La cuestión del embargo no radica en un voto más.
MIAMI- Miguel Saludes.
El voto de Nicaragua, bajo la presidencia de Daniel Ortega, posibilitó
que aumentara en uno el record de sufragios en la ONU contra el embargo
norteamericano hacia Cuba. Como siempre sucede en estos eventos, La
Habana desplegó una campaña de dimensiones continentales luego de
conseguir un resultado que de antemano se conocía. El hecho es celebrado
como una nueva derrota inferida al imperio del norte. Es el interminable
juego que desde hace varias décadas sufrimos los cubanos.
Lo sufrimos porque a su sombra los que verdaderamente padecen las
consecuencias de esa situación son los ciudadanos comunes de la pequeña
isla. Y no precisamente por los rigores de la falta de comercio con el
vecino. El pretexto del embargo estadounidense ha servido por todo estos
años para justificar lo injustificable, incluso la falta de libertades.
Durante décadas, el comercio de la Isla orbitó casi en su totalidad
alrededor de la Unión Soviética y el campo socialista. El gobernante
cubano se ufanaba de no tener que depender de los precios impuestos por
el mercado occidental, en la época en que según el propio Fidel Castro
el 75 por ciento del intercambio se realizaba con nuestros hermanos
socialistas. El resto se compartía entre Europa, Asia y una ínfima parte
con países de América. Pero el gobierno no dejo de protestar por el
bendito bloqueo.
Con la caída del comunismo nos llegaron los primeros vientos de la
miseria absoluta, consecuencia de la brusca pérdida de los proveedores
del lejano Este. Pero las cosas se fueron resolviendo gracias a las
inversiones del odiado y decadente capitalismo. Ciertamente los
inversores no eran norteamericanos. Pero a falta de Chevrolet en la
capital cubana se abrieron los primeros centros de venta de Peugeot y
FIAT. Los electrodomésticos ensamblados en Tailandia o Indonesia
invadieron las tiendas. A pesar del férreo cerco denunciado por las
autoridades cubanas, comenzaron a construirse decenas de nuevos hoteles
y el turismo volvió a renacer, ahora con la anuencia de quienes una vez
lo satanizaron. Y lo mejor de todo fue que la moneda del país bloqueador
desplazo al peso nacional, circulando por todo el territorio como si
fuera el suyo propio.
Pero el rostro del bloqueo seguía ocupando la primera plana. La
propaganda lo necesitaba allí para que el mundo aplaudiera la
resistencia del último abanderado del socialismo enfrentando la agresión
imperialista. Algunas de las representaciones en Naciones Unidas no ven
con buenos ojos a la delegación norteamericana. Por eso el voto en su
contra se convierte en una manera de desafiarlos. La injusticia del
embargo no es la que mueve en verdad su opinión. Si actuaran con sentido
recto de la razón, tendrían que denunciar a su vez lo que sucede en Cuba
cuando toca el turno al debate sobre las violaciones de Derechos Humanos
en el mundo. En ese momento la mayoría se abstiene o vota por el
violador. Su justificación es que la Isla vive en condiciones de bloqueo.
Para los que afirman que el embargo norteamericano existe como un cerco
infernal ajustado alrededor de Cuba para estrangularla deberían
cuestionarse algunas cosas. Por ejemplo, el día antes de la votación
efectuada el pasado 30 de octubre, en La Habana se anunciaba la Feria
del Comercio a efectuarse en los primeros días de noviembre en esa
ciudad. A la cita se espera que asistan más de mil 200 empresarios de 52
naciones. Junto a las delegaciones de Venezuela, Brasil, México,
Bélgica, Argentina, Francia, estará la estadounidense, mucho mas
numerosa que la que asistió a la pasada edición de este evento. La misma
será encabezada por la gobernación de Nebraska y por secretarios de
Agricultura de varios estados norteamericanos, según aseveraron fuentes
noticiosas en la Isla.
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