato de una ciudad en ruinas,
metáfora de un sistema político agonizante, que ha despertado el interés
del público germano y el destierro voluntario del director de Cuba, su
segunda patria.
Esta película, que ya han visto 15.000 espectadores en Alemania y que
acaba de salir a la venta en DVD, es 'el resultado de diez años de
autocensura', explica a Efe este periodista y cineasta de 33 años, que
durante una década vivió a caballo entre Berlín y La Habana, trabajando
como reportero para medios germanos en la isla.
El documental de Borchmeyer iba a ser exhibido en la Muestra de Cine
alemán del Festival de Nuevo Cine Latinoamericano que se celebró en Cuba
en diciembre del pasado año, pero fue retirado de la programación por
supuestas presiones de las autoridades de la isla, acusación de censura
que éstas rechazaron con el argumento de que la cinta no pasó el listón
mínimo de calidad.
Lo que diferencia las ruinas de La Habana de las de Atenas o Roma es que
éstas 'están habitadas', como explica uno de sus seis protagonistas,
seis cubanos que habitan en ellas y reflejan 'una parte más marginal de
la sociedad', pero que, por encima de todo, 'son patriotas', según
Borchmeyer.
Es el caso de Reinaldo, que no puede imaginarse otro techo que el que le
ofrecen las ruinas del Teatro Campoamor, donde ocupa uno de los
camerinos. O Totico, que vive en un viejo complejo de viviendas de
alquiler, a punto de derrumbarse, y que se refugia de la vorágine del
edificio en la azotea, donde se entrega a sus palomas.
O el poeta, ensayista y narrador Antonio José Ponte (Matanzas, 1964),
protagonista intelectual de este documental, que fue rechazado del
apartado de cine alemán del Festival de Cine de La Habana por aparecer
en la 'lista de tóxicos' o 'lista de obras prohibidas' del Instituto
Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas (ICAIC).
Y, por este motivo, no se podía exhibir públicamente en Cuba, le
argumentó la embajada alemana.
En los 87 minutos que dura la cinta, Ponte pronuncia una frase profética
-'Fidel Castro es la gran ruina del país y todos esperamos a que él se
desplome'- y que, según su director, condena la película a la
clandestinidad en Cuba, al tiempo que despierta tanto mayor interés
fuera, sobre todo entre la diáspora de Miami (EEUU), 'por el análisis'
que hacen él y los otros protagonistas de la situación.
'Es un retrato poético y melancólico que describe las duras condiciones
de vida en la metrópoli socialista, sin ambages, y que también deja
entrever el optimismo irreductible de los cubanos', con una
particularidad y es que el rodaje coincidió con la enfermedad del líder
cubano, Fidel Castro, y el traspaso de poderes a su hermano.
'Las proféticas palabras que se pronuncian en la película (las de Ponte,
escritor instalado desde el pasado mes de julio en Madrid gracias a una
beca literaria) adquieren después mucho peso', prosigue Borchmeyer.
Esta cita y el hecho de que burlaran a las autoridades cubanas rodando
otra película que la que aseguraron que harían han contribuido a
desterrar el documental de la sección de cine germano del Festival de La
Habana, 'que yo tanto quiero', añade nostálgico.
Porque reconoce que la experiencia en Cuba, adonde decidió viajar tras
finalizar sus estudios de Filología y Filosofía, le cambió la vida y que
ahora vive 'la experiencia del destierro', aunque sea voluntario, ya que
ha optado por no ir a la isla ni contactar con sus protagonistas 'hasta
que se calmen las cosas'.
En un perfecto español explica cómo tardó cuatro años en recabar todos
los permisos y autorizaciones que necesitaba para rodar y cómo su
experiencia como periodista y el hecho de 'conocer como funciona la
censura en Cuba' le sirvieron para 'filmar, siguiendo las reglas del
país, acreditado como periodista'.
Califica su estrategia de digna de una 'película de agentes', porque iba
dejando guiones donde sabía que los encontrarían los servicios de
inteligencia, que 'demostraron su falta de inteligencia'.
Argumenta que quería rodar las ruinas de La Habana para contrastarlas
con la posterior reconstrucción y hacer 'un documental más sobre este
tema' y añade: 'combatimos los mecanismos de censura de un país
autoritario con los mismos mecanismos'.
No obstante, este documental, que ha llevado adelante con su socio
Matthias Hentschler y que distribuye Arthouse, le obliga a vivir ahora
'momentos de fuerte nostalgia' de un país que tiene 'un futuro' y en el
que dice querer estar presente, como cronista.
Terra Actualidad - EFE
http://actualidad.terra.es/cultura/articulo/borchmeyer_cuba_habana_2126548.htm
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