A TRAVÉS DE LOS DISTINGUIDOS MIEMBROS DE LA CELAM, REUNIDOS EN CUBA
2007-07-05.
De: Sra. Hilda Morejón Serantes, 3 de Julio del año 2007
Excelentísimos Señores Obispos de América Latina, Excelentísimos Señores
Obispos que asisten a la reunión de la CELAM:
Aunque me apena molestar el valiosísimo tiempo de ustedes, autoridades
de mi amada Iglesia, angustiada por la prolongada separación de mi
familia, les ruego respetuosamente que me ayuden.
Quien les remite esta carta es la Señora Hilda Morejón Serantes, mamá de
la destacada neurocientífica y neurocirujana cubana, Dra. Hilda Molina.
Yo soy una anciana de 88 años de edad, gravemente enferma, y postrada en
un sillón de ruedas. A continuación les sintetizo la trágica e
inmerecida historia que vivimos mis seres más queridos y yo:
En el año 1994, mi querida hija se desvinculó, por decisión propia, del
sistema comunista imperante en Cuba; desde ese momento, los que aquí
gobiernan le prohiben viajar al exterior. Como consecuencia de esta
medida cruel y arbitraria, ella no ha podido abrazar durante más de 13
años, a su único hijo y su esposa, residentes en Argentina; y no conoce
a sus dos nietecitos de 12 y 6 años respectivamente. Yo he permanecido
todo este tiempo junto a ella, acompañándola en su terrible agonía.
El 16 de Mayo del pasado 2006, mientras mi hija me auxiliaba en el baño,
sufrí una gran caída. Es imposible, Excelencias, que una persona en la
situación de mi hija, con 64 años, también muy enferma, invalidada en su
brazo izquierdo y con limitaciones para su movilidad por intenso dolor
en la rodilla izquierda, pueda manipular sin riesgos a una anciana
totalmente discapacitada como yo; ella trató de sostenerme, pero
finalmente caímos las dos. Este accidente provocó que mi ya precario
estado de salud se agravara hasta el extremo crítico en que me encuentra
actualmente.
Durante todo este tristísimo período de lejanía familiar, yo nunca quise
viajar a Argentina pues no podía abandonar a mi desamparada hija.
Después del accidente, mi hija y mi nieto me suplicaron que realizara el
tan añorado viaje.
Consciente de que el fin de mi existencia está próximo, y con el corazón
destrozado al tener que separarme de mi hija, decidí visitar Argentina,
pues necesito antes de morir, abrazar de nuevo a mi adorado nieto, la
persona que más amo en este mundo, y a su esposa, a la que quiero como
una nieta; y conocer a mis dos maravillosos bisnietos.
Además, allí recibiré la atención médica que requiero con urgencia, a la
que no tengo acceso en mi Patria. Realizamos todos los trámites
establecidos; y según la fecha que me indicaron, debía recoger mi
pasaporte en los inicios del mes de Agosto del pasado año 2006. Hasta el
momento el pasaporte no me ha sido entregado, a pesar de que cada semana
acudimos a la oficina de Inmigración; ni lo entregan, ni siquiera
explican el motivo de que me hayan retenido este documento,
imprescindible para continuar los trámites de viaje, lo que me permite
afirmar que el gobierno cubano también prohibe que yo visite a mi
adorada familia en Argentina.
Excelencias, yo he sido siempre una católica comprometida. Jamás
abandoné mi Iglesia, ni en los momentos más dificiles, no obstante las
presiones a que fui sometida. Jamás me vinculé con el régimen
totalitario que mutila nuestras libertades, pues no acepté, no acepto ni
aceptaré un gobierno que niega a Dios. Por tanto, las autoridadesde este
país carecen absolutamente de argumentos que validen mi retención por la
fuerza en Cuba.
Excelencias, mi hija y yo somos dos mujeres solas en Cuba, muy enfermas
ambas, y desamparadas. Yo dependo totalmente del auxilio de mi hija; y
mi hija requiere con urgencia de cuidados médicos e incluso de auxilio.
¿Qué objetivos persiguen al mantener lejos de su familia a dos mujeres
indefensas en el ocaso de sus vidas? ¿Qué oscuros sentimientos de odio y
venganza inmerecidos motivan tan demencial actuación? ¿A quién puede
perjudicar nuestra visita temporal y estrictamente familiar a Argentina?
Excelentísimos Señores Obispos, mi familia y yo no estamos solicitando
algo que pertenezca al estado cubano. Sólo pedimos lo que en silencio
han demandado miles de familias de esta sufrida isla en las últimas casi
cinco décadas: el respeto a los legítimos, irrenunciables y pisoteados
derechos familiares.
No existen razone políticas, ideológicas ni de índole alguna, capaces de
justificar que hombres poderosos destrocen familias inermes; y torturen
niños inocentes, mujeres indefensas y ancianas moribundas.
Al prohibirme viajar a Argentina, el gobierno cubano se burla de mi
última voluntad; viola impúdicamente mis más elementales derechos, aún
sabiendo que estoy próxima a mi fin; me impide recibir la atención
médica que necesito; y hasta me niega la posibilidad de concluir mi
existencia con dignidad, en paz, y rodeada de las personas que más amo.
Excelencias, estoy segura de que comprenden el suplicio que hemos vivido
y estamos viviendo mi hija y yo. Les aseguro que nada es comparable a
este desgarramiento que nos destroza el corazón y que no nos permite ni
un minuto de sosiego. Ambas, más que vivir, hemos muerto cada instante
transcurrido desde que vimos por última vez a mi nieto y su esposa, en
el año 1994; solamente nos sostiene nuestra Fe en Dios y en su Santísima
Madre.
Es por eso que agobiada por un indescriptible sufrimiento, acudo a
ustedes con esta petición, que es mi última voluntad: por favor,
soliciten al gobierno cubano que mi hija y yo podamos viajar juntas lo
antes posible a Argentina.
Y si los que nos torturan se aferran al despiadado absurdo de retener
aquí a mi hija, que al menos permitan que yo viaje de inmediato a
Argentina, pues aunque esto agravaría la separación familiar y me
ocasionaría un extraordinario dolor, no quiero morir sin ver a mi nieto
y a mi nieta, y sin conocer a mis bisnietos.
Excelentísimos Señores Obispos, por favor, no me abandonen. Les suplico
que me ayuden a morir en paz; no permitan que muera desesperada.
Disculpen por favor la mala redacción de estas líneas, pues aunque aun
estoy lúcida, ya también mi lucidez se va afectando.
Por favor Excelencias, recen por nosotros, por las destrozadas familias
cubanas; y bendígannos. Muchas gracias por su atención.
Muchas gracias anticipadas, porque como en que ustedes van a interceder
en pos de que mi familia se reunifique; y de que yo pueda morir con los
seres que más amo, reunidos en torno a mí.
Que Dios y la Virgen bendigan y protejan a ustedes, a sus familias y a
sus diócesis.
Hilda Mo eón Serantes
Dirección: Bruzón No. 61
Apartamento 7 (Primer Piso, Interior}
Entre Almendares y Ayestarán
Plaza de la Revolución
Ciudad de la Habana. Cuba
Teléfono: 8782256
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10712
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