Terapia de ilusiones
Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - "Soñar no cuesta nada", fue la expresión más alta que acuñó para la posteridad el sabio Nefasto El Onírico Boza durante su conferencia magistral Las Promesas no Arruinan, impartida en el puesto de vianda Los Ilusos.
Durante el desarrollo de su ejercicio filosófico ante un nutrido auditorio integrado por siete compradores, nueve dependientes y alrededor de 15 perros asediados por tres enjambres de guasasas vianderas, el eminente cubanólogo aseguró que luego de tener un sueño, al cubano casi siempre lo asalta y lo desvalija una pesadilla.
Y no es para menos, ejemplificaba el conferencista, pues si bien Silvio Rodríguez soñó con aviones; Josefina "La bruja" con caminar sobre el mar, quién sabe para qué y hacia cuál rumbo; "Chicho bolita" -el descifrador de versos de la charada china -con ganarse un parlé, y Asunción "La faquir" con hacer un potaje que contenga un chorizo legítimo, sólo el primero concretó sus sueños.
Más adelante, y en consonancia con las ilusiones perdidas al aplicarse el teorema las promesas no arruinan, Nefasto desmenuzó con la sapiencia y los consejos a que nos tiene acostumbrados, el caso de doce jóvenes soñadores que radican en el municipio Palma Soriano, en la provincia Santiago de Cuba.
Resulta que al grupo de jóvenes y jóvenas palmados -perdón, palmeros- que egresaron del curso de Técnico en Urgencias Médicas de su localidad, se les había convocado a través de la emisora Radio Baraguá con vistas a garantizar al personal que operaría las nuevas ambulancias que debían llegar al municipio.
Y con las promesas de las autoridades del territorio de que realizarían el sueño de conducir los flamantes autos o atender a los pacientes trasladados en esos bólidos carreteros, comenzó la pesadilla de los jóvenes onirofóbicos.
"Con tremendo entusiasmo y alegría iniciamos nuestro curso", explicaron los des-sueñados palmeros, que invirtieron 45 días de sus vidas en exámenes teóricos y prácticos, entre largas caminatas rompe zapatos, mesas redondas inspiradoras y meriendas fuertes de pan de palo con prú oriental.
Como primer granito de sueños por el camino de Tántalo hacia sus aspiraciones, los muchachos fueron incorporados a la práctica laboral en la Unidad de Urgencias Médicas, en turnos rotativos que incluían las madrugadas.
Ya establecidos como trabajadores, nadie se acordaba que debían ser emplantillados en el centro asistencial, recibir un salario por su labor, y obtener el título de graduados, aunque fuera en la losa de una lápida decomisada en un cementerio si no hubiera papel.
Y ahí es donde entran las promesas, enmarañadas de fintas como "ya elevamos el asunto, en cuanto lleguen las ambulancias están montados, no se desesperen pues existe un bloqueo, ya viene bajando la orden", y otras armas del esquive maléfico, la tomadura de pelo institucional, la desvergüenza cínica y la violación laboral abierta de utilizar una fuerza de trabajo calificada sin cumplimentarle ningún derecho, según expresarían los detractores de la obra revolucionaria.
Ante la subversiva expresión de que ni los braceros mexicanos en los naranjales y las tomateras de California son tratados así, y como muestra de que en Cuba sí se respetan las regulaciones sociolaborales y sindicales, se les solicitó su apoyo en la construcción del puesto para las ambulancias.
Sin exigir nada a cambio, sin esperar un céntimo, se fajaron con la mezcla y el rejón. Chapearon, botaron basura y hasta aportaron horas voluntarias en la construcción de un túnel popular para cuando venga el enemigo que esperamos hace 46 años, y como si fuera poco hicieron algunas donaciones de sangre por tal de hacer sus sueños realidad.
¡Pero Nereida la billetera, nananina tres patines, never; es decir, nada!
