Thursday, May 25, 2006

El de la esperanza blanca

El de la esperanza blanca
Bitácora Cubana, 22 de mayo de 2006 - Guantánamo

Testimonio de Marielis Castro Fernández-Rubio de su visita a la prisión
de Boniato, Santiago de Cuba:

El pasado 12 de mayo, desde la provincia de Guantánamo me dirigí a
Santiago de Cuba, a la prisión de Boniato, a ver al hermano de lucha
Ernesto Durán Rodríguez.

Llegué allí a las 6:45 a.m. A las 8:35 a.m., aproximadamente, me
empezaron a requisar las jabas de los alimentos y de aseo personal.

Después de pasar por varios lugares, salí camino al salón de visitas.
Después de caminar unas 4 ó 5 cuadras, entre una fetidez insoportable y
un sol que rajaba las piedras, llegué al salón. Este salón está bajo
construcción, colmado de polvo de cemento y las mesas y los bancos lleno
de churre.

Luego de esperar casi hasta las 11:30 a.m., me dirigí al oficial para
reclamarle que si acaso él no se había percatado de los rostros de
aquellas madres y familiares que venían de tan lejos, de todas las
provincias. Discutimos fuertemente. Él me contestó que había que esperar.

Fui a mi lugar otra vez y de entre trece familiares se escogió a la
persona que iba a ver donde viven los presos. Me escogieron a mí, y al
empezar el recorrido, los guardias advierten a todos los familiares que
aconsejaran a sus presos, que esa era la política.

Después de cruzar y cruzar rejas llegamos a aquel destierro. Aquello
parte el corazón. Hoy más que nunca mis fuerzas se crecen, luego de
haber visto con mis propios ojos tan inhumana vida.

Viven en unas celdas de dos metros de largo y un metro y medio de ancho.
Allí conviven tres presos hacinados como salvajes. Hoy creo aún más a
mis hermanos de lucha cuando hablan sobre aquel desastre.

Hacía tres días que no había agua. Las moscas por doquier. Sin comentar
la peste a pudrición. No querían, los guardias, que les aceptáramos a
los presos una tarjeta por el día de las madres. Hasta ese derecho le
niegan.

Sí les tengo que creer todo, pues sólo pude ver por fuera y salí bien
descompensada. Saber que hay tantos y tantos de ellos en ese infierno
por sólo pensar y no aceptar esta tiranía y este terrorismo.

Al hermano Duran lo noto muy blanco, muy pálido. Este joven, de 32 años
de edad, es rebelde. El expresa que no acepta las comidas de la prisión,
no acepta aseo, no viste uniforme de preso, el viste de blanco. En fin,
nada que tenga que ver con el castrocomunismo. Muy firme en sus ideas.

Me comentaba Ernesto que este sacrificio, por luchar por una verdadera
democracia, algún día tendría fin y recompensa. Para estar dentro de
este monstruo hay que tener un corazón de un gigante, ¿como le dicen a
él? Ernesto Duran Rodríguez, el de la esperanza blanca.

http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=2102

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