Bombillos rojos intermitentes
Luis Cino
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Entender qué pasa en Cuba
hoy, en medio de tantas señales confusas y contradictorias, es un arduo
ejercicio de imaginación. Salvo alguna que otra burbuja, la superficie
del charco está tranquila, pero se oyen ruidos muy extraños.
Decía recientemente Eliades Acosta, jefe de cultura del Comité Central
del Partido Comunista, que los muchos problemas materiales, de salarios,
de derecho, son "como bombillos rojos que indican la necesidad de cambios".
Serían muy útiles los bombillos rojos. 1 millón 200 mil planteamientos
críticos recogidos por el Partido en asambleas por todo el país,
hicieron que se encendieran.
Nada es perfecto. Los bombillos rojos funcionan de modo intermitente. Se
encienden y se apagan al compás de una caprichosa marea. Cuando viene el
reflujo, los retranqueros del inmovilismo se encargan de apagar los
bombillos.
La entrevista con Eliades Acosta del día 29 de noviembre en el portal
electrónico Cubarte, donde hablaba de los bombillos rojos, la
censuraron. Sólo se puede leer en kaosenlared. Las respuestas de Acosta
a una entrevista que aparecen ahora mismo en Cubarte, son totalmente
distintas y datan de hace dos años.
La censurada entrevista y el hecho de que no hayan nominado a Eliades
Acosta a la Asamblea Nacional, hacen temer a David Perdomo (kaosenlared,
diciembre 4) que empezó la cacería de brujas. Perdomo cree que los que
ponen las retrancas raptaron la entrevista "para evitar malestar entre
nuestros siempre triunfantes e infalibles dirigentes".
De la entrevista con Eliades Acosta, ¿qué podía causar malestar a "los
siempre triunfantes e infalibles dirigentes"?
Acosta, en el párrafo más sustancial de la entrevista, expresó:
"Aspiramos a una sociedad que hable de sus problemas en voz alta, sin
temor, en la que los medios reflejen la vida sin triunfalismo, en la que
los errores sean ventilados públicamente para buscar soluciones, en la
que la gente pueda expresarse honestamente, donde la economía funcione,
donde los servicios funcionen, donde los cubanos no se sientan
ciudadanos de menor categoría en su propio país por algunas medidas que
en su momento fueron imprescindibles pero que hoy son obsoletas e
insostenibles".
¿Sería tan mala una sociedad así para "nuestros infalibles dirigentes"?
¿Es pedir demasiado? ¿Será soñar con aviones? ¿De qué cambios
revolucionarios se habla entonces?
Suelo ponerme paranoico. Me da entonces por acordarme de tipos como Mao
Zedong.
En 1956, el Camarada Mao lanzó la política de Las cien flores. Hizo un
insólito llamado a la crítica, en especial a los intelectuales. Todo
terminó en más represión. El Gran Timonel, que solía ponerse cínicamente
poético, confesaría luego que su objetivo era separar las flores de las
hierbas venenosas. Hacer que las alimañas salieran de sus cuevas.
David Perdomo se pregunta: "¿Tendrán razón los que dijeron que la
convocatoria a criticar fuertemente era sólo para que nos desahogáramos,
o como escribió alguien, para estirarnos la lengua y podérnosla arrancar
mejor?"
No quisiera ser pesimista, pero me temo que algo de eso hay. Si apagan
los bombillos rojos, o pretenden no verlos, será lo peor para todos los
cubanos.
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