Circuitos de violencia
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba - Noviembre (www.cubanet.org) - Las calles con dueño de La Habana están recorridas por la violencia. Nunca fue diferente. Desde 1959, la violencia política secuestró el país. Desde arriba se hizo común el matonismo y seguir la regla voluntarista de la pandilla. Se hizo hábito vivir sin ley. Desde arriba se concluyó que así era mejor. Era la versión verdeolivo del "socialismo a la cubana".
Se dieron dos alternativas: "Patria o muerte". Desde entonces, el término patria, ha ido degenerando en el imaginario popular. Se volvió afín a indefensión, hambre, incertidumbre y vacío. Quedó pendiente sobre todos un término: muerte. Esta, en su versión física terminal y además, en otra alegoría, al fin de toda esperanza de vivir con plenitud.
Muerte espiritual ante la imposibilidad de vivir y muerte física con paredón -ejemplificante o no- para quien se rebele ante eso.
Son ya varias las generaciones que han crecido bajo estas normas contranatura. Se impuso la permanencia de dos linajes contrapuestos: una esfera de grandes posibilidades frente a otra de grandes e insalvables limitaciones.
Se ha comenzado a matar turistas o al menos ésa es la versión que corre por las ondas familiares de Radio Bemba. Al menos se rumora que dos aliens fueron asesinados para robarles. Digo aliens, porque es ésa la forma en que amplias capas poblacionales perciben a los turistas.
Son diferentes y detentan lo que todos anhelan poseer. No son gente como nosotros. El gobierno los distingue y les otorga aquello que nunca tendrás, a menos que tengas valor para tomarlo. Esa es poco más o poco menos la filosofía con que el actual clan gobernante se apropió del poder absoluto. No hay ley. Sólo determinación, propósito e intereses.
Un grupo de jóvenes se aventuró a tomar lo que quieren en el único estilo que conocen. Se cansaron de mirar vitrinas, automóviles, teléfonos móviles, ropas a la moda y cerrar el puño dentro de su bolsillo vacío. Esta podría ser una buena noticia si la ira estuviera dirigida contra la causa de las injusticias.
Es una violencia ciega y sorda que puede ser controlada por la violencia que dirige el estado. A fin de cuentas, éste dispone del servicio de personas mucho más peligrosas que cualquier joven iracundo. Estas personas son capaces desde ahogar niños, hasta torturar presos.
Cuba anda crispada. Tanto gobernantes, como gobernados se miran con creciente recelo. El estado está en guerra contra el pueblo para hacer prevalecer sus prerrogativas. Han unido a sus incondicionales para aplastar con la violencia que les es afín, todo lo que se les opone e incluso aterrorizar a los que aún permanecen indiferentes.
Disponen del pretexto que proporcionan los recientes atentados y la creciente hostilidad contra los turistas. Han emprendido diversas operaciones contra jóvenes apáticos. Estos jóvenes aunque no son delincuentes, son una cantera de rebeldía que conviene neutralizar a tiempo.
La reciente operación "Contención" es ejemplo fehaciente. Como herramienta se dispone de un creciente arsenal de leyes fascistas e injustas, como la de peligrosidad social, la Ley 88 y todo el entramado seudo legal, violatorio de los Derechos Humanos, esgrimido por el grupo gobernante para perpetuarse en el poder.
La élite senil que gobierna la Isla se ha embarcado en un ambicioso proyecto represivo. El mismo abarca la represión en todas sus facetas conocidas. Esta ofensiva contra el pueblo utiliza a los incondicionales del régimen escudados en las estructuras de gobierno local. Todo en convivencia con la policía y el resto de la parafernalia represiva al servicio de la dictadura.
Proceden a represaliar a los firmantes del Proyecto Varela con la misma lógica criminal de los últimos 46 años. Junto a ellos a los miembros de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, a los periodistas independientes y al resto de los que la dictadura considera sus enemigos.
Usan a los "factores" de la comunidad. Estos son los miembros de la auto nombrada Asociación de Combatientes, la membresía del gobernante Partido de Fidel Castro y por supuesto, los llamados Comités de Defensa de la Revolución (CDR) a nivel de cuadra. Los blancos de la vendetta oficial son varios. Entre ellos, los hijos adolescentes de padres integrados en las filas opositoras.
Era de esperar: quienes mandan a ahogar niños, es poco probable que se detengan ante adolescentes. El odio, como la corrupción, ha comenzado su peligroso descenso. Reforzados con el poder del estado, se amplían los circuitos de violencia.
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