SALUD PUBLICA
En la impotencia médica
Ana Leonor Díaz, Grupo Decoro
LA HABANA, Cuba - Junio (www.cubanet.org) - Fue en 1985 cuando la
propaganda del régimen cubano intentó persuadir al mundo de que Cuba, a
la vuelta del siglo XXI, se convertiría en una potencia médica, y a ese
fin proclamó la consigna de "salud para todos en el año 2000".
Era la época en que resultaba fácil acudir con un padecimiento al
servicio de urgencia de un hospital y salir dos horas después con un
tratamiento y recetas para comprar las medicinas. Cualquier asmático
podía aliviar su crisis a cualquier hora, y bajo la supervisión de un
médico, todas las mujeres alumbraban niños sanos en cualquier hospital
materno del país. Ciertamente, había hospitales y clínicas "especiales",
con una atención de excelencia para la nomenclatura, sus conocidos y
cualquier extranjero simpatizante del régimen.
Pero justo 10 años antes de la llegada del siglo, la burbuja se
desinfló. La crisis económica más profunda en toda la historia de la
nación cerró hospitales y policlínicas; los médicos fueron enviados a
"misiones humanitarias" con tintes políticos, y los medicamentos
desaparecieron de las farmacias. El sistema nacional de salud colapsó;
la "potencia médica" se fue a bolina.
Recuerdo haber escuchado a más de un médico especialista su frustración,
hace 20 años, porque luego de visitar aquella feria anual de tecnología
de la salud, ningún equipo alemán, japonés, o sueco se compraba para los
hospitales cubanos, equipados con monstruosos aparatos diseñados en
Europa del Este con viejas tecnologías copiadas a occidente en los años
cincuenta.
Tras la crisis de los noventa, que aún hoy continúa, una supuesta
reanimación tiene lugar en los centros de salud, y la televisión oficial
se empeña en exhibir equipos presuntamente modernos de dudosa eficacia y
una abrumadora existencia de computadoras, en un esfuerzo por convencer
de que el régimen sí se ocupa del pueblo cubano.
La realidad es otra. De las casi 200 policlínicas del país, una cuarta
parte aún no ha sido remozada. De sus funciones se encargan las
declaradas "aptas", con la consiguiente recarga de pacientes. Aún así,
hay ausentismo de los escasos médicos especialistas, quienes deben
asumir el trabajo de casi 30 mil médicos que laboran en el extranjero,
en las faraónicas "misiones internacionalistas". El trabajo de los que
permanecen en el país, en muchos casos es inútil. ¿De qué vale consultar
al médico si luego no hay reactivos en los laboratorios para realizar
análisis? ¿Si no existen los medicamentos esenciales para aliviar un
ataque de asma, o hay que visitar cinco farmacias para conseguir un
antibiótico que cure el herpes zoster, o un simple dolor muscular?
Como resultado de esa política, cientos de consultorios del médico de la
familia permanecen cerrados desde hace años, lo mismo en las grandes
ciudades que en poblados pequeños. Tampoco, por supuesto, atienden a 150
familias, sino al triple. Y no todos los días hábiles de la semana. Hay
que estar muy enfermo en Cuba para lograr un ingreso hospitalario, un
medicamento esencial o una simple radiografía. O quizás una "palanca" en
divisas, como cobran los dentistas. Los demás, sólo le sacarán una muela
gratis.
A pesar de los esfuerzos de la prensa oficial por convencer a los
cubanos de que la atención médica es óptima, el escenario en Ciudad de
La Habana es otro. Los consultorios cerrados, las policlínicas
atestadas, y en los hospitales hay que seguir llevando la ropa de cama,
bombillos para lámparas, jabón y detergente, y también envases para
guardar agua para bañarse.
En la televisión la medicina cubana cura las más raras enfermedades
genéticas, opera a los enfermos de Parkinson en alejados rincones del
país, y rehabilita con modernos aparatos a viejitos discapacitados. Se
desconoce, sin embargo, la cantidad de cubanos operados de cataratas o
las cirugías a corazón abierto realizadas en lo que va del año.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jun06/20a9.htm
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