Saturday, July 28, 2007

Dos hermanos y un alfiler

Política
Dos hermanos y un alfiler

Un año después de la 'cesión de poder', unos insisten en buscar cambios
en un mar de sutilezas. Otros en la lectura de los hechos.

Federico Fornés, La Habana

viernes 27 de julio de 2007 6:00:00

¿Cuán distinta es la Cuba de hoy a la de hace un año?

"La misma y diferente", parecen resumir las respuestas de una informal
encuesta de esquina. Es un lío establecer pautas. Nadie contesta de
igual modo.

Unas pocas coincidencias aplauden la máxima de los tajantes: si las
cosas no mejoran es porque empeoran.

A casi un año del brusco alejamiento de Fidel Castro de sus funciones
presidenciales, encontrar el alfiler de la diferencia con su hermano,
Raúl Castro, es una tarea que el propio gobierno se esfuerza por borrar
como si se tratara de un delito.

Con o sin Fidel al frente, el Partido Comunista hace lo de siempre:
siembra la idea de que el poder es un monolito. Es ver en ello una
garantía de la estabilidad política y un mensaje a los contrarios de que
"no hay fisuras" que aprovechar.

Un profesor universitario de historia contemporánea afirma que la "idea
de la unidad es una obsesión histórica para ellos (el liderazgo). Si
alguien habla de diferencias lógicas entre el uno y el otro, ellos
entienden divergencias y eso resulta inadmisible".

En octubre pasado, el canciller Felipe Pérez Roque, muy dado a los
anticipos tácticos, se apresuraba diciendo que "no hay en el pensamiento
político de Fidel y Raúl un alfiler de diferencia".

El ministro de Exteriores no habló del pensamiento económico, pero no
seamos sofisticados. Es justamente en esa asignatura donde los
estudiosos de la transición cubana ven la posibilidad de hallar el alfiler.

¿Leyó Raúl a Lampedusa?

En realidad, el margen de maniobra de Raúl Castro ha sido mínimo
teniendo a un Fidel en bata de casa e incluso "entre la vida y la
muerte", como ha descrito el propio dictador en una de sus reflexiones
periodísticas.

Todavía más. Aun después de una eventual muerte del gobernante, los
herederos políticos que quieran una apertura tendrán que guardar las
apariencias al no poder presentar en toda la línea un programa que
ignore el legado ortodoxo del comandante. Las herejías vendrán con el
tiempo, pronostican algunos.

Pese a lo restringido de las acciones del último año, bien planeadas y
discretas, cargadas de una perspectiva táctica, es difícil negar que en
sí mismas llevan un soplo de renovación.

El gradualismo del general de cuatro estrellas sirve para ir conformando
un escenario básico en el terreno económico que permita tomar futuras
decisiones estratégicas.

Definitivamente, él parece estar convencido de que una vez solo al
frente de Cuba el capital político es escaso y serán los hechos, y no la
retórica nacionalista, los que mantengan a flote el sistema. Llegado el
momento de la verdad, el bando de los realistas no vacilará en respaldar
las reformas con tal de preservar el statu quo: el unipartidismo.

"Si alguna de tales ideas económicas se torna potencialmente peligrosa
para la estabilidad política, entonces lo pensaría dos veces, pero creo
que él (Raúl) es menos conservador que su hermano y que haya leído a
Lampedusa", estima el académico.

La transición en Cuba dependerá, entre otros factores, "de lo astuto que
demuestre ser" el gobernante interino Raúl Castro, afirmó en febrero
último el nuevo director nacional de Inteligencia de Estados Unidos,
Michael McConnell.

La astucia no parece faltarle al ministro de Defensa. Discreción todavía
menos. Si es lampedusiano o no, está por ver. Sí es tangible que, en
casi un año de mandato y a la sombra espesa de su hermano, el general
tomó decisiones impensables hace tan sólo un par de años.

