Sunday, June 11, 2006

Ex hippie estadounidense afina pianos en Cuba

Posted on Sun, Jun. 11, 2006

Ex hippie estadounidense afina pianos en Cuba
ANITA SNOW
Associated Press

LA HABANA - Cuando Benjamin Treuhaft visitó Cuba por primera vez en
1993, descubrió que los viejos automóviles estadounidenses no eran lo
único desvencijado en la isla. Años de descuido, humedad y termitas
estaban causando estragos en el declinante número de pianos.

Trece años después, este estadounidense afinador de pianos ha
contribuido a enviar a la isla 237 pianos viejos donados por sus
compatriotas, llenando un vacío en un país de vocación musical.

"La mayoría de los pianos aquí eran de fabricación soviética: muchos
procedían de Moscú y de Estonia, de modo que no eran gran cosa, por
empezar", comentó Treuhaft durante una visita esta semana. "Después se
encontraron con las termitas cubanas. Y más adelante se las vieron con
los pianistas cubanos, que son buenos pero muy fuertes, y realmente
pueden destruir un instrumento".

Treuhaft sigue regresando para revisar los instrumentos donados y afinar
y reparar otros, lo que repercute contra el embargo comercial
estadounidense a la isla. Después de casi 20 viajes a Cuba _algunos sin
aprobación de Estados Unidos_ el ex hippie que usa una bandana en la
frente y que suele afinar los pianos descalzo, se ha constituido en una
personalidad en algunos círculos musicales cubanos.

Después que Treuhaft reparó el desvencijado piano ruso de Jorge López
Marín, el compositor habanero compuso una canción cubana que le dedicó
llamada "El médico del piano". La pieza ha sido popularizada por un
grupo musical femenino.

"Lo que él ha hecho es muy importante para la comunidad musical en
Cuba", comentó Julia Díaz, afinadora de pianos cubana que conoce a
Treuhaft desde hace doce años. "Aquí lo quieren mucho".

Los cubanos admiran la dedicación de Treuhaft por su arte y les encanta
su personalidad jovial.

"Estoy de vacaciones", insistió Treuhaft, con vaqueros negros y
camiseta, agazapado debajo de un viejo piano estadounidense en el
Instituto Superior de Arte de La Habana. "Todavía podría encontrar
tiempo para ir a la playa si dejan de encontrarme pianos".

Treuhaft dijo tener aprobación del Departamento del Tesoro
estadounidense para visitar legalmente Cuba a fin de inspeccionar los
pianos donados. Dijo haber exportado los instrumentos con aprobación del
Departamento de Comercio, que curiosamente extendió una licencia por
medio de su Oficina de Tecnología Misilística y Nuclear.

Pero para el viaje que hizo en mayo, dijo, "dejé mi licencia en casa".

Treuhaft expresó que no le preocupa la posibilidad de ser multado por su
reciente viaje, que consideró un "acto de desobediencia civil" contra
reglas estadounidenses que, a su juicio, dice violan su derecho
constitucional a viajar.

El afinador fue contactado por funcionarios del Tesoro después de una
visita no autorizada en 1994. Le impusieron una multa de 10.000 dólares,
luego reducida a 3.500, que se negó a pagar. El caso sigue abierto.

Molly Millerwise, vocera del Departamento del Tesoro, no quiso comentar
el caso alegando cuestión de privacidad.

Aunque Treuhaft no se considera activista político, dijo que sus
antecedentes explican su desafío al embargo estadounidense.

El afinador de 58 años de edad creció en la zona de la bahía de San
Francisco criado por padres activistas que eran miembros del Partido
Comunista en la década del 50.

Su madre era Jessica Mitford, cuyo libro "Muerte estilo estadounidense"
(The American Way of Death) criticaba la industria de las funerarias. Su
padre era Richard Treuhaft, abogado de Oakland dedicado a la defensa de
los derechos civiles.

Treuhaft dijo que sus padres, que murieron en los últimos años, amaban
su proyecto "Envía una piana a La Habana" ("Send a Piana to Havana"),
con una rima jocosa. "Hacían que sus amigos izquierdistas donaran miles
de dólares", dijo.

Ahora tiene una joven esposa húngara y una bebita, y administra su
comercio "Tienda del piano submarino" (Underwater Piano Shop) en el East
Village en Nueva York.

El comercio, que Treuhaft operó en Berkeley, California, durante 25
años, nació de una fantasía que tuvo en su período hippie en la década
del 60, sobre un piano submarino para entretener a los delfines. El plan
nunca se materializó.

Durante aquellos años, Treuhaft halló su vocación cuando entró en una
tienda de música que poseía Victor Charles, un marxista canadiense y
afinador de pianos.

Charles enseñó al muchacho de 18 años, que había abandonado los
estudios, cómo manejar el diapasón. Y más adelante Treuhaft perfeccionó
su actividad en la prestigiosa Steinway & Sons Concert Basement en Nueva
York, donde trabajó para artistas que incluyeron al famoso Vladimir
Horowitz.

Cuando Charles murió a principios de la década del 90, dejó a Treuhaft
28.000 dólares, que le ayudaron a pagar un primer embarque de pianos
donados. Como se endurecieron las sanciones a Cuba en los últimos años,
Treuhaft dijo que retuvo temporalmente otros embarques.

Pero manifestó que sigue visitando Cuba, con o sin aprobación del
gobierno. Y espera trabajar con Cuba en una actividad conjunta
utilizando el cobre de la isla para fabricar cuerdas del registro grave
del piano a fin de venderlas en Latinoamérica.

¿Qué nombre tiene pensado?

Nada menos que "La compañía Helms-Treuhaft de cuerdas graves del piano"
(The Helms-Treuhaft Piano Bass String Company), con el nombre del
retirado senador estadounidense Jesse Helms, que copatrocinó una ley que
endureció el embargo hace una década.

En la Internet:

http://www.sendapiana.com

http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/americas/14794781.htm

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