Las Ciencias Exactas y el Final del Regimen

Las Ciencias Exactas y el Final del Régimen
2006-11-23
Mae Liz Orrego Rodríguez

Faltan menos de seis semanas para que el 2006 se acabe. Dentro de poco,
como aquel que dice, podremos tirar un cubo de agua a la calle para
botar todo lo malo y refrescar el karma de nuestras viviendas.

Quizás aquel cubano que no tire su cubo de agua, prefiera intentar mejor
su suerte con una consulta a un babalao, un toque de santo o un trabajo
de algún palero. Otros recurren al ron o simulacro del brebaje,
denominado aguardiente, para ya sea celebrar el momento o reprimir aun
más sus penas y frustraciones, entregándose así a los joviales efectos
del alcohol.

De esta manera dan inicio al nuevo año los cubanos, al menos gran parte
de ellos. Sin embargo existe otro grupo que quizás no sepan ni qué año
comienza, porque cada día en prisión se siente como un año y el recuerdo
de sus seres queridos es la única fuerza que les incita a abrir los ojos
cada mañana.

A nivel colectivo existe obviamente una obligatoria celebración oficial
que dramática y patéticamente da la bienvenida a un año mas de la
revolución cubana. Dicha festividad es llevada a cabo por una minoría de
nuestros compatriotas que exitosamente han sabido mantenerse en el poder
a un precio impagable.

Ni siquiera en la fiesta para despedir el año podemos los cubanos
desprendernos del concepto revolución. Querámoslo o no, algo que nos
viene a la cabeza es la cifra exacta como resultado del conteo infernal
a partir del año 59. Indiscutiblemente acompañada, en más de un noventa
por ciento de los casos, de una amarga sensación de frustración.

Obviamente queremos todos comenzar el nuevo año con fuerzas, planes e
ideas renovadoras. ¿Pero es esto posible tras casi medio siglo de
revolución cubana, tantas familias separadas y millones de exiliados
cubanos añorando volver a ver su tierra algún día? ¿Es esto posible
entre el hambre, los apagones, la represión, la injusticia, la miseria,
los mosquitos y las humillaciones? Sí y no…sí, porque somos expertos
para inventar un chiste ante toda situación, pero a la vez no, porque
somos seres humanos, y de esta condición se nos intenta privar.

Por supuesto que todo depende de nuestro estado mental y de lo que
decidamos priorizar en cada momento de nuestras vidas, pero esta es una
realidad que continúa contaminando nuestro pueblo fuera y dentro de
Cuba, y que resulta imposible negar. Porque en cada celebración, ya sea
dentro o afuera, faltará alguien, recordaremos a alguien o desearemos
que las cosas cambien pronto, o a más tardar para el próximo año.

Desde adentro, los limitados medios de comunicación, por así llamarlos,
hacen el resumen de los acontecimientos buenos del año, transmiten
programas de humor y películas navideñas o comedias. Toda esa
ambivalencia y tragicomedia eleva nuestro grado de espiritualidad en la
búsqueda de llenar un vacío, pese a cualquier posición teológica que
compartamos. Sin esa sensación de fe, que nos envuelve entre dolor,
nostalgia y duda, nos consumiríamos en amargura y nos quedaríamos sin
fuerzas para levantarnos de la cama y aguantar un año más.

No obstante para limitarme de seguir filosofando sobre lo que puede
suceder o no, durante el último días de este año, o sobre como nos
podamos sentir adentro y afuera de nuestra isla, quiero dejar algo sobre
la mesa de celebración. Sobre todo para aquel que decida perennemente
declararse ateo y dar por perdido el futuro de nuestra Cuba. Para aquel
que se deja llevar por la amargura y el dolor de los recuerdos que dejó
atrás, sin saber si podrá volver a pisar tierra algún día.

Si la esperanza no aparece por ninguna esquina o ni siquiera en las
notas de alguna canción, déjese llevar por la mano de las ciencias
exactas y la ley de probabilidades. Un año menos para todos, lo es
también para el régimen de la isla y su dictador, según las matemáticas.
Ahora, según la ley de probabilidades, el cambio es inevitable, y ese,
tengamos la esperanza de que sí está muy cerca.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=7905