POLITICA
La fábula de un elegguá con corbata
Luis Cino
LA HABANA, Cuba - Junio (www.cubanet.org) - Vestido de negro se paró en
el umbral para anunciar a los desterrados del reino que perdieran toda
esperanza de regresar. Como un elegguá que cierra a los exilados el
camino de la patria. Colérico arcángel que blande flamígera espada por
sus privilegios.
Si usted alguna vez, tratando de temperar las pesadillas, quiso
sospechar que ocultos como matriushkas dentro de Ricardo Alarcón
existían un Adolfo Suárez o un Joaquín Balaguer, moderado,
criptodemócrata y presto a la transición, se equivocó de palmo a palmo.
Entre tanto uniforme verde olivo, remedos de talibanes y energúmenos en
camiseta, el traje y la corbata tienden a confundir. Excepto en casos
tan obvios como el del canciller Felipe Pérez Roque, que aunque se vista
de seda…
Ricardo Alarcón ha aprovechado la confusión. Remedando el verso de Dylan
Thomas, pidió: Oh, hazme una máscara… y vístela con saco y corbata.
Ahora cayó la máscara. Alarcón, sin ambages, pasó al bando de los duros.
Empate técnico con Pérez Roque.
Entrevistado vía satélite por la periodista cubano-americana Mirta
Ojito, con traje negro, aires de profesor despistado y tomando prestada
la sonrisa del gato de Ceshire, Alarcón despejó las dudas de los ilusos.
Sigue, a pie firme, junto al cañón.
El presidente del unánimemente monofónico parlamento cubano fue la voz
del estalinismo castrista en su registro más ortodoxo.
No es que importe mucho lo que diga Alarcón. Menos aún que se lo crea o
no. El guión está escrito y no admite modificaciones. Sólo que aquéllos
que persisten en su repetición comprometen su futuro político para
después de la lectura del testamento.
La lógica hubiera indicado que hoy Alarcón fuera canciller. Reunía
muchas más cualidades que los dos últimos cancilleres. Su designación al
frente de la Asamblea Nacional fue una jugada de tiempos difíciles
apuntada hacia un futuro más difícil aún.
Dicen que Alarcón no es particularmente grato al Comandante, pero lo
utiliza. Alarcón lo sirve bien, sin remilgos ni pudores, olvidado del
día después.
No sé cómo andarán las apuestas de los cubanólogos que escogen para la
sucesión entre Carlos Lage y Ricardo Alarcón. No me gustan las apuestas
ni las adivinanzas, pero no jugaría un centavo por Alarcón. Tampoco por
Lage. Ambos representan una fauna política en peligro de extinción.
Alarcón sigue siendo un heredero sin porvenir. Diez años después del
revolcón que le diera Jorge Mas Canosa en un debate televisivo, el
sofocón de la entrevista con Mirta Ojitos no ayudará a elevar sus
acciones. Decididamente, el presidente del parlamento cubano no tiene
suerte con la televisión.
En cuanto a lo de los caminos cerrados, bah… El papel de Elegguá es el
menos creíble de los roles que asume Alarcón. De cualquier modo, la
religiosidad de los cubanos es muy extraña. Tiene un marcado carácter
utilitario. Lo mismo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena, cumple
una promesa a San Lázaro, que bota un Elegguá que no resuelve.
He visto más de un Elegguá renuente a abrir caminos ir a parar al
basurero. Sólo que ninguno de ellos usaba traje y corbata. Alarcón
pudiera ser el primero.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jun06/20a6.htm
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