TEMA: El año de Castro II

* Los cubanos creen que Castro no está en condiciones de volver
26/07/2007
* Cronología: Un año de enfermedad de Castro 25/07/2007
* Cuba sin cambios 25/07/2007

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Una de ellas fue publicar, en una saga de reportajes, los desmanes que
se cometen en nombre de la propiedad socialista y prometer, en voz de
expertos en economía, que será estudiado el régimen de propiedad en la
Isla en busca de soluciones o alternativas a un modelo cuyas fallas
estructurales comprometen cualquier esquema de desarrollo.

"Dicen que esto lo van a privatizar. El cómo todavía no lo sabemos",
adelantó el administrador de una placita agropecuaria de La Habana. Las
piñas se amontonaban en un mostrador. Eran tan perfumadas como caras.

La breve lista

En diciembre pasado, Raúl Castro "conmovió" al auditorio al mostrarse
harto de algunas tortuosas políticas internas.

"De justificaciones estamos cansados en esta revolución", dijo ante la
Asamblea Nacional, un estilo que también prevaleció en la recién
finalizada sesión estival del llamado "parlamento", lo que hizo fluir
con más objetividad y menos compromiso los debates.

Hacia lo interno también liberalizó las cribas aduanales, permitiendo la
entrada a la Isla de una serie de artículos antes prohibidos y que eran
el pan diario de la extorsión en las fronteras nacionales. Desde partes
de automóviles hasta minicomputadoras y aparatos de DVD ya pueden pasar
por las aduanas pagando el correspondiente gravamen.

"Por fin, después de años anhelando todos los que viajamos a Cuba, un
cambio positivo en las regulaciones de aduana", escribió aliviado Andrés
Gómez, director de la revista procastrista Areíto digital, uno de los
promotores en Miami del fin de las sanciones contra La Habana.

Igualmente, la actual administración bajó los impuestos de peaje aéreo
para facilitar más el tráfico de viajeros, pero al mismo tiempo prohibió
las cartas de invitación desde Cuba hechas por extranjeros para sacar a
nacionales del país.

Con más izquierda que derecha, el presidente interino ordenó a la
policía desistir de sus cacerías de chóferes particulares que hacen de
taxistas sin licencia y destrabó la burocracia que mantenía inmensas
deudas con campesinos productores.

En el flanco externo, invitó a la Casa Blanca a "negociaciones en pie de
igualdad" en un discurso el pasado 2 de diciembre, en que conmemoraba el
cincuentenario de las fuerzas armadas, de las que él es su administrador
por medio siglo.

En esa oportunidad, los expertos vieron en el militar su estreno como
estadista, luego que un desfile militar y popular se abstuviera, por
órdenes expresas, de portar carteles alusivos al presidente George W.
Bush. Este jueves, Raúl repitió la "oferta" en el acto por el 26 de
julio en Camagüey, pero esta vez sus palabras fueron más duras.

En punto muerto

En abril último, Raúl Castro se puso de cuello y corbata para reunirse
en La Habana con el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel
Moratinos.

"He encontrado un vicepresidente cordial, que conoce bien la situación,
que sabe lo que quiere, que está convencido de que la nueva etapa que se
abre con las relaciones con España va a dar resultados", dijo entonces
el canciller.

¿Y hay resultados? A nivel del bloque europeo, no, y una política
española de espaldas a eso es coartada con fuertes bridas.

El diálogo La Habana-Bruselas cayó en punto muerto después que Fidel
Castro personalmente se encargara del asunto y retomara el control sobre
política exterior, haciéndole saber a la UE que no conversará si
persisten las sanciones de 2003 y los "favores" a Washington acordados
en la llamada Posición Común de 1996.

De hecho, se perfila una vieja división del trabajo: Fidel para el
mundo, Raúl para la Isla. Al fin y al cabo, como insisten los
comunicados, son dos caras de una misma moneda.

Dirección URL:
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