Pasados seis meses, y después de "cinco sueños, pues vimos una puerta de luz y esperanza", los despierta la ingrata pesadilla de que no obtendrán el empleo, y las ambulancias serán manejadas por otros, según les comunicaron las autoridades de Palma Soriano.
Llegada a este punto la conferencia, ungida su prominente testa de una aureola de guasasas vianderas, y acomodando su escuálida esbeltez sobre el lomo de un perro dormido como un lirio en un pantano, Nefasto disertó sobre las causas y azahares que enlazan los sueños y las promesas en el país.
Ante la numerosa concurrencia de practicantes del boniateo infinito, la calabazada indomable y el yucateo tieso y digno del guayo de Catalina, reunida bajo el ardiente sol del puesto de vianda Los Ilusos, El Onírico Nefasto expresó:
"En Cuba no está prohibido soñar. Es más, se estimulan los sueños y hasta se piensa abrir una convocatoria para seleccionar El Soñador del Año, premio sólo atribuible a las ilusiones nacionales; es decir, que no tengan que ver con nada ubicado más allá de nuestras costas".
Cada concursante podrá presentar hasta 600 sueños incumplidos, 300 ilusiones esfumadas, y 100 devaneos mentales rayanos en la pesadilla que no estén comprometidos en otro evento.
Aquel que presente más de un sueño cumplido será descalificado por acaparador y mentiroso.
Pero volviendo al tema de los primeros como referentes inmediatos de que las promesas no arruinan, les explicaré las razones para recetarles una decepción a estos muchachos.
En primer lugar, se hace necesario comprender que los burócratas son una plaga en Cuba, y que gracias a ellos existe el contenido de trabajo para tanta gente.
¿Ustedes se imaginan a qué nivel estaría el índice de desempleo si mandamos para la calle al 80 por ciento de estos funcionarios que sobran pero hacen falta para un mejor control?
¿Acaso sería posible soñar si estos promesistas no estuvieran destinados a estimular la mente, a repartir ilusiones sin cupón y a darle larga a cualquier asunto, no importa si a través de la violación de lo establecido, la componenda intrusa de bajar cantidad de deseos, torcer lo ya torcido y evitar que la gente pueda concretar sus sueños más sencillos como freno a una ilusión mayor?
Son hombres visionarios, autoridades imbuidas de su papel de representantes de la incomprensión, adalides de las promesas falsas, los caminos truncados y la resolvedera nepótica, pero nuestros.
Y para que quede bien claro, a los jóvenes primeros no les mataron sus sueños, se los enyesaron hasta nuevo aviso como parte de una terapia de ilusiones ante el posible egocentrismo que para su formación pueda traer la realización del primer sueño que se les antoje.
Esta terapia de ilusiones enseña a valorar lo que cuestan los sueños, a sopesar su envergadura y cortarles las alas cuando se desbocan.
Hay que soñar a lo cortico, por ejemplo, con la posibilidad de comerse un mango barato, adquirir una canastilla completa antes de que la esposa dé a luz, obtener una bicicleta china, un televisor Panda, una olla arrocera y una de presión, tomar chocolate, disminuir las horas de un apagón, entre otros sueños irrealizables para la mayoría de la humanidad.
Eso sí, a quien sueñe con un cambio de sistema den Cuba, viajar y expresarse libremente, ser propietario de una paladar de más de doce sillas, alojarse en un hotel para extranjeros, con no ser acosado por pensar diferente a la línea oficial; a ésos se les aplicará una terapia de ilusiones especial, pues los sueños demasiados altos, como las noches de ronda, hacen daño, causan penas y se acaba por llorar, sin demérito del flaco de oro, Agustín Lara.
Por eso, ante una estampida de sueños nada mejor que una barricada de promesas. Piénselo, interiorícelo, mastíquelo, digiéralo y jamás lo bote, aunque como yo, se dará cuenta de que una buena terapia de ilusiones sí vale la pena.
LUX INFO-PRESS
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