Sociedad
Relajo a la orden
¿Qué diría el sabio Fernando Ortiz sobre el socialismo 'brutalitario'
del último medio siglo en Cuba?
José Hugo Fernández, Ciudad de La Habana
jueves 2 de noviembre de 2006 6:00:00
Una vecina del barrio renueva cada día sus ofrendas a Ochún para pedirle
que no haya cambios en el gobierno de Cuba. No es que le guste el que
estamos sufriendo. Pero anda en trámites para irse del país, rumbo a
Estados Unidos, y —según dice— un cambio político en este momento podría
estropear sus planes.
Otro vecino se prepara en secreto para cuando haya libertad en la Isla.
Tiene un cargo en una entidad estatal que comercia en divisas (o sea,
integra formalmente la nomenclatura del poder), así que cumple cualquier
misión que se le asigne. Pero entre col y col, va acumulando sus
ganancias particulares, producto de la malversación y del robo. Es su
forma de prepararse para la libertad.
Entre uno y otro de estos casos, hay por acá miles, cientos de miles de
casos parecidos: en todos los barrios, en todas las ciudades, en todas
las capas, en todos los gremios y las parentelas.
No es el miedo, como piensan muchos, la peor traba que padece hoy la
sociedad cubana. Es el relajo. Sólo que se trata de un relajo de nueva
hornada, con perfiles mucho más alarmantes que aquella cierta falta de
organización y aquel carácter festivo que siempre nos identificó.
El relajo de estos tiempos nos golpea en lo esencial. No es simple
liviandad en los actos (o no solamente), no es ligereza reflexiva o
desenfado en la expresión. Es desesperanza sin remedio. Es distorsión
ética y es vacío en el alma. No es el relajito con orden que nos endilgó
la tradición. Es relajo a la orden, en todo y a toda hora, pero
especialmente al nivel de la conciencia y del espíritu.
La gran conquista
Ninguna otra "conquista" de la revolución resulta más visible (ni más
fatalmente decisiva) en nuestros días. Tampoco es para menos. Luego de
haber sido impelidos durante decenios a sacrificar el qué de la
sustancia por el cuánto del efecto, no guardan ya ningún valor para
nosotros las significaciones cualitativas. Sólo cuenta aquí lo que se
ve. Y lo que se ve no es sino espejismo.
En 1942, cuando el relajo en Cuba era igual de peligroso, aunque sin
duda mucho menos trascendente (y crónico) que hoy, don Fernando Ortiz lo
describió en estos términos: "El mal es un estado infectivo general que
ya llega a la médula misma de la nación, mermándole sus posibilidades de
defensa, como una ataxia incontrolable".
Qué agregar entonces en este momento, una vez que el socialismo
totalitario (brutalitario le llamaría Ortiz) nos ha enseñado, a través
de casi medio siglo de desmadres, que el sacrificio del presente no
entraña beneficios para el futuro, sino apenas dolores de cabeza que
estamos precisados a evadir mediante el relajo.
Qué diría nuestro sabio ante el descorazonador panorama de la Cuba de
hoy, donde las redenciones (sociales, políticas…) en lugar de ser fruto
de la obra de cada uno para el provecho de todos los cubanos, quedaron
reducidas a lemas huecos (es decir, relajosos) que todos estamos
obligados a imponer a cada uno.
Por eso tal vez no resulte atinado seguir dando lata con aquello de que
tenemos lo que nos merecemos porque el régimen nos mantiene en un puño y
porque nos ponemos a temblar cada vez que levanta un dedo. No es que no
sea cierto (aun cuando quien lo diga, casi siempre lo dice desde lejos y
a salvo). Es que el miedo no constituye nuestro principal impedimento
para romper las cadenas.
Los cubanos no somos menos (ni más) valientes que otro pueblo
cualquiera. Lo que pasa es que nos han institucionalizado el relajo como
una forma de aniquilación masiva. Y ya sabemos que una vez aniquilada la
moral del individuo, ni siquiera es necesario asustarlo, porque no es
menester darle muerte física.
Entonces no nos llamemos a engaño. No es miedo. Es relajo, el crimen
perfecto del totalitarismo en Cuba.
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/relajo-a-la-orden/(gnews)/1162443600
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