Ser contrarrevolucionario
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - Uno de los primeros
denuestos estrenados por el régimen de Fidel Castro, fue: "gusano". Esta
fue la forma despectiva por excelencia para designar a los
contrarrevolucionarios. Los expedientes de la Seguridad del Estado lo
redujeron a una sigla: CR.
CR también pudiera ser cubano o ciudadano real en espacio represivo. La
primera vez que escuché a alguien rescatar el término fue hace algunos
años. Rogelio Menéndez Díaz, presidente de Municipios de Cuba Pro
Derechos Humanos y hoy exiliado, expresó a viva voz a partidarios del
régimen, que era contrarrevolucionario. Dijo: "¡Soy
contrarrevolucionario!" y lo hizo con orgullo legítimo.
El término ha evolucionado y a la vez se ha enrarecido. Es el opuesto
complementario de algo que ya no existe. No hay revolución, pero
subsiste el contrarrevolucionario. De aquella revolución hoy sólo queda,
"esto". "Esto" designa lo innombrable, lo que está y no es. En fin, lo
que dejaron "esta gente", el subproducto lógico de "esto".
Hoy, "esto" es miseria, prohibiciones, sentirse perseguido por lo que se
lee, lo que se come, o lo que se ve, o por lo que se dijo donde no se
debe. "Esto" es: delatores, compulsión, mítines de repudio, sumado a una
vida fea y aburrida que no evoluciona y jamás cambia.
Ser contrarrevolucionario es, como dijera Martí, asumir el decoro de
muchos hombres y de muchas mujeres y andar así, ligero y con la frente
en alto.
Hoy, ser contrarrevolucionario es dejar de mentir por compulsión o
precaución. Pero es, además:
-Aspirar a la libertad económica, social y política.
-Estar en contra de que los cargos y los honores de la patria se
conviertan en la herencia familiar de unos pocos.
-Estar en contra de la pena de muerte y de las penas de la vida.
-Aspirar a vivir, pensar y hablar sin hipocresía.
-Aspirar a viajar al lugar del ancho mundo que uno desee y regresar al
barrio, a la familia y a los amigos cuando uno lo entienda, sin pedir
permisos que humillan tanto a quien los pide como a quien los otorga.
-Aspirar a entrar a cualquier lugar a consumir, disfrutar o simplemente
mirar, sin que el hecho digno de ser cubano, limite en lo más mínimo
cualquier acceso.
-Aspirar a trabajar honradamente donde, cuando y como uno desee.
-Aspirar a residir donde a uno mejor le plazca, en la tierra más hermosa
y entre la mejor gente que hay.
-Aspirar a disponer de las cosas que uno adquirió partiéndose el alma,
sin permisos ni cortapisas.
-Aspirar a disfrutar de privacidad sin el escrutinio indeseado de
policías sin otro apellido.
Ser contrarrevolucionario es exigir el cambio. Es ser y vivir orgulloso
de ser. Es lo más digno y lo más hermoso que pasó y pasa continuamente
en la vida de un número creciente de personas, por ejemplo, en la mía.
jgonzafeb@yahoo.com